Hoy estoy obligado a atender a la actualidad, como se requiere a un diario. Y la actualidad la marca la salida de los menores de 14 años a la calle. Según la muestra no representativa de mi balcón, no ha habido un aluvión de madrugadores, como era de esperar, pero sí un catálogo de complementos, como patines, bicicletas o patinetes, si dejamos aparte los guantes y mascarillas.

De mis hijos, solo la pequeña es computable a efectos de derecho a paseo diario, así que como tocamos a dos adultos por niña paseable, por ser el primer día hemos dividido el paseo en dos sesiones encadenadas de media hora.

Me ha tocado el segundo turno y le he preguntado qué tal, qué le había parecido la experiencia. “Al principio un poco raro”, me ha contestado. ¿Por qué? “Porque me parecía que estaba haciendo algo malo”. Así estamos. No es que haga una enmienda a la totalidad del confinamiento, ni a una parte, ni a la estrategia, pero aunque sea para que sirva como reflexión, leo que en Suecia no se han suspendido las clases porque “el derecho de educación de los niños debe de ser respetado y valoran como negativas las consecuencias de dejar de ir al colegio”.

Auguro que antes de terminar la semana, y ante su insistencia de que no está abierta ni siquiera la heladería y de que tampoco nos podemos bañar (ya que hemos comprobado cómo la Policía llamaba la atención a un padre y su hija de unos cuatro años, que se estaban refrescando), va a llegar el día en que sea ella la que no quiera pasearnos a nosotros y prefiera estar tranquila en casa.

De vuelta, por la Calle Real, se ha fijado en los carteles pegados al escaparate de Zara que, escritos con letra infantil, dicen: “Gracias Amancio”. “¿Quién es Amancio?”. “El dueño de Zara”, le he dicho. “¿Le conoces?”. “No, pero sé quién es porque es uno de los hombres más ricos del mundo”. Se ha sorprendido y me ha preguntado que quién es el más rico. “Creo que el dueño de Amazon”. Y ella ha dicho: “Pues sí que compramos chorradas, ¿no?”

Y normalmente, cuando dos personas que pasean están de acuerdo, dejan que les acompañe el silencio.

***