CULTURA

Quico Martín Caraballo: bailar y enseñar a bailar

Ha recibido el Reconocimiento Ajei por más de medio siglo dedicado al baile, a actuar y a enseñar a varias generaciones en agrupaciones folclóricas

Saúl García 0 COMENTARIOS 02/11/2025 - 08:10

El primer día que Quico Martín Caraballo (San Bartolomé, 1962) bailó ante el público ya hizo doblete. Aún era un niño. Hacía un año que su cuñado, que bailaba en la Agrupación Ajei, le había llevado un día a un ensayo. “Vamos para que veas si te gusta”, le dijo. Y parece que le gustó porque no ha parado desde entonces.

Aquel día, que tendría unos diez años, bailó una folía en la Sociedad Porvenir en un homenaje que se hacía al tenor Alfredo Kraus. Eso fue por la tarde, y por la noche bailó en Jameos del Agua, porque los grupos folclóricos actuaban todos los martes y los sábados. “Ese fue el primer contacto que tuve yo con el folclore”, explica hoy Quico. “Estuvo bonito porque era un chinijo, un petaquito haciendo lo mismo que estaban haciendo los grandes”, señala. Quico siempre ha sido bailador: “Nada de toque ni de canto, nunca”. Este año ha recibido el Reconocimiento Ajei 2025, entregado durante el XXIII Memorial Don José María Gil.

Aprendió viendo bailar y bailando con uno de los bailadores más grandes que ha tenido ese pueblo,  Marcial de León Corujo, más conocido como Lero. “Fue un gran bailador y él fue, junto a otros compañeros, el que me enseñó los primeros pasitos”, dice Quico.

Más tarde, cuando tenía doce o trece años, en la escuela había una profesora que hizo un grupito de baile, “más bien para fin de curso, como se hace ahora, o alguna fiesta”, y con ella no solo aprendió algo más sino que, como ya bailaba en Ajei, se puso a enseñar a otros niños, y en eso tampoco ha parado. Ahí descubrió que la enseñanza, como el baile, también la llevaba dentro, que era vocacional.

Y más grandito, aunque todavía siendo un chaval, en 1978, montaron el grupo Mencey, cuando se “desbarató” Ajei, con un repertorio muy similar y con un grupo de 32 niños y niñas de ocho, nueve, 10 años... Ahí él también se encargaba de bailar y de enseñar el baile, principalmente a los más pequeños “que aprenden más rápido”, aunque a lo largo de su vida también ha enseñado a algunos mayores, como en Los Campesinos, donde lleva bailando los últimos 29 años y con quienes ha salido a actuar fuera, al resto de las islas, a la Península, a Europa o a Cuba. Dice que en algunos sitios “se aprecia incluso más que a aquí”. “Nosotros vamos a Tenerife o a Gran Canaria o a cualquier isla y nos aprecian casi más que aquí por el colorido de la ropa, por el baile...”, señala.

“Es muy difícil que tú ahora inventes algo y saques una pieza nueva”

Lo de Mencey también terminó. Unos se fueron a estudiar, otros se cansaron y él se fue a hacer la mili. A la vuelta siguió enseñando a un grupito de niños y niñas, y después estuvo en Tao, con Juan Quintero, y también enseñó en Uga, con el grupo San Isidro, con el que bailó unas piezas 44 años después.

Lo de enseñar a los más pequeños siempre tiene el mismo horizonte, porque los niños crecen y se van a estudiar o se interesan por otra cosa. Pero muchos luego vuelven. “Del grupo de Tao fueron mucho chicos a Los Campesinos”, señala. Y también de Mencey.

Cambios

Dice Quico que en el folclore hay poco cambio, poca innovación. “Tenemos isa, folía, seguidilla, malagueña... luego Los Campesinos tienen La Saranda y poco más. Hay algunos grupos que hacen algo diferente, pero no mucho, uno le da un estilo, otro le da otra cosita, pero es lo que es, no te puedes echar fuera de ahí porque no vas a conseguir nada”. Dice que Los Campesinos han sacado “alguna piecita, alguna cosa, pero siempre mirando lo de atrás”. “Es muy difícil que tú ahora inventes algo y saques una pieza nueva”.

San Bartolomé tiene su estilo de baile, Arrecife tiene el suyo. “Es un poco parecido, pero quien entiende, nota la diferencia”, aclara. “El baile de Tenerife es un baile más asentadito, el nuestro es más del campo, más auténtico, gusta mucho fuera”, asegura. Y él espera que no se pierdan esas diferencias.

“Esto te tiene que gustar realmente, por eso llevo así 54 años”

En el folclore de la Isla, San Bartolomé siempre ha tenido mucha importancia. Quico nombra a José María Gil como el impulsor, después de los famosos bailes del candil. San Bartolomé siempre ha sido cuna de grandes folcloristas, pero Quico cree que ahora la situación “está un poquito pobre”. Funciona la Agrupación La Peña, de la que también fue fundador en 1994, pero “hay menos gente, hay menos relevo”.

Dice que en Los Campesinos, por ejemplo, “la mayoría llevamos veintipico años, treinta años... Ahora hay un chiquito nuevo, pero es uno, el año pasado estuvieron haciendo unos cursos, entraron muchos, pero luego se marcharon todos”. Se ha ofrecido al Ayuntamiento a dar clases de baile si se organiza un grupo. “A mí no me importaría echarles una mano para enseñar a niños, para que vayan aprendiendo y a a ver si sacamos dos o tres, pues ya es un montón, porque es difícil que salgan todos...”, dice. “Pero cuesta, sacar a alguien cuesta y también que le guste, porque eso te tiene que gustar, si no te gusta no hay nada que hacer, porque no es ir a dar cuatro saltos y ya está”.

Unión

“Esto te tiene que gustar realmente, como a mí, que por eso llevo así 54 años”. Le gusta bailar, le gusta ensayar, actuar, enseñar y le gusta hasta reunirse. “Yo estoy deseando que llegue el miércoles para ir al ensayo, porque ese ratito que salgo, me encuentro allí con los amigos, nos ponemos a hablar, a contar historias de cuando fuimos, yo que sé, a Cuba, de lo que nos pasó en otro sitio... y eso es lo bonito. A veces estamos dos horas en el ensayo y ensayamos media hora nada más, pero estamos allí sentados, uno dice una broma, otro dice otra... Eso, la unión, para mí casi es lo más importante”.

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