Planteado así, lógicamente, como una dicotomía entre un centro educativo y una gasolinera low cost…  Pues claro, por mucho que le guste a uno poner gasolina barata, se tiene que poner del lado del centro educativo. Y si no hubiera gasolinera, también. A favor siempre de la educación, y más si se trata de infraestructuras educativas en el centro de la ciudad.

Pero esta polémica suscita algunas dudas. Una, poco relevante, de naturaleza formal. ¿Por qué CC pide públicamente al Ayuntamiento de Arrecife que defienda el edificio educativo ante el Consejo de la Autoridad Portuaria si forma parte del grupo de gobierno? No se afanen en responder en los comentarios. Es una pregunta retórica.

Siguiendo con las obviedades. Pedro San Ginés dice que ahora que “sería incomprensible que se priorizase un proyecto privado sobre una iniciativa pública de gran valor educativo y estratégico para la isla”. No se entiende por qué lo dice. El expresidente del Cabildo está plenamente capacitado para comprender el apoyo a intereses privados frente a iniciativas públicas.

Enlazamos con el exceso. Echedey Eugenio, el que quiere consolidar los carnavales en Agramar, dice: “No podemos quedarnos al margen mientras se decide el futuro de un espacio clave para el desarrollo formativo y económico de Arrecife”. Un espacio clave para el desarrollo de la ciudad, nada menos. Y Oswaldo Betancort: “La parcela en cuestión es estratégica para diversificar la economía local y fortalecer la oferta educativa en la isla”. La mesura, esa gran desconocida.

Pero la principal duda puede que sí tenga carácter estratégico. Si este edificio va a albergar, como pide CC, “diversas especialidades formativas, incluidas las titulaciones universitarias que actualmente se imparten en la isla”, y ojalá que también el nuevo Grado en Náutica que ya ha apoyado el Parlamento, ¿por qué el mismo partido refleja en el avance del Plan Insular una ciudad universitaria en Teguise?