DIARIO DEL CORONAVIRUS (XXIII)

Seguridad

Foto: Suso Betancort.
Saúl García 0 COMENTARIOS 07/04/2020 - 20:18

Hoy he estado de visita en el hospital José Molina Orosa. Ya sé que están suspendidas las visitas, pero era una especial: una especie de visita guiada para la prensa. No es lo ideal, pero es mejor que nada. De todas formas, ese es otro asunto.

En estas oleadas de temas de actualidad coronavírica que duran entre dos y tres días, ahora parece que le ha tocado el turno a las mascarillas. Al principio de la pandemia no eran necesarias porque el virus no se transmite por el aire y llevamos camino de que van a acabar siendo obligatorias.

En el hospital, la mayoría del personal sanitario no las lleva en las zonas que llaman limpias, donde no hay personas infectadas y, al menos con los que he podido hablar, no porque no haya mascarillas sino porque consideran que no es necesario. Insisten, eso sí, en la distancia de seguridad, en no toser a nadie a la cara y en lavarse mucho las manos. Aún así, hay trabajadores que la llevan y seguro que la acabamos llevando todos.

Pero es evidente que no es un tema incontrovertible. Cuando se juntan la Administración y la seguridad, en este caso sanitaria, los medios se convierten en el fin. Es más importante aparentar (o demostrar) que se han tomado todas las medidas, sean o no eficaces, que dar explicaciones.

Los protocolos de seguridad tienen más de protocolo que de seguridad. Es como ese rito de la cantidad de líquido que se deja pasar en un aeropuerto y que ya nadie sabe para qué se hace. Sin embargo da la impresión de que velan por tu seguridad aunque haya una infinidad de posibilidades más de que haya un accidente por razones que tiene que ver con la propia aerolínea (incluso de ahorro en seguridad) que porque alguien elabore un explosivo con un bote de champú de 200 centilitros.

Sin embargo la seguridad es sagrada. Sirva o no sirva, es un paracaídas. Es más importante la apariencia que la realidad, como esas cámaras de seguridad que ni graban ni revisa nunca nadie. Una vez escuché que en el futuro los aviones serán automáticos, pero en la cabina viajarán un piloto y un perro. El piloto, para que los pasajeros se sientan seguros, y el perro para morder al piloto si se le ocurre tocar un botón.

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