Es un misterio el motivo por el que el Cabildo de Lanzarote insiste, año tras año, en el empeño de aprobar los presupuestos fuera de plazo. Es un misterio porque nunca dan explicaciones convincentes, pero debe de haber alguna razón de peso cuando ya es una costumbre, gobierne quien gobierne. Extraoficialmente se le quita hierro al asunto. Se dice que no es tan importante porque se pueden prorrogar todas las partidas y se puede funcionar así.

Se asume que vale igual lo del año pasado y lo del anterior. Se asume la rutina. Puede, incluso, que se haga por un ataque de honestidad colectiva. Algo así como: para qué aprobarlos si no los vamos a cumplir. El porcentaje de ejecución de las inversiones, cada año, es bajísimo. La gran apuesta de este año era buena: abordar el problema de la vivienda destinando casi 14 millones de euros para comprar 166 viviendas. No se sabe nada. En realidad sí: que hasta ahora no se ha comprado ninguna.

Además del problema de las inversiones está el de las subvenciones. La última semana de octubre se reunieron diez colectivos sociales en el Centro cívico para actualizar su situación y unir fuerzas. Una de las demandas más repetidas fue la de que el Cabildo aprobara los prepuestos en tiempo para poder desarrollar los programas subvencionados con el dinero ya disponible y no tener que financiarse primero para recibir el dinero después. Lo que se hace ahora favorece a las grandes ONGs, que pueden autofinanciarse. Es decir, para algunos sí que es importante hacer las cosas bien.

Se acerca el final del mandato. Un mandato extraño por la pandemia, donde se han gastado y dirigido gran parte de los esfuerzos y energías para gobernar. Otra parte de esos esfuerzos se les ha ido en conformar una mayoría, primero con el PP, después con Podemos y siempre con Sosa. El PSOE ha demostrado una gran habilidad para conformar y mantener una mayoría. Solo falta saber para qué quiere esa mayoría.