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María Jesús Pérez (o el avance de la sanidad)

La doctora se jubiló este mes, después de 36 años en la sanidad de la Isla. Empezó en Urgencias, acabó montando la Unidad de cuidados paliativos y es una firme defensora de la calidad de la sanidad pública

Foto: Manolo de la Hoz.
Saúl García 7 COMENTARIOS 13/12/2018 - 06:23

Cuando los hijos de la doctora María Jesús Pérez Díaz se quejan, les recuerda que su abuelo, el de ella, se fue a Uruguay con 16 años a buscarse un futuro. “Eso sí es duro”, dice. Los padres de María Jesús eran gente de campo, pero ella pudo estudiar medicina en La Laguna. El último año, rotatorio, ya lo hizo en Lanzarote y después de un periodo breve en La Gomera y La Palma empezó a trabajar en el antiguo hospital, la Casa del Mar, el 4 de junio de 1982.

El pasado sábado, 1 de diciembre, sus compañeros le reconocieron su dedicación en una fiesta de despedida en el Momumento al Campesino. Se acaba de jubilar. Unos días antes, decía que se iba a sentir rara: “No trabajamos de médicos, somos médicos”, aseguraba.

En Lanzarote se ha formado, como persona, y como doctora, y ha visto cómo la sanidad pasaba de ser una sanidad “de guerra, de emergencia” a convertirse en una sanidad con una estructura a la que tiene acceso toda la Isla. “Eso no lo tiene nadie”, recalca. Por eso dice que lo que se ha conseguido “es un lujo” que hay que conservar, pero que no fue nada fácil.

“Quiero que mis nietos y bisnietos tengan una sanidad digna y sigan teniéndola. El reto es saber mucho de medicina, estar preparado y conservar lo que ha costado tanto esfuerzo”. Y advierte que ahora le parece que se pasa por una etapa “sin ilusión por la sanidad pública”, quizá porque los más jóvenes “tienen todo hecho y desconocen el valor intrínseco de las cosas”.

María Jesús sabe de lo que habla. Empezó en el Servicio de Urgencias con otros cuatro médicos, todos recién llegados: Juan José García Hernández, Pedro Moreno, José Hernández Artiles y Martín Güemes. Ella era la única mujer y llegó a ser la jefa. Nunca se sintió peor tratada “ni lo hubiera permitido”.

Hacían guardias de 24 horas y otras 24 localizadas y después del turno, lo que surgiera, porque se quedaban como responsables de Hospital, si es que se podía llamar así a las instalaciones de la Casa del Mar. “Todo estaba obsoleto”, recuerda, pero “no había otra sanidad”.

Venían de una generación luchadora de estudiantes y decidieron pelear por una buena sanidad. Se hicieron huelgas, pero fue una reivindicación “madura, intensa y fructífera”, y conjunta, entre los profesionales de la medicina y los ciudadanos.

Recuerda la intensidad del trabajo pero también la ilusión y la compañía. En Urgencias cosían hasta los celadores o hacían diagnósticos. “Vaya ojo tenían, un equipazo”. A ella le enseñó a suturar una auxiliar, Dolores Calero.

En aquella época había muchos accidentes de tráfico, hasta que llegaron las rotondas y fueron disminuyendo. En Urgencias se descarga mucha adrenalina pero el ritmo es duro. “Todos queríamos hacer lo que estábamos haciendo, pero no lo aguantas muchos años”. Había dedicación pero no medios. No había escáner, sólo rayos x, los traslados a otras Islas se hacían en aviones militares y si la necesitaban para una operación le iba a buscar la Guardia Civil a casa o a un restaurante.

Y había compañerismo. “Si oíamos varias ambulancias y no estábamos en el hospital, sabíamos que había algo grave y nos acercábamos a echar una mano”. La Casa del Mar se convirtió en el Hospital Nuestra Señora de los Volcanes, que acabó cerrando en 1989. De hecho, fue María Jesús quien cerró. Salió la última.

El punto de inflexión, o el salto de calidad, fue cuando se montaron los centros de salud, abrió el hospital nuevo y llegaron las especialidades: pediatría, medicina interna, anestesia, trauma, cirugía y ginecología. María Jesús se convirtió en directora médica del hospital durante poco más de un año. No le gustó y además acabó con una úlcera de estómago. “Era duro, no lo pasé bien”.

Volvió a Urgencias y en esa etapa le tocó recibir al lanzaroteño más ilustre. Fue ella quien dio la rueda de prensa comunicando el fallecimiento de César Manrique. Poco después, en 1993, se fue a San Bartolomé, a Atención Primaria, donde estuvo hasta 2005 aunque entre medias fue directora médica de centros de salud de Lanzarote y Fuerteventura.

Cuidados paliativos

Y en 2005 comienza otra aventura. En El Sabinal (Gran Canaria), Marcos Gómez era uno de los pioneros de cuidados paliativos en España. Daba un seminario de cinco días que María Jesús hizo cuatro o cinco veces. Se había dado cuenta de que después de la radioterapia o la quimioterapia no había nada para el paciente y pensó que era de locos. Tenía esa espina clavada y le propuso a la gerente de entonces, Blanca Fraguela, montar una unidad de cuidados paliativos. “Me apoyó en todo”, dice.

Se recicló en octubre de 2005 en el Negrín y le pidió a Encarna Nicolás, “la enfermera más completa que conozco, como profesional y como persona”, que le acompañara. Dijo que sí. Primero se montó el servicio en San Bartolomé y después en el Hospital, con sólo un equipo, que se amplió a dos y luego a tres. Su primer paciente vino de la mano de Sergio García, de la ONG Acompañar.

Dice Sergio, sobre María Jesús, que cuando empezó en paliativos, con un solo equipo, “era disponibilidad completa; eso lo haces por pasión o no lo haces”. Y añade: “No solo tiene capacidad de aliviar físicamente sino humanamente. Con su presencia bajaba el estado de ansiedad del paciente y eso no se aprende en la Universidad, se tiene o no se tiene”.

María Jesús considera que “es imposible trabajar en paliativos sin ser solidario con el sufrimiento del ser humano”, pero recuerda situaciones a las que es muy difícil enfrentarse, de adolescentes que se aferran a la vida o madres con niños pequeños. Aún así, cree que “se puede mejorar la vida que te queda hasta la muerte” y que, por duro que sea, reconforta cuando el familiar de un paciente le da las gracias por haber logrado que muriera en paz. “Eso es importante”.

Uno de sus compañeros, el médico José Agustín González, recuerda una frase que ella suele repetir: “Añadir vida a los días es mucho más que añadir días a la vida”. González conoce a María Jesús desde hace treinta años y dice que le impactó que “además de ser una buena médico era una médico buena”, que tenía un “gran interés por la formación continuada” y que ha pasado “horas y horas para poder garantizar con criterios de calidad y con calidez la atención al final de la vida”.

Ella misma pone el acento en “dar calidad y dignidad” y no separar el tratamiento de lo humano. “El enfermo se tiene que sentir entendido”. O dicho de otra forma: “La morfina por correo no hace efecto”.

Dice que esta última etapa ha sido la más intensa, donde lo ha dado todo con el objetivo de la excelencia. Señala que el cien por cien de la población tiene acceso a cuidados paliativos y eso no pasa en otras islas. “Lanzarote hoy es la mejor infraestructura sanitaria que yo conozco, por su universalidad”.

Dice, para el futuro, que hay un gran reto como sociedad y como Hospital, que es que los pacientes lleguen antes a cuidados paliativos, que se les alivie antes, cuando tienen enfermedades degenerativas u otras. “Atención Primaria tiene mucho que decir”, asegura.

Sobre la muerte, apunta que es “lo único certero que tenemos y sigue siendo tabú”, y recuerda lo que le decía su abuela: “Las personas son como espigas, si está muy alta no lleva grano, cuando pesa es que lleva”. Y añade: “Pues al final de la vida, desaparece la paja y queda solo el trigo”.

Comentarios

La Dra Perez Díaz hizo un magnífico trabajo y es una buena profesional. Quizás se olvidó comentar que sin equipos, sin personas en su entorno las cosas no habrían sido igual. Muchos son los profesionales de esta isla que han hecho y hacen mucho por la sanidad pública. Buena suerte .
Q mas decir de esta buena persona y de su profesionalidad tan buena cm ella yo creo cm ella ????gracias por dar su vida a su profesión y su constancia.
Q mas decir de esta buena persona y de su profesionalidad tan buena cm ella yo creo cm ella ????gracias por dar su vida a su profesión y su constancia.
Que gran medico y mejor persona,un abrazo muy fuerte
Compañera,que gran medico y mejor persona,un abrazo
Que gran profesional se nos retira, además merecido descanso, pero no solo una gran profesional sino una grandísima persona, a disfrutar de tu merecido descanso.
Gran profesional, trabajé con ella como enfermero y recuerdo su entrega y su risa.

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