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La revista AD hace un recorrido por la obra de Manrique con motivo de su centenario

‘Arquitectural Digest’ destaca en su reportaje que el artista “vivió y creó con el objetivo de mostrar la belleza de Lanzarote al mundo".

Imagen que ilustra el reportaje de Rocío Ley sobre la obra de Manrique en Lanzarote.
Diario de Lanzarote 0 COMENTARIOS 26/06/2019 - 10:19

Con motivo del centenario del nacimiento de César Manrique, la revista Arquitectural Digest (AD) ha dedicado un reportaje firmado por Rocío Ley a su obra en Lanzarote. En el artículo destaca “sus construcciones, excavadas en el áspero y negro basalto, rematadas por cal blanca y llenas de la exuberante vegetación autóctona, impregnan sus 167 kilómetros cuadrados y la mayoría de rotondas lucen uno de sus Juguetes del Viento, enormes móviles como veletas de colores que recuerdan a los molinos tradicionales. Toda ella es César Manrique, como dicen los autóctonos”.

Recuerdan que  abandonó Arquitectura para estudiar Bellas Artes en Madrid y, tras varios años exponiendo su abstracción por todo el mundo, vivió en los 60 en Nueva York, la meca del arte en aquella época. “Fue allí donde comenzó a añorar Lanzarote y su exultante naturaleza volcánica”, según escribe la periodista quien reproduce las palabras de su amigo el artista Pepe Dámaso: "Siento nostalgia por lo verdadero de las cosas. Por la pureza de las gentes. Por la desnudez de mi paisaje y por mis amigos. El hombre en N.Y. es como una rata, no fue creado para esta artificialidad. Hay una imperiosa necesidad de volver a la tierra. Palparla, olerla".

Así, en 1966 regresó a su isla para instalarse definitivamente y hacer de ella el lienzo de su arte, personal y ambicioso. El amor que sentía por Lanzarote define sus siempre sencillas intervenciones sobre el territorio: en todas Manrique busca un diálogo extremadamente respetuoso y de integración con el medio ambiente (en su cruzada estética, iba explicando a sus paisanos que no debían derribar las casas para construir un garaje, empleando aluminio en vez de madera, y hasta convenció al cabildo para erradicar las vallas publicitarias).

El reportaje señala que su primer proyecto fueron los Jameos del Agua junto al artista Jesús Soto, donde aprovechó los peculiares túneles originados por una erupción para crear una espectacular piscina rodeada de palmeras, cactus, crotos e higueras, un restaurante y hasta un auditorio. También habla de la realización de “una vivienda de estilo típicamente lanzaroteño que sirviera de modelo y ejemplo, la Casa-Museo del Campesino, con la que reconoce el esfuerzo de estos trabajadores”.

Continúa el artículo señalando que “el Mirador del Río es una de sus creaciones más representativas: en su interior, pasillos serpenteantes, hornacinas, espacios abovedados, esculturas suspendidas, helechos, ventanales y bicromía entre la madera y el blanco de la mampostería”.

Realiza también una parada en la sede de la Fundación que lleva su nombre (que con motivo del centenario celebra un amplio programa de actividades), en Tahíche, se ubica en la casa-estudio que habitó el artista y que edificó en 1968 sobre una colada de lava. Continúa el recorrido arquitectónico por Haría, a donde se mudó en 1986, y adaptó una vivienda de labranza en ruinas y vivió y trabajó hasta su muerte, que es ahora su Casa-Museo.

El “maravilloso” Jardín de Cactus fue su última intervención antes de morir a los 73 años en un accidente automovilístico, y eso que él detestaba los coches, según escribe Rocío Ley quien concluye su redacción así: "Soy un contemporáneo del futuro", solía decir de sí mismo con acierto. El tiempo le ha dado la razón.

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