Su primera actuación fue el día de su comunión. Se puso una peluca calva hecha con una gorra del Más y Más para imitar a Chiquito de la Calzada. Lleva once años despiezando la vida en gags. El 26 de enero su pregón dará rienda suelta al Carnaval de Las Palmas y al día siguiente estará en el Teatro El Salinero estrenando ¡Cállate!

- Conejero de nacimiento, canarión de alquiler. ¿En qué año nace usted? ¿Mucho o poco sentido del humor en el seno familiar?

- Yo nazco en 1985, de gratis, de pequeño ya fui de aportar poco… En el seno familiar siempre hubo y hay mucho humor, pero es un humor con fundamento, el humor de “no es lo mismo la relajación que el relajo”, que es una expresión de la que soy fan.

- ¿Cuándo y cómo empieza a ganarse la vida con el humor? ¿A qué se quería dedicar de chinijo? ¿Cómo definiría su estilo como cómico?

- A ganarme la vida “dignamente”, en 2012 más o menos. El ano y medio previo hasta que empecé a sobrevivir razonablemente fue muy duro. Soy maestro de educación física, te lo prometo, y de chinijo tenía un deseo poco concreto pero bastante sonador: deseaba que la gente me quisiera, en cualquier ámbito, siempre soné tener reconocimiento por algo, que la gente se sintiera bien cuando me viera. Me defino como un contador de historias, un fotógrafo desenfocado de la realidad y un defensor de aquello que parecía que no iba a hacer gracia.

- El tráfico, los propósitos de año nuevo, los revolucionarios métodos nutricionales para perder peso, no distinguir absolutamente nada en una ecografía (y otras perlas de la paternidad), la experiencia runner… ¿La vida es la materia prima de su trabajo?

- La vida es el material, el cemento, la arena, la cal… Yo me considero un peón haciendo mezcla todo el día para conseguir levantar cosas divertidas donde en principio no había nada. No me he inventado ni una sola historia en todo este tiempo, todo nace como las películas de Antena 3 los sábados: “basados en hechos reales”.

- Dice Darío Adanti, cofundador de la revista satírica Mongolia, que el humor no debería tener límites. Que su único límite real es el contexto. ¿Está de acuerdo?

- Totalmente de acuerdo, soy muy fan de Mongolia, son expertos en navegar por las líneas rojas del humor. El límite está en el dolor, y tiene que ver con el contexto, con la forma de comunicar, ahí debe estar la esencia de quien hace comedia. Yo intento equilibrar la balanza, porque cuando se habla de límites siempre se vuelve la mirada hacia el emisor y creo que la responsabilidad de la ofensa, quién pone definitivamente el límite de la comedia que consume debe ser el receptor.

- ¿Cómo han influido las redes sociales en nuestra forma de comunicarnos y en nuestro sentido del humor?

- Lo ha universalizado todo, se han caído las excusas arcaicas de la lejanía y aquello de “no tengo oportunidades porque estoy lejos”. Las redes sociales han dado cancha libre para lo bueno y también para lo malo. El otro día un vídeo sobre el cambio de hora se me hizo viral en Venezuela y ahora, además de estar aprendiendo insultos nuevos venezolanos, también recibo las risas de un sitio que jamás vería nada mío sin las redes. También le están dando oportunidad a comunicadores cómicos, que probablemente nunca se suban a un escenario, pero también tienen algo que decir en el mundo de la comedia. Hay que estar muy atento, estamos muy cerca de hacer shows en directo solo a través de una pantalla, sin público delante.

- Raperos y titiriteros en prisión por lo que dicen sus letras y sus obras. Además de la educación y la sanidad, ¿nos están recortando también en libertad de expresión?

- Los que gobiernan son como esos niños mayores que eran los dueños del patio y no dejaban jugar a los demás. Con esta explosión de vías en las que la gente se puede expresar, han visto que ya no controlan el patio. Hasta que se acostumbren seguramente muchas de las reacciones serán equivocadas. La libertad de expresión es una de las cosas en las que más pienso últimamente, pero necesito todas las páginas del periódico para intentar explicarte mis teorías... ¿Otra entrevista el mes que viene? (Risas).

- En 2015, el centro Pompidou de París organizó una exposición sobre la influencia de la comedia en vivo en el arte contemporáneo. Salvo maravillosas excepciones, ¿cree que nos tomamos poco en serio el humor?

- Aquellos que son capaces de hacerle un hueco de forma seria y firme al humor, tienen mejor calidad de vida, eso está demostrado científicamente por una universidad innombrable de Estados Unidos, y si no ya te lo digo yo. Los que son serios y rectos suelen ser los que cumplen los roles más importantes, pero nadie ha demostrado que estar serio asegure el éxito. Si funcionas con humor, tendrás éxito o no, pero por lo menos te ríes. Hay que dejar de lado esa expresión anticuada de “no te rías, que esto es una cosa seria”.

- Manolo Viera, Ignatius Farray, Aarón Gómez, Faemino y Cansado… Complete la lista de referencias del humor o/y de compañeros con los que le gustaría compartir show.

- De esa lista solo me queda conocer a Faemino y Cansado, a los demás tengo la suerte de tenerlos como amigos y hermanos. Me gustaría compartir escenario con mucha gente, me encantaría conocer a Raphael, que es mi ídolo y una referencia como artista, y me encantaría jugar con David Sainz, que me da mucha envidia fraternal verlo currar con mi hermano Aarón.

- “Los políticos lo hacen mejor que nosotros [los humoristas]. No se puede competir”, dijo en una entrevista. ¿Podría ser que los humoristas lo hicieran mejor que los políticos como gestores públicos?

- En aquellas áreas que requieran un alto porcentaje de observación y sensibilidad podríamos competir seguro. A los buenos humoristas que conozco les unen dos cosas en común: buen corazón y una alta capacidad empática. Hace falta un poco más de eso en política, ¿no?

“Los que gobiernan son como esos niños mayores que eran los dueños del patio y no dejaban jugar a los demás”

- ¿Qué función tiene el humor, si es que tiene alguna? ¿Transgredir? ¿Ser un bálsamo para los malos momentos? ¿Hacernos pensar?

- El humor tiene que remover el alma, el estómago, para luego dejarlo en calma. Debe ser terapéutico, tanto para evadirnos como para desahogarnos hablando de temas que nos inquietan. Pero el fin debe ser la paz. El humor siempre debe hacerte pensar, aunque sea para decir “vaya bobería con la que me hizo reír”.

- Desde que en 2006 empezó a trabajar como monologuista en bares y locales de Canarias han pasado muchas cosas. Teatro, spots, campañas de concienciación para instituciones, presentación de festivales de cine… ¿Cuál es el mayor descubrimiento, profesional, que ha hecho en estos años?

- El mayor descubrimiento ha sido la gente. Y no es una respuesta populista, lo digo con el corazón en la mano. He descubierto amigos en la profesión, conocí a mi mujer gracias a la profesión, he tenido infinidad de experiencias preciosas, pero ninguna se puede igualar al feedback del público: personas que han sentido la necesidad de compartir lo más íntimo de su vida conmigo, porque en algún momento mi humor les ayudó. Ese es el tesoro que siempre voy a llevar conmigo. Nunca ningún caché va a igualar esa satisfacción con la que trabajo.

- ¿Qué quiere para 2018?

- Que mi hija esté sana y feliz, que su mamá esté sana y feliz y que mágicamente el mundo se convierta en un sitio sano y feliz donde vivir.