Samuel C. Figueras

El antiguo Cabildo y la Casa y de Los Arroyo, ante un Cabildo incapaz

En el año 1988, el Cabildo de Lanzarote adquiere la Casa de los Arroyo, uno de los inmuebles domésticos señoriales más antiguos y valiosos de Arrecife, datado en la primera mitad del siglo XVIII y declarado como bien de interés cultural, BIC, en 1990, es esta la mayor medida de protección existente en el Estado Español.

En el año 2002 se declara como BIC la antigua sede del Cabildo de Lanzarote, en la Calle Real, edificio construido en las primeras décadas del siglo XX en el estilo imperante en ese momento.

Hacer mención a estas dos relevantes muestras del patrimonio cultural tiene su justificación en que la titularidad de ambos es del Cabildo, y es en esta misma institución donde se depositan las competencias en materia de patrimonio cultural  para la isla. Le corresponde, por tanto, velar por la preservación de los testimonios más notables del acervo cultural lanzaroteño y es quien debe garantizar la protección de estos, adoptando las medidas que garanticen su conservación.

Tanto la Casa de los Arroyo como la antigua Casa Cabildo han sido objeto de obras de restauración para su nuevo uso. El primero de los inmuebles ha tenido una azarosa vida, pues se ha dotado de distintas funciones a lo largo del tiempo, tanto como sala de exposiciones, como de dependencias administrativas, sin que ningún gobierno haya tenido claro qué hacer con él. Mejor  suerte ha tenido la Casa Amarilla, denominada así, no se sabe bien el motivo, pues ni es amarilla ni es -ni lo ha sido antes-  casa, pues este término tiene unas connotaciones domésticas ausentes en el inmueble.

Mejor suerte ha tenido el antiguo Cabildo, que disfruta de una acentuada misión divulgativa y expositiva. Si bien se acometieron obras de restauración que finalizaron en el año 2014, poco tiempo después se puso en evidencia que los daños que presentaban sus fachadas, principalmente por la caída del revestimiento cerámico, estaban lejos de haberse resuelto, así como los problemas derivados de la humedad presente en los muros. Siendo un problema la deficiente restauración acometida, el mayor de ellos es la falta de actuación del Cabildo, ya de la Consejería de Cultura responsable de su gestión, como  del Servicio de Patrimonio que parece estar ausente de lo propio y no desea percatarse del estado de sus fachadas con piezas cerámicas desaparecidas y otras sujetas con vendajes encolados.

La Casa de los Arroyo no sólo sufre patologías derivadas de deficientes actuaciones, sino que los insectos devoran sus maderas y la humedad de sus muros lo convierten en un inmueble insalubre.

El estado de conservación de las dependencias traseras, parte de las cuales albergaron una peluquería en régimen de alquiler, y, quizás por ese motivo nunca fue objeto de restauración alguna, puede definirse como técnicamente en ruinas y con el estado de su fachada trasera muy lejos de la ejemplarizante actuación que nos deben las administraciones públicas. La situación se agrava porque el inmueble colindante viene siendo objeto de intervenciones que restan valores al BIC, algunas de las cuales suponen un importante impacto visual, no sólo sobre la Casa Arroyo, sino sobre el entorno de protección de la Iglesia de San Ginés, pues los dos entornos de protección alcanzan al inmueble en obras mencionado y las condiciones de intervención en ellos, aunque parecen no cumplirse, se ha permitido ejecutarlas.

Resulta muy loable que la administración pública adquiera patrimonio arquitectónico, aunque no pueda llegar a todo, lo que nos hace pensar que deben generarse los incentivos que permitan que los inmuebles con valor cultural puedan seguir en manos de particulares, ahora bien, si, finalmente se adquieren, en algún momento habrá que echarle conocimiento para la búsqueda de su nueva función. Tras muchos  años desde la adquisición de la denominada como “Casa de Don Fermín”en la calle Fajardo y de unas costosas obras que nos devuelve a la comunidad un magnífico edificio, único con sus características, desconocemos en qué se va a convertir. Dicen que en sede del Servicio de Patrimonio, tal es la poca cabeza.

 

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