6 COMENTARIOS 10/02/2015 - 07:01

Cuando sopla “el viento del moro” (del sudeste) y el océano rompe con fuerza occidental, en el pueblo marinero de La Santa se produce un fenómeno de proporciones titánicas: es El Quemao, una de las cinco olas más peligrosas y codiciadas del mundo. En 2009, esta muralla de agua se cobró la vida del Fula, un querido surfista local. El I Quemao Class de Surf y Bodyboard le rendirá homenaje en las mismas aguas que le dieron y le quitaron la vida.

“Hay que ser muy preciso y saber exactamente cuándo entrar y… cuando salir”, afirma Jorge López, el Goma. La primera vez que este lanzaroteño se tiró al Quemao tenía 17 años y sólo cinco temporadas de experiencia entre olas. Desde entonces, ha vivido jornadas memorables y ha sufrido un rosario de lesiones: cuatro costillas rotas, dos codos abiertos y múltiples cortes producidos por el puntiagudo arrecife volcánico de La Santa.

La ola toma el nombre de un bar de tapas, famosísimo por sus bocadillos de pescado desde 1973. El dueño del establecimiento tuvo un mal encuentro con el fuego de pequeño y lo apodaron el Quemao. El nombrete se extendió al bar y luego a la ola que rompe enfrente, junto al muelle. Como la ola es hueca (“mucha masa de agua y poco fondo”), forma unos tubos espectaculares; se alza dos, cuatro, seis y hasta casi diez metros para luego derrumbarse a una velocidad vertiginosa. Todo lo que arrastra vuela por los aires en la orilla.

En 2009 -en un día “impresionante” para el surf y con muchos fotógrafos en el agua- David Infante, el Fula, llegó tarde. No supo ‘leer’ la ola y se dejó la vida en los fondos del Quemao. En febrero se celebrará el primer memorial en su honor: un torneo de surf que traerá hasta Lanzarote a 64 especialistas de surf y bodyboard. La fecha la decidirá “este tiempo caprichoso”. Los pescadores dicen que hay que esperar a que haya “mar de abajo”. Si no, la ola no entra.

El Goma -organizador del I Quemao Class- lo habla con un amigo, sentado sobre el muro de piedra que separa la pequeña civilización de un Atlántico salvaje. De vez en cuando miran hacia el horizonte por donde llegará el Quemao. Como ellos, hay muchos otros en estado de alerta: con un ojo puesto en el parte meteorológico y otro en el mar, este mar que todo lo dicta: la vida, la comida, el sueldo y el arte del surf. La reputación del Goma le precede. “Es una leyenda entre los locales”, un “crack” que ha surcado las olas más enérgicas del planeta. Nació en 1971 y muy pronto empezó a pasar más tiempo en La Santa que en ningún otro lugar de Lanzarote. Corrían los años ochenta y todavía no existía la industria de tiendas y escuelas que dos décadas después ha generado este deporte. A Jorge se le aceleraba el pulso al ver el estado del mar desde la carretera, tiraba los libros y se daba el primer baño con una tabla prestada. “Estoy vivo gracias al mar”, dice. Es su psicólogo y su droga. Para llegar a surfear como lo hace él (o Elkerton, o Carrol, o Franito, o Lezcano) se requiere “trabajo y constancia” en grandes cantidades.

Muchos de los vecinos de La Santa han perdido familia en el omnipresente Atlántico, fuente de vida y causa de muchas ausencias. Por culpa del mar -también de la heroína- el Goma ha recorrido demasiadas veces el camino que lleva hasta el cementerio. “Aquí somos una familia”, dice con orgullo. “Sería impensable organizar un torneo sin la colaboración de la gente. Lloverían piedras”. Un nutrido número de empresas locales sostienen, con recursos humanos y económicos, este proyecto de sabor isleño y calidad internacional, que repartirá cinco mil euros en premios. Lo disfrutarán, en algún momento de febrero, deportistas lanzaroteños, canarios, gallegos, vascos, santanderinos, ingleses, portugueses, franceses, estadounidenses, australianos y brasileños, entre ellos Mauri Laberg (cinco veces campeón del mundo), y el canario Diego Cabrera, que ocupa la quinta posición en la clasificación mundial.

Todos envidarán la vida en el Quemao, muy cerca del muelle donde los barcos esperan la próxima captura de gambas y algunas mujeres fabrican cojines de arena y pulseras de coral. Aquí podría haber escrito Herman Melville algún capítulo de Moby Dick, porque El Quemao es un abismo acuático donde algunos, no muchos, alcanzan ese “inasible fantasma de la vida”.

Comentarios

Es un gusto leer tus artículos. A nivel periodístico tu también estás en el top 5.
Es un gusto leer tus artículos. A nivel periodístico tu también estás en el top 5.
Enhorabuena por el artículo, me ha parecido muy interesante.
La verdad que tube la oportunidad de estar dentro de mi familia Gary Elkerton 3 veces sub campeón del mundo y 3 veces campeón del mundo me acuerdo en el año 2.000 2001 2002 y 2003 cuando Elkerton surfeava el quemao y yo dentro del coche y lloviendo era ver a Neptuno destrozando la ola de más de 3 metros era una pura vestía de pura sangre nunca tenía límites en las loma más grandes del mundo me decía , también cuando más me impacto fue una ves en la izquierda de la santa pasada de fuerza total se unía la barra de la izquierda con la derecha y miraba como esa vestía cojia los huecos llamados cavernas del infierno y solo notaba como temblaba el suelo del aparcamiento de la izquierda la verdad , que puedo decir que pase muchos años de aventura con Elkerton a podado Kong Lives era algo fuera de lo normal una vestía que es trozaba las olas como un niño un papel sí algo puedo decir del que era una persona positiva en las olas más peligrosas del mundo y con esto quiero decir que era un dios en el agua Levi Lanzarote Un cordial saludo.
Ya tocaba. Un abrazo a Jorgito, grande entre los grandes conejeros. Waaaahhhhhhhh!!!!!!!
Ya tocaba. Un abrazo a Jorgito, grande entre los grandes conejeros. Waaaahhhhhhhh!!!!!!!

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