A veces la política se convierte en un espacio que se ocupa de lo accesorio mientas se da de bruces con lo importante o con lo urgente sin querer verlo. O mejor dicho: a veces pasa lo contrario y esa es la norma.

Pasa con el fenómeno migratorio. Desde el gobierno se ponen parches porque nadie quiere abordar una solución conjunta. Desde la oposición se utilizan esos parches como arma arrojadiza. Saben que no tienen una solución alternativa pero machacan las que se llevan a cabo. Identifican los problemas pero no aportan soluciones.

De esta manera logran desviar la atención sobre lo importante. Con este asunto es posible que en Lanzarote alguien haya llegado a la conclusión de que un cambio de gobierno (nacional, regional o local) puede llevar aparejado un cambio sustancial en las políticas que se llevan a cabo.

Se ha hablado tanto del SIVE que hay quien piensa que soluciona algo importante, se ha hablado del CATE como si se defendiera a las personas que se alojan allí, se ha hablado de albergues como si alguien ofreciera una solución en su municipio. De traslados, de cuotas...

A lo único que se puede aspirar es que se traslade la situación. Si las pateras dejan de venir a Canarias (es más, si dejan de venir a Lanzarote), pues que sean otros los que afronten el problema. Esa es en realidad la solución que se ofrece.

Con el cambio climático pasa algo parecido. Estos días nos sorprendemos del calor, del excesivo calor, como si fuera un fenómeno local o excepcional. Mitigar (probablemente no se pueda aspirar a más) los efectos del cambio climático debería estar entre las prioridades de la acción de gobierno. No hay nada que indique que eso sea así. Decimos “esto no es normal” pero actuamos como si no pasara nada.

Dice el director de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), de Naciones Unidas, que “hay más personas desplazadas por el cambio climático que por los conflictos”. En fin: nos dedicamos a parcelar las respuestas a una pregunta cada vez más genérica.