3 COMENTARIOS 04/02/2014 - 08:03

[Amigos en la entrada de la Cueva de los Verdes en los años 50. Imagen cedida por Miguel Á. Martín a Memoria de Lanzarote]

Aunque ahora ya parezca lejano, hace unos pocos años se anunció pomposamente la creación de un gran "icono" en Arrecife por parte del arquitecto Santiago Calatrava. La idea tenía muchas lecturas, sobre todo las derivadas de la actuación del promotor de la operación, pero a mí me llamó especialmente la atención que en Lanzarote, un espacio pionero en la intervención artística sobre el territorio, casi nadie levantara la voz para cuestionar el proyecto en términos culturales o turísticos.

Dudo que a nadie se le ocurriera ir a las Rías Baixas a vender marisco caro y rancio traído de otro lado. Síntoma inequívoco de la mediocridad intelectual, política, social y cultural de estos tiempos. En la Lanzarote actual nadie discutió la idea de vendernos el pastiche estandarizado de la fórmula original que nosotros ayudamos a inventar hace 50 años.

Hoy, cuando la resaca de la burbuja española ha hecho desaparecer la fiebre por tener un Guggenheim en cada ciudad española y proyectos como la mega Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela se pudren, quizás sea conveniente recordar algo del espíritu inicial que guió la creación de los CACT, una red de centros que genera tantas entradas al año como la Alhambra o la Sagrada Familia, los dos monumentos más visitados de España. 

Cuando Calatrava tenía 10 años, a principios de los década de los sesenta, el presidente del Cabildo de entonces, José Ramírez Cerdá, presionado por un grupo de eruditos e historiadores locales con Agustín de la Hoz a la cabeza, le encargó a Luis Morales que le buscara a alguien para iluminar la Cueva de los Verdes. Morales, una pieza básica en la creación de los CACT, llamó a un joven electricista. Ese electricista, que terminó siendo el maestro artístico del Cabildo, era un ser extraño, un inventor que se encerraba en el aljibe de su casa a idear proyectos y que se llamaba Jesús Soto.

Junto a albañiles y picapedreros que apenas cobraban por maratonianas jornadas de trabajo, Jesús Soto puso en marcha la Cueva de los Verdes, una obra de la que estos días se cumple el 50 aniversario. Medio siglo generando una cantidad asombrosa de dinero y puestos de trabajo, medio siglo aleccionando sobre valores culturales y de sostenibilidad, medio siglo atrayendo a millones de visitantes...

No es mi intención usar el recuerdo del comienzo de los CACT para hacer un canto epopéyico y mitificador de quienes lo hicieron posible. No creo en las sacralizaciones pero sí en la necesidad de poner de manifiesto que el espíritu inicial de los Centros, el de la capacidad de los habitantes de Lanzarote de definir su futuro desde la vanguardia, la innovación y el compromiso colectivo, está más que moribundo. O si lo prefieren, está tan vivo y operativo como el revestimiento cerámico que una arruinada Generalitat valenciana quita estos días del Palau de les Arts que firmó Calatrava.

Comentarios

Muy interesante artículo, las cifras dan que pensar. Gracias por recordamos este tipo de logros.
Sólo leí una cosa haciéndose preguntas por aquel entonces y fué un arquitecto el que lo firmaba. http://www.coac-lz.com/node/284
Acertado y oportuno artículo para este tiempo, donde lo que se intenta prevalecer es el interés de unos muy pocos, sin el menor respeto por la obra bien hecha y el interés general.

Añadir nuevo comentario