Ana Carrasco

Si viviera María Moliner

La palabra disruptor significa "rotura o interrupción brusca". Al ser un anglicismo, la RAE propone sustituirla por "perturbador" o "alterador". Quizás por ello, "disruptor" no es usual en literatura, sí en medicina, especialmente en la rama que se ocupa del sistema endocrino. Este sistema está compuesto por glándulas y hormonas. Las glándulas producen hormonas que viajan por la sangre, estableciendo comunicaciones entre células y órganos, lo que permite el equilibrio interno del cuerpo. Por ejemplo, el páncreas produce insulina, que es la hormona encargada de controlar los niveles de azúcar (glucosa) en sangre.

Sucede que algunas sustancias químicas, como las presentes en los plásticos o en otros productos de consumo, pueden llegar a nuestro interior. Al ser parecidas, en su estructura molecular, a las hormonas, bloquean los receptores hormonales de las células; algo así como "El que fue a Sevilla perdió su silla". Esas sustancias se denominan "disruptores endocrinos".  Y son peligrosas porque impiden que la hormona pueda realizar su función. Sirva de ejemplo, el bisfenol presente en algunos plásticos, al "imitar" al estrógeno puede ocasionar cáncer de mama o de otro tipo. Existen alrededor de mil sustancias con capacidad disruptiva.

En estos días de gran estupor por el alcance de la corrupción política, se me ocurre que los corruptos se parecen, en algo, a los disruptores endocrinos. Ocupan los receptores de las estructuras orgánicas de los partidos, de las instituciones, de las empresas, provocando desequilibrios importantes para la salud democrática y la correcta gestión de los recursos públicos. Pervierten el sistema y socavan la credibilidad de la población en la clase política.

Como agentes del caos habría que prevenirlos, apartarlos y juzgarlos. En medicina, los endocrinólogos se ocupan de detectar los trastornos del sistema endocrino. Si hablamos de corrupción en España, la UCO (Unidad Central Operativa de la Guardia Civil) está demostrando ser una eficaz "endocrinóloga".

Si los disruptores endocrinos pueden provocar la muerte de una persona y los "disruptores políticos" erosionar y dejar sin constantes vitales democracias, parecería más acertado, definir "disruptor" considerando su etimología. Disruptor proviene del latín "Disrumpere", que significa "romper, partir, destrozar, romper en pedazos". Pienso que, si viviera María Moliner, habría incluido el término en su Diccionario de uso del español.

 

Comentarios

El término disruptor es muy frecuente en mi campo, que es la docencia. Desgraciadamente se suele reservar para el alumnado, y nada para el profesorado, donde hay auténticos especialistas en montarla.
Gran artículo. Muchas gracias.

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