Italia va a empezar a dejar salir a la calle a los niños, de forma ordenada, si van acompañados de uno de sus progenitores. En España, la experta en innovación educativa, Heike Freire, ha iniciado una recogida de firmas en change.org para que se aplique una medida similar, con el objetivo de que los niños y las niñas salgan a la calle. En Alemania, Francia o Suiza se les permite salir a jugar durante un tiempo.

Dice la experta que los niños “tienen derecho a jugar y deben hacerlo” y que hay edificios que tienen azoteas o patios “y en vez de organizarnos, se prohíbe usarlos”. “Cuando salió el decreto del Estado de Alarma me quedé en shock. Se hablaba de que los perros podían salir hasta en tres ocasiones y ninguna los niños. Y no es por minusvalorar a las mascotas, sino porque los niños también tienen derechos”, asegura Freire.

De acuerdo en lo básico. Solo una salvedad: por más que me lo expliquen, no entiendo la recurrente comparación entre los niños y los perros, aunque es significativo de cómo consideramos a los niños en esta sociedad, como sujetos sin apenas personalidad propia y sin responsabilidad, como una propiedad de los padres. Me parece insultante que siempre se compare a los niños con los perros cuando los adultos tienen una amplia gama de analogías en el mundo animal, desde los cerdos a las hienas pasando por los camellos, las víboras, los buitres o las ratas.

El caso es que los niños, aparentemente, se están comportando mejor que los adultos. Por un lado tienen mayor capacidad de adaptación, por otro, están más enganchados a la tecnología y al mundo virtual, y por último, no nos engañemos: no echan de menos la calle porque no suelen disfrutarla. La pisan pero no la disfrutan en libertad. Hace varias generaciones que la calle dejó de ser un espacio-tiempo de libertad. Salvo excepciones rurales, cuando están al aire libre, si son pequeños, suelen estar encerrados en un parque y si son más grandes, monitorizados en una actividad. Hay niños y niñas que ni pisan la calle. Van de casa al colegio en coche y de casa a las extraescolares en otro coche. 

Decía Alejandro Dumas Jr. lo siguiente: “No llego a comprender por qué, siendo los niños tan inteligentes, los adultos son tan tontos. Debe ser fruto de la educación”. Esa gran desconocida.

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