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El vuelo de la paloma

La colombofilia, actividad centenaria en las Islas, cuenta con una alta presencia en Lanzarote donde los aficionados practican este deporte con devoción y competitividad

Fotos: Manolo de la Hoz.
María José Lahora 2 COMENTARIOS 23/06/2018 - 08:02

La colombofilia cuenta con más de 100 años de historia en las Islas, con lo que es notable su arraigo entre los canarios. No en vano, las Islas representan el 75 por ciento de la colombofilia nacional, tanto en practicantes como en número de palomas. Los aficionados a esta práctica hablan de la adicción a este deporte e incluso de “vicio”. Una dedicación diaria que algunos asimilan al Ejército, pero como señala Enrique Miranda, del Club Ilustrísima Villa de Teguise, “sarna con gusto no pica”. Disciplina y limpieza son sus pilares básicos, comentan los palomeros.

Un símil para esta disciplina es también el atletismo. Preparan a las aves como si de atletas se tratase, especializadas en fondo para que sean unas buenas maratonianas y velocistas para los trayectos cortos, aunque en su inmensa mayoría realizan tanto vuelos de fondo, desde las Islas más occidentales, como de medio fondo, si las sueltas son en Tenerife o Gran Canaria.

Las palomas canarias están especializadas en volar sobre el mar a diferencia de las del continente. Destacan la suelta de El Hierro o La Palma para hablar de la maratón canaria. Verlas posarse a su regreso en el palomar tras una media de diez horas de vuelo es la mayor satisfacción para este aficionado.

La alimentación y el entrenamiento son fundamentales en este deporte del que hay países donde han llegado a considerarlo semiprofesional, y donde trabajan desde palomeros a “manager”, contratados por los propietarios de las instalaciones.

En Lanzarote, el éxito de la colombofilia se basa en varios factores, tales como las condiciones en las que vuelan las palomas del Archipiélago sobre el mar y los vientos que predominan en las Islas, que requiere un esfuerzo mayor que en el continente. En las Islas las competiciones son sociales e insulares, principalmente. Y aunque todos reconocen el orgullo que supone verlas posarse en sus respectivos palomares tras sus particulares maratones, resaltan el carácter competitivo de los mayoría de los aficionados, por ello siguen buscando superar sus marcas. El entrenamiento varía dependiendo de cada palomero y como mínimo realizan vuelos diarios de media hora.

Lanzarote ha evolucionado mucho en el ámbito de las competiciones, señala Enrique Miranda. El acceso a las nuevas tecnologías e internet ha permitido este progreso para contar con mayor información, en cuanto a la salud de las palomas o alimentación, “aunque es conveniente saber cribarla”. Para Enrique Miranda, su dedicación “es una cuestión de satisfacción personal y orgullo”, aunque reconoce que hay gente que le gusta poner esmero para batir las marcas en los recorridos de sus pichones.

“Me gusta ser competitivo, pero sin llegar a desesperarme. Es importante no frustrarse”, señala. Y aunque asegura que los aficionados a este deporte no son de calcular los costes que representa esta práctica, estima que invertirá en alimentación unos 200 euros. El hándicap del palomero lanzaroteño es el transporte y en función del número de palomas aportan un tipo u otro de cuota, comenta.

Sobre el problema que supuso el conflicto con la Agencia Estatal de Seguridad Aérea que se convirtió en una sanción a la Federación Canaria de Colombofilia alegando que esta práctica ponía en riesgo diversos vuelos. Miranda asegura que afortunadamente se ha buscado una mediación para encauzarlo y minimizarlo.

“Este problema lo hay en cualquier parte del mundo” sin que suponga un enfrentamiento con los organismos de navegación aérea. Así, destaca la gran suelta internacional de Barcelona con 20.000 ejemplares o las 50.000 de los portugueses que cruzan toda la Península de este a oeste. Incluso pone el ejemplo de países con los aficionados más cotizados como son Bélgica y Holanda y de mayor tráfico aéreo.

En este sentido, se manifiesta también Juan Miguel Morales, presidente del Club Guatisea de San Bartolomé. “Nosotros no soltamos en la servidumbre y ellos tienen que tener sus halcones preparados para echar a las palomas fuera del aeropuerto, como hacen en todos los aeródromos del mundo”. Morales cree también que es únicamente en Canarias donde existe este conflicto y explica que se le comunica al halconero del aeropuerto todas las sueltas, lugar y hora. También tuvieron que prescindir de la suelta en Fuerteventura por el inconveniente del aeropuerto, recuerda.

En los fines de semana de la suelta, los colombófilos sueñan con el vuelo de sus pichones en un onírico viaje que comparten paloma y palomero

El club Guatisea cuenta con 42 socios con una media de cincuenta o sesenta palomas. Su socio más veterano es Ernesto de 81 años que lleva desde los cinco años viajando y ha llevado recientemente a La Palma uno de sus ejemplares más valorados, al que le han puesto el nombre de “negro calcetines”, por las patitas blancas que calza.

En las sueltas de fondo, como la reciente de La Palma, se permiten un total de cinco palomas a concurso, aunque cada palomero es libre de mandar las que quiera, y en cuanto a medio fondo, como Tenerife o Gran Canaria, viajan a concurso hasta ocho. Desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde, es el horario medio que establecen para este arriesgado vuelo. Aunque no es raro que alguna entre al día siguiente de la suelta e incluso que no regrese.

“En las Islas perdemos más palomas que en el resto del mundo porque la paloma se orienta por el campo magnético de la tierra y cuando sobrevuela la fosa marina se desorienta y puede llegar a irse para África”, explica Morales. Por eso son de las más valoradas, porque viajan por el mar. Morales manifiesta orgulloso que es el club que más juventud tiene en la Isla. Otro reto ha sido la suelta de Safí en Marruecos a finales de mayo que reciben como un aliciente para el aficionado, aunque requiere mayor inversión.

Al club Guatisea pertenece Marcial Luis, el orgulloso propietario de la única paloma olímpica que existe en la Isla. Se inició en este “mundillo” a raíz de un primo e incluso vecinos que ya contaban con sus palomares en el año 92 aunque no fue hasta el 98, en los inicios del club al que pertenece, cuando comenzó a competir. Considera que “tener una cultura colombófila, aprender de los veteranos, informarse y contar con buenas palomas” son los secretos del éxito.

Con la suelta reina de El Hierro concluye el campeonato en el que tiene sus esperanzas puestas para posicionarse en cabeza. “No se le puede coger mucho cariño a las palomas porque en alguna de estas sueltas no regresa”, sobre todo con las que han protagonizado las mejores hazañas, que procura dejarlas después para criar.

También, Eufemiano Rodríguez, del club Timanfaya recuerda con tristeza la importante pérdida de ejemplares en la última suelta de La Gomera. “De 80 palomas sólo regresaron 10” y es que “a veces son más que un hijo”. Con especial nostalgia evoca el recuerdo de una vecina de Santa Úrsula que se puso en contacto con él para comentarle que una de sus palomas había perdido la vida entre los cables. Gracias al anillo identificador y al chip con el que calculan los tiempos de recorrido, esta buena samaritana se puso en contacto con él para notificarle la fatal noticia y asegurarle que le daría un buen entierro. “Estaba más preocupada que yo”, sonríe Eufemiano.

El Club Timanfaya, el segundo más veterano de Lanzarote, tras el Ondas creado en 1945, también cuenta con un importante relevo generacional entre sus socios que alcanza en torno a los cuarenta miembros. El joven Acomar que viaja en tándem con su padre José Díaz es un reflejo de ello. De tan sólo quince años, su padre asegura que se inició por su propia cuenta. Es el ejemplo de otros hijos de socios a los que se puede inculcar este deporte, aunque no todos los palomeros consiguen contar con este relevo familiar. Son muchas horas las que el palomero dedica a su palomas y que en ocasiones puede suponer un enfrentamiento con la pareja y que casi todos solventan asegurando que “al menos mi mujer sabe dónde estoy” o “mejor este, que otros vicios, ¿no?”.

Una pasión

“Lo más emotivo de esta afición es la recompensa de verlas llegar al palomar tras el viaje”, comentan los palomeros  

Como si de entrenadores de equipos deportivos se tratara, cada palomero tiene su propio sistema de entrenamiento. “Más que vicio es una pasión”, comenta Eufemiano, quien emplea hasta siete horas en cuidar de sus ejemplares. Y los sábados y domingos en temporada de concurso “la mujer se tiene que olvidar de uno”, dice entre risas. En esos fines de semana desde el viernes “no duermes” y si lo haces asegura que sueña con el vuelo de sus pichones en un onírico viaje que comparten paloma y palomero y confiando en que a la mañana siguiente se posen lo antes posible en su palomar. Y si no llegan ese día, el palomero volverá al siguiente para seguir esperando a las aves. Desde Fuerteventura los compañeros colombófilos suelen comunicar a los lanzaroteños cuando han pasado las bandadas de palomas en dirección a su hogar.

“Lo más emotivo de esta afición es la recompensa de verlas llegar al palomar tras el viaje”, comentan los palomeros. Pero la mayor ilusión es contemplar cómo se posan en el pisante de control donde se coloca el reloj comprobador que se descarga después en la sociedad y mediante el cual se conocen las marcas de vuelo a través del chip colocado en la pata del ave para conocer el resultado definitivo del campeonato, después de haber sido inicialmente registradas antes de su traslado a las respectivas sueltas. Algo que se realiza de forma ceremonial en los distintos clubes. En las paredes de estas sociedades se pueden contemplar las grandes atletas que han dejado el pabellón alto. En estas ilustraciones destaca el ojo del ave porque, según explican, “muchos se suelen guiar por el color del ojo para reconocer el pedigrí”. Lanzarote ha dado buenos campeones en los últimos años como Martín Santana, que fue campeón de España de Colombofilia.

Halcones y otras aves

Otro problema al que se enfrentan los colombófilos es la proliferación de halcones salvajes. Comenta Eufemiano Rodríguez que llegaron a la Isla procedentes de Fuerteventura donde los soltaron para atajar el problema de las ardillas. Con respecto a las otras palomas, las asilvestradas, que ocupan cornisas enteras de edificios y que con sus excrementos están deteriorando el patrimonio de las ciudades, además de suponer un peligro para los viandantes, la mayoría de los palomeros se muestra a favor de retirarlas o erradicarlas.

Para evitar dañar a estos animales, el Ayuntamiento de Valencia ha presentado una propuesta innovadora para reducir la población de palomas un 80 por ciento en los próximos cuatro o cinco años mediante el suministro de pienso esterilizante. Así se colocarán distribuidores automáticos de alimento, con cámaras de grabación, que dispersan los granos de maíz en un radio de 2 o 3 metros. Este pienso impedirá la reproducción de los ejemplares dominantes y no es tóxico ni para las personas ni para otros animales. Una medida que quien sabe si viajará a otras poblaciones.

Comentarios

Mi padre, ya fallecido hace casi siete años, era Isidro Álamo Mirabal, un colombófilo muy conocido en la isla de Gran Canaria. La primera suelta que se realizó desde Agadir la ganó una paloma de él, calculo que a finales de los ochenta. Viajó a Bélgica un par de veces a comprar ejemplares de los hermanos Jantzen, que eran muy cotizados por aquel entonces. Y finalmente tuvo que quitar las palomas, su gran pasión, por su enfermedad, una fibrosis pulmonar que finalmente acabó con su vida. La pena es que nadie en la familia continuó su afición. DEP.
Felicidades a todos los colómbofilos del club guatisea y anímos para seguir luchando por este deporte, y a los Sres de seguridad aerea tranquilidad ya que las palomas existian antes que los aviones. Saludos.

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