La tragedia presentada como espectáculo
Lo que hay que ver. El asesinato de un ciudadano colombiano en Tailandia por parte de un ciudadano español que confesó la autoría del hecho delictivo se ha convertido en todo un show mediático y repugnante. Son horas y horas de especulación y descontextualización.
“Colaboradores” sabelotodo, que abundan en España, y lo que es peor, periodistas, criminólogos, abogados y psicólogos atrapados por los medios de comunicación para quienes trabajan, siguen alimentando el morbo con retahílas claramente condicionadas por la cercanía o relación, incluso profesional, que mantienen con la familia del agresor.
Si ya cualquier asesinato es un hecho truculento, el desmembramiento del cuerpo, como es el caso, es tremendamente cruel y dramático. Un hecho así exige rigor en el tratamiento informativo por respeto a la opinión pública y respeto a las familias que de un lado o del otro están afectadas. Y damos por descontado la responsabilidad social que tienen los medios de comunicación.
El crimen con ensañamiento en Tailandia es un ejemplo, pero también llueven etiquetas de show mediático con víctimas de violencia de género o inmigrantes fallecidos en penosas travesías por tierra y mar, donde el pudor y la prudencia brillan por su ausencia.
La estrategia amarillista es escudarse en las presunciones para ocultar el rigor y engrandecer el morbo que “vende”. Ha sido tal el sensacionalismo del caso en cuestión que los “informadores y equipos de investigación” se han atrevido a escudriñar en la vida profesional del muerto intentando desprestigiar su desempeño como médico cirujano quién sabe con qué macabra intención de echar mierda, una acción que la familia de la víctima paró en seco avisando de la interposición de medidas legales. ¿Por qué se divulga si un cirujano operó bien o mal si la motivación de su asesinato no tiene nada que ver con su trabajo? No hay justificación ninguna para perpetrar un asesinato.
El hecho de que la noticia tenga interés social, que lo tiene por ser el asesino confeso hijo de un conocido actor español, no da ni mucho menos licencia al sensacionalismo ni al asalto a la dignidad de los familiares, sean de la víctima o del autor del delito, que son gravemente atacados en situaciones de mucha tensión. Siempre lo digo, para la muerte y el suceso, así sea una accidente muy leve, habrá cámaras y despliegue, para la educación, la cultura y el deporte, más bien poco. Están retratados.
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