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Todo por un sueño: unir la mar y la tecnología

Rubén Betancort 0 COMENTARIOS 05/02/2018 - 06:11

Como en la conocida ley de la conservación de la materia, ‘la aventura ni se crea ni se destruye, se transforma’. Pensando así, Diego de Miguel, un zaragozano enamorado del mar y de la tecnología, decidió hace dos años afrontar una gran experiencia vital: comprarse un barco, vivir en él cargado de tecnología y recorrer el mundo. “Me fascinó el mar cuando era pequeño”, señala.

“Veraneábamos en Salou y hacía todos los deportes acuáticos posibles, hasta que un día pensé por qué no unir esta pasión por el mar y por la tecnología, otra de mis aficiones, y hacerlas mi forma de vida”. Y surgió el Acrobat, un velero Sigma 38 de 12 metros de eslora al que ha convertido en su casa, su equipo de regatas, su oficina de trabajo y su laboratorio.

Tremendamente leído, Diego de Miguel busca aventuras para unirlas a las explicaciones sobre los experimentos que lleva en su embarcación. “Menos una bicicleta eléctrica, que es checa, el resto de inventos son españoles”, explica en su barco, que a su vez es casa, oficina y laboratorio atracado en Marina Rubicón, mientras muestra cómo funcionan. Un mecanismo para evitar la corrosión de los barcos, un submarino del tamaño de una caja de zapatos, un ‘gps’ para submarinos, placas solares flexibles... todo un mundo tecnológico que prueba por donde va, explicándoselo a promotores y dando charlas para que los niños vean cómo es su forma de vida.

“En este barco se han hecho muchas parejas”, cuenta. “Me río cuando hablan de Gran Hermano porque en el programa de la tele, si te cansas de alguien, te vas... aquí cuando te cansas de alguien, ¿te tiras al agua? Esto si es un Gran Hermano”, dice entre risas.

La última aventura del Acrobat ha sido ser juez de la primera Competición Astronómica de Posición, una regata que unía las 600 millas náuticas que separan Cádiz y Lanzarote y donde lo único que se podía utilizar para navegar era el sextante. “Es curioso que, un barco con tanta tecnología del siglo XXI, haya sido juez de una regata donde la tecnología para navegar era la típica hasta los años 80 del siglo pasado”, confiesa el capitán del Acrobat. En la regata los participantes debían unir los puntos previstos con el mínimo margen de error y el Acrobat era el encargado de comprobar las posiciones de estas embarcaciones.

Ésta sólo ha sido la última antes de continuar desde Lanzarote a Estados Unidos. Antes de eso el Acrobat unió a tres navegantes y tres montañeros expertos para surcar los mares y escalar montañas y volcanes. “Fue una aventura maravillosa porque Carlos Pauner, Fran Lorente y Raúl Martínez, tres excelentes escaladores que han hecho varios ochomiles no sabían nada de vela y nosotros, los navegantes, nada de montañas, así que íbamos todos a aprender... y aprendimos”, narra Diego de Miguel de su aventura para ascender el Vesubio, el Etna o el Stromboli, entre otros.

Sailing Living Lab

El proyecto donde se ubica todo se llama Sailing Living Lab, único e innovador abierto a colaboraciones con empresas y particulares interesados en probar nuevas tecnologías en alta mar y el Acrobat es el único, de todo el proyecto, que es una embarcación y un banco de pruebas sin igual, ya que ofrece condiciones de gran dificultad para productos tecnológicos que deben afrontar tests tan duros como la humedad, salinidad o climatología adversa.

“Lo que hace de Sailing Living Lab un proyecto único es la concurrencia del factor emprendedor por la aventura de circunnavegar el planeta, el factor innovador por las experiencias tecnológicas y el factor social por la intención de generar y transmitir conocimientos y experiencias en las escalas del viaje”, dice Diego de Miguel mientras prepara su embarcación porque, al día siguiente, llegaban los visitantes más exigentes: “los niños”.

El aragonés Diego de Miguel recorre el mundo a bordo de su casa, el Acrobat, dando charlas sobre tecnología

La aventura de dar la vuelta al mundo comenzó en 2016 pero tuvo un problema, dice. “Llegué al Puerto de Santa María y casi no salgo porque primero el tiempo, después la comida, después los carnavales... y así sumando, llevo ya un año de retraso, hasta el punto de que en Cádiz la gente hablaba de mí como ‘el que está dando la vuelta al mundo sin salir de Cádiz’”, ríe mientras recuerda que hasta una chirigota le dedicó una letra.

Con un año de retraso, vuelve al ataque. “Ahora saldremos desde aquí a Gran Canaria y desde allí al Caribe para pasar luego por Miami, Nueva York, Boston y Rhode Island para participar en salones náuticos y charlas universitarias, pero no puedo despistarme porque quiero regresar antes de la temporada de huracanes en el Atlántico y volver a Estados Unidos una vez concluya la temporada para seguir con más salones tecnológicos, siempre y cuando las empresas que me apoyan estén de acuerdo y promocionar sus equipos a nivel mundial”, explica.

Está claro que Diego de Miguel sabe lo que quiere aunque reconoce que no sabe dónde estará en tres meses. “Así es mi vida, pero me gusta vivirla así”, recuerda el maño. “Mi padre me dice “Diego, ¿qué estás haciendo con tu vida? y yo le digo, vivirla porque no sé si esta aventura durará un año, dos, cinco o toda la vida... pero mientras dure, quiero que sea así”.

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