Licimat González Marichal, alumna de la Escuela Universitaria de Turismo, se propuso determinar la prevalencia del síndrome Wanderlust, necesidad de viajar para “escapar”, entre la población en su trabajo de Fin de Grado. Entre un 17 y 25 por ciento del más de centenar de personas encuestadas presentaban “características definitorias del síndrome”.

“Es un dato revelador, puesto que en realidad sólo un porcentaje minoritario de la población llega a padecerlo”, explica Licimat. Añade que existe mayor tendencia de viajes “apasionados” entre los más jóvenes, que buscan nuevas maneras de disfrutar de la vida, por lo que los resultados de esta investigación demuestran en cierta medida que sí existe el síndrome Wanderlust”, señala.

Licimat González rescata un artículo de prensa en el que se asegura que “el síndrome Wanderlust, desde hace algunos años, se ha puesto de moda. Es un tema que genera interés entre la población, sobre todo joven. Lo podemos identificar como la necesidad de viajar o explorar nuevos lugares y aquellas personas que presentan este síndrome suelen comprender una edad entre los 20 y 40 años; su principal objetivo es escaparse. Esto se refiere a que han convertido en un hobby la experiencia de viajar, dándole poca importancia al destino y centrándose en el viaje en sí”, según se publicó en 20Minutos el pasado año.

La joven estudiante optó por este estudio fruto de su propia experiencia. Asegura que ella misma padece el síndrome. Durante su estancia en Alemania como erasmus descubrió las facilidades para viajar en el continente y “cobró cierto sentido esta palabra, que significa el desea irrefenable de viajar”.

Frente al ocio y las vacaciones, cada vez son más las personas que desean viajar porque “quieren explorar y conocer nuevas culturas a través de sus viajes”

Inicialmente, el estudio pretendía analizar este síndrome entre el turismo joven de la Isla. Sin embargo, se topó con las dificultades de que en el aeropuerto no les permitían realizar las encuestas y el escaso porcentaje de turistas jóvenes que llega a Lanzarote. Por lo que redirigió las preguntas hacia los estudiantes universitarios. “Con esta investigación se intenta esclarecer en qué grado podemos encontrar personas viajeras que presentan el síndrome Wanderlust”, señala. Se han realizado un total de 112 cuestionarios. En los que se establece que un 4,45 de una escala de 5 anhelan realizar al año varias escapadas.

Al extrapolar el estudio a la Isla, sin embargo, se ha encontrado que sí se le da importancia al destino del viaje, cuando en el síndrome este no es relevante. “Al estar más limitados, los jóvenes lanzaroteños son más selectivos sobre a dónde viajar”.  Por ello, considera que frente al 82,1 por ciento de las personas hayan votado que “sí” le dan relevancia al lugar donde irán de viaje, prevalece para el análisis el porcentaje restante. Tampoco consideran los afectados por este síndrome importante el equipaje, tal y como ha podido comprobar por su propia experiencia, tras las limitaciones de las compañías low-cost. “El equipaje es importante” porque obligan a seleccionar concienzudamente las maletas con las que se viaja.

En su opinión, este estudio aporta nuevas formas de hacer turismo, sobre todo entre los jóvenes. Frente al ocio y las vacaciones, cada vez son más las personas que desean viajar porque “quieren explorar y conocer nuevas culturas a través de sus viajes”.

Más viajes en las redes

Entre las recomendaciones que realiza a gestores y empresas está la posibilidad de “ofrecer más viajes y destinos desde la insularidad” a fin de que los jóvenes puedan seguir teniendo estas experiencias diversas. Y en cuanto a la promoción de la Isla, recuerda que las redes sociales son muy influyentes en cuanto a la forma en que se buscan los viajes. Señala que es importante que la Isla tenga una mayor presencia en las redes. “Es el método desde el que nos comunicamos los jóvenes. Es fundamental mostrar el destino desde una perspectiva que ellos entiendan, con fotos en Instagram, Facebook… Muchos destinos a los que he viajado los he descubierto a través de fotos de otras personas”, explica. Sobre todo plantea estos recursos para promocionar los pequeños lugares que “son los que más encanto tienen”.

“Los jóvenes no buscan el turismo de sol y playa, sino las tradiciones y cultura de una zona que les permite ampliar sus experiencias y conocimiento”, añade. Al tiempo que recuerda que programar la visita a la Isla de grupos seleccionados, que más tarde serán los encargados de promocionar el destino, es otra de las posibilidades para exportar las bondades de Lanzarote.

Concluye señalando: “Lo que define a una persona apasionada por viajar, es que son almas inquietas que siempre están pensando a dónde ir, cuándo será el próximo viaje, qué sitios nuevos conocerán y qué aventuras se encontrarán por el camino. Nunca están del todo satisfechos, por eso, siempre van en busca de más experiencias que los hagan sentir vivos y plenos”.