0 COMENTARIOS 13/12/2021 - 07:42

Da la impresión de que la herramienta más poderosa para luchar contra el cambio climático es un bolígrafo. Pero se trata solo de eso, y en doble sentido: de una impresión. En change.org se puede firmar en 946 peticiones diferentes sobre el clima. También se podía firmar en la página de Acnur para lograr medio millón de firmas que se iban a presentar ante la Cumbre del Clima COP 26 de Glasgow “para que los gobiernos actúen contra el cambio climático”. Y la propia COP finalizó con la firma de un Pacto, por supuesto, que los propios organizadores consideraron como insuficiente y que en realidad hubiera sido innecesario si se hubiera cumplido el que se firmó en la Cumbre de París en 2015.

En Lanzarote, lo primero que hizo la presidenta del Cabildo en 2019 fue la Declaración de la emergencia energética y climática. Hay cuatro ayuntamientos que han firmado el Pacto de las alcaldías, que nació en Europa en 2008 para reunir a reunir a los gobiernos locales que voluntariamente se comprometieron a alcanzar y superar los objetivos de la Unión Europea en materia de clima y energía. No detallo los compromisos que adquirieron porque tampoco se trata de hacer sangre. De los cuatro, solo Tías ha dado el siguiente paso, que es presentar un Plan de Acción para el Clima y la Energía Sostenible con 61 acciones de mitigación, 37 proyectos y el objetivo de reducir en un 40 por ciento las emisiones de CO2 antes de 2030. El Cabildo anunció que en enero de 2022 lo firmaría en calidad de institución coordinadora. Por otra parte, en mayo se aprobó la Ley de cambio climático, que entre otras cosas obliga a los municipios mayores de 50.000 habitantes a crear zonas de bajas emisiones (a peatonalizar) y redactar un Plan contra la contaminación urbana antes de 2023. ¿Han oído a alguien del Ayuntamiento de Arrecife hablar de esto?

Esto quiere decir que entre firma y firma, también se puede ir trabajando algo. Pero como todo gobierno tiene derecho a su Pacto por el clima, acaba de nacer el Pacto de los Jameos, la Agenda 2030, que es una apuesta, aún más ambiciosa, del Gobierno de Canarias para hacer un Archipiélago “más sostenible en lo ambiental y de mayor bienestar social”. En nueve años quieren reducir las emisiones de forma drástica, llegar a un 30 por ciento de energías renovables, reducir la proporción de población en riesgo de pobreza y exclusión a la mitad, reducir el desempleo y aumentar su calidad, etc, etc. Dicen que para ello tienen 4.800 millones de euros de la UE y los que lleguen del programa Next Generation.

No se sabe cómo se van a lograr estos objetivos, pero sin ser un gran experto haría falta, para empezar, una reducción radical del transporte privado, un cambio drástico en el sistema educativo, una recualificación generalizada en la mano de obra, un akelarre en el sector turístico internacional, una sesión de hipnosis colectiva a la clase política y una lobotomía intensiva a la clase empresarial de las islas, por no hablar de una reducción bestial del número de camas turísticas y a su vez del número de turistas que llegan cada año.

Y la verdad, excepto lo del akelarre, lo demás, ahora mismo, no parece muy probable.

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