Plan de arbolado de Arrecife. Dejémoslo en plan
No soy yo, ni ninguno de mis conciudadanos quiénes hemos hablado de un plan de arbolado. Ha sido la alcaldesa de la capital, Ástrid Pérez Batista. Para más detalles, habría que decir que no conocemos nada denominado como plan de arbolado, ningún documento que recoja una intención, que señale un presupuesto, que marque un plazo de ejecución, ni las calles que se beneficiarían de tal medida. Tampoco hemos visto una simulación, dibujo o infografía. Sí apreciamos que Ástrid Pérez tiene una estrategia para hacerse fotografiar con su casco de obras, a sabiendas de que una imagen vale más que mil palabras. Lo más que vemos es una ocurrencia tras otra para dar apariencia de gestión a sus dotes improvisatorias y a la de sus asesores. Si no es una zanja, son los rótulos de las vías, esos que ella cree que cambian una calle sin más inversión, esfuerzo e ideas que los cuatro tornillos de la placa. También se apropia de las obras de otros, o es un centro comercial ejecutado por la iniciativa privada, que parece una obra municipal que viene a salvar la actividad comercial, cuando lo que suele suceder es que se cargue al pequeño comerciante y la actividad de las pequeñas calles, o es la renovación de semáforos que hace suya pero que, para su desgracia, es el Cabildo quien la financia.
Se atrevió a hablar de árboles en calles en los que no plantó ninguno, lo hizo sin ponerse colorada, y me remito a "sus" calles Greco y Valencia. Viene hablando del número de árboles plantados sin matizar que no son nuevas plantaciones, sino reposiciones. Y podemos seguir hablando de las repercusiones de sus acciones de gobierno, como por ejemplo, sobre lo que pensará la ONCE de las iniciativas de amueblamiento urbano que se acometen en Arrecife bajo la responsabilidad de su alcaldesa, al menos, yo ignoro lo que pensará Ástrid Pérez Batista de los ciegos, los ancianos y los niños. Los ciegos no ven, los ancianos y los niños necesitan que velen por ellos. Ninguno se vale por sí sólo, pero la alcaldesa no parece creer que en el municipio haya invidentes, infantes, ni ancianos.
No sé qué consideraciones hará al espacio urbano ni si sabrá que se usa por la población. Ignoro qué se le pasa por la cabeza con las aceras, con las rotondas, con las macetas, con el ornato, ni si sabe lo que es calle, barrio, pueblo o ciudad. Ni alcanzo a pensar la idea que tiene de sí misma y de sus capacidades ni si conoce sus debilidades y, de tenerlas, sus fortalezas. No sé si lee lo que se escribe de ella; lo que se piensa de ella; lo que se habla de ella, ni si le interesa. Como ignoro si se siente concernida de lo que pensamos que hace -cuando lo hace- del espacio urbano.
Puede que Ástrid Pérez no piense en la ciudad, en esta ciudad y en este municipio, porque sea ella misma el objeto de todos sus pensamientos, ella y su supervivencia en lo público. Si sé que la alcaldesa no hace otra cosa que calcular. Una mujer que quiere seguir calculando sus cosas mientras cobra del erario público, sin prestar el más mínimo servicio a la población.
Esta manifestación del PP nacional que es su PP insular hace lo que le viene en gana sin el concierto ciudadano, sin la escucha a la población, y lo hace torpemente y a empellones. Le dijeron a Ana Pastor en su reciente visita a Lanzarote que dijera que la mejora en la capital empieza a notarse pero la pobre ni debía saber en qué, si en la mejora de la percepción del espacio urbano porque haya menos vehículos y sea más accesible a la ciudadanía, o porque se pueda transitar bajo interminables filas de árboles, o porque se cumplen y se hacen cumplir las ordenanzas. Pues no, lo que se está empezando a percibir es un cambio de farolas, un lleno de maceteros, absurdos tropiezos en las aceras y cuyo espacio bien podría ocupar un árbol. Pérez vive en una nube igual de absurda, en la de la obsesión por el reconocimiento, asunto que la aleja de la calle. No sabe del espacio público, ni de sus necesidades y desconoce qué necesita una ciudad para mejorar y una ciudad ni es un balcón ni el patio trasero de su casa.
El ayuntamiento ha devenido en bastión inexpugnable, al que, por no poder, ni podemos hacerle llegar un mensaje en una botella.
Comentarios
1 X Mar, 25/04/2023 - 18:47
Añadir nuevo comentario