OTRA HISTORIA DE CANARIAS

El día que Franco pasó por Lanzarote y Fuerteventura

Este mes de octubre se cumplen 75 años de la visita exprés del dictador por estas islas y casi 90 del levantamiento militar que inició desde Canarias

Mario Ferrer 2 COMENTARIOS 27/10/2025 - 06:53

En 2025 se hablará mucho de Franco. El 50 aniversario de su fallecimiento traerá muchas revisiones historiográficas y reivindicaciones de todo tipo sobre una figura que todavía sigue marcando mucho las lecturas del pasado y del presente. La huella del dictador sigue siendo muy larga.

1936. A principios de año, tras otro giro de los acontecimientos durante la II República, el nuevo Gobierno nacional salido del triunfo electoral del Frente Popular decidió enviar a varios generales sospechosos de golpismo lejos de los centros de poder. Francisco Franco fue destinado a Canarias como Capitán General en marzo de 1936. Su paso por el Archipiélago fue corto pero decisivo, ya que abandonó sus recelos iniciales y se comprometió con la rebelión militar que estaba gestándose y que inicialmente tenía a los generales Sanjurjo y Queipo de Llano como líderes. Algunos de sus compañeros militares lo apodaron irónicamente “Miss Islas Canarias” o “Mis Canarias 1936”.

También es célebre una sarcástica frase de Domingo Pérez Minik que comentaba que “los dos grandes errores de Canarias han sido no dejar entrar a Nelson y dejar salir a Franco”. Efectivamente, el 18 de julio, el general nacido en Ferrol salió del Archipiélago para unirse a un golpe de Estado que derivó en una cruenta guerra civil y en la toma del poder total. Francisco Franco se convertiría, siguiendo la terminología del régimen, en Generalísimo de todos los Ejércitos y Caudillo de España por la gracia de Dios durante casi cuarenta años.

En esta primera estancia en Canarias de 1936, Franco no pasó por Lanzarote ni Fuerteventura, aunque, en realidad, desde bastante antes sus acciones habían tenido eco en ambas islas. Como parte de los “africanistas”, los militares formados en este continente y en las llamadas “guerras rifeñas” contra Marruecos, la trayectoria de Franco ya había tenido consecuencias para Fuerteventura y Lanzarote, muy vinculadas históricamente a lo que pasaba en el norte de África y que en esta coyuntura tenía una fuerte relación por la pesca y el comercio con un territorio que era parte de España. Para los conejeros y majoreros, ir a la cercana provincia del Sáhara, también conocida como el África Occidental Española, era más habitual que viajar a la Península.

La llegada del franquismo no sólo acabó con los tímidos intentos democratizadores en Lanzarote y Fuerteventura, dos islas donde predominaban las mentalidades y partidos conservadores, sino que también agudizó los problemas económicos insulares. La Guerra Civil trajo el cierre de los tradicionales mercados europeos de exportación a causa del contexto bélico primero y, luego, del aislamiento en el que quedó el régimen de Franco tras la II Guerra Mundial por su apoyo al bando nazi. La autarquía se llevó especialmente mal en islas con pocos recursos propios como estas. El racionamiento de bienes básicos se unió a la endémica falta de agua, creando un panorama especialmente complicado que derivó en un dramático repunte de la emigración.

Para hacerse una idea de la realidad insular del momento, basta recordar que en 1940 la población conjunta de ambas islas rozaba las 40.000 personas (siete veces menos que en la actualidad) y el analfabetismo era superior al 55 por ciento. Ir a Madrid suponía un viaje de casi una semana.

Aspecto multitudinario que ofrecía la Avenida “Generalísimo Franco” (hoy “La Marina”) durante la visita de Francisco Franco el 28 de octubre de 1950. Presidiendo la imagen encontramos el Kiosco de la música, ubicado en el conocido como “Muelle de las Cebollas”, y tras él el Puente de las Bolas. Imagen cedida por José Manuel Rodríguez Pérez. 

Visita de Franco

1950. La larguísima y dura posguerra continuaba azotando a Fuerteventura y Lanzarote, dos ínsulas que se habían ganado una merecida fama de territorios malditos en siglos anteriores, pero que alternaron sus épocas de penurias con pequeñas coyunturas de modesta prosperidad. A mediados del siglo XX, el aislamiento, la pobreza, el caciquismo o la perenne sequía alejaban cualquier conato de bonanza, aunque una esperanza brillaba a final de ese año: la visita de Franco.

Franco fue a ver las obras del Hospital Insular y el Parador de Turismo

En octubre de 1950, casi medio siglo después de la única visita de un jefe de Estado a estas islas, Franco se disponía a realizar una parada exprés por Fuerteventura y Lanzarote durante su visita oficial a Canarias y el Sáhara Occidental a bordo de un buque de la armada española.

Con las ideas de la descolonización cada vez más presentes en el panorama internacional, el paso por los territorios africanos no era gratuito, como recogió Miguel Leal en un artículo de las Jornadas de Estudios de Lanzarote y Fuerteventura, donde destacaba parte del discurso de Franco en Villa Cisneros: “...esto no es para nosotros un territorio productivo, sino la espalda del Archipiélago Canario sin la que aquellas islas no podrían vivir, afirmando tajante que el banco pesquero de estas costas es un banco canario-sahariano”.

El 28 de octubre, tras pasar por otras islas como Gran Canaria y Tenerife, donde estuvo más tiempo, el Generalísimo desembarcó en Puerto de Cabras sobre las nueve de la mañana, para reunirse con las autoridades locales en un acto protocolario recogido por la prensa oficial de la época. Grandes pancartas y vestidos tradicionales adornaron el baño de masas de Franco junto a la sede del Cabildo, como recoge un documental de NO-DO titulado Por tierra, mar y aire que se puede ver en la web del archivo de RTVE.

Al poco tiempo, una comitiva de coches y camiones inició una ruta para ver distintas intervenciones y poblaciones del centro y norte de la Isla (la presa y “la colonia” de Los Molinos, la granja experimental, enarenados en La Oliva y Villaverde, el aeródromo de Tefía...).

Francisco Franco a su llegada a Arrecife el 28 de octubre de 1950, acompañado por el alcalde, Domingo González Robayna. Foto realizada y cedida por Eduardo Martín.

Franco volvió a Puerto de Cabras a mediodía para terminar arengando a la guarnición local antes de embarcar hacia Lanzarote: “Señores, constituye para mí una satisfacción beber una copa de vino con vosotros en esta apartada guarnición del Archipiélago Canario donde tan dignamente se encuentra representado el Ejército Español. Ésta es la tarea que nos hemos propuesto y yo espero que en breve esta isla vea reverdecer sus campos y alumbrar sus aguas y que la Guarnición de Fuerteventura, que se consideraba casi siempre como destino de castigo, de la que todos querían huir, pero que hoy gracias a la labor del General García Escámez, llega a ser estimada, querida y apetecida como un oasis al que todos desean ir”.

Franco desembarcó en Lanzarote ese mismo día 28 de octubre a las cinco de la tarde. Arrecife estaba engalanada para recibirle. De nuevo aparecen en las imágenes del NO-DO vestidos y bailes típicos. La grabación de Por tierra, mar y aire recoge a miles de personas esperando para escuchar su arenga en el balcón de la antigua sede del Cabildo de Lanzarote, hoy reconvertida en el espacio cultural llamado Casa Amarilla. Prueba de la escasa conexión con la Isla es que la voz en off de esta pieza del NO-DO vincula sin fundamento el origen de Lanzarote con las leyendas artúricas.

En la capital de la Isla, el jefe del Estado inauguró el Hospital Insular y se acercó a ver el nuevo Parador Nacional de Turismo en la Avenida Marítima, para luego dirigirse a las Montañas del Fuego, donde se interesó por el proyecto industrial de Chamorro, como se aprecia en las imágenes del NO-DO. Por la noche, Franco y su comitiva partieron de vuelta para la Península en el crucero de guerra Canarias.

Fuerteventura adoptada

El llamado Plan Chamorro, que tenía su base en la explotación masiva de la energía geotérmica de Timanfaya, no prosperó, pero para Fuerteventura la visita deparó su “adopción” por parte del mismísimo Franco. Muy en la línea paternalista y propagandística que seguía el régimen, a finales de 1950 se publicó un Real Decreto por el que Fuerteventura y El Hierro eran “adoptadas” por el jefe del Estado, tal y como estudiaba el profesor Carlos Santiago Martín Fernández, en un artículo del número 20 de la revista Tebeto.

Portada de ‘Falange’, el principal periódico provincial de la época. 

Tras la visita, Fuerteventura fue oficialmente “adoptada” por Franco

Con frases muy grandilocuentes y el típico estilo personalista y caritativo de la dictadura, en 1951 ya estaba redactado el Plan de Ordenación Económico y Social de Fuerteventura. Nació con un presupuesto de 200 millones de pesetas y aunque también había partidas secundarias para inversiones sanitarias, urbanísticas o educativas, el grueso del proyecto seguía un modelo autárquico basado en un gran desarrollo agrícola, que se sustentaba en la realización de distintas intervenciones destinadas a lograr un suministro seguro y abundante de agua.

El propio presidente del Cabildo insular en ese momento ya había esbozado la idea central en el discurso que dio durante la visita de Franco, con palabras que recogió el periódico Falange: “Fuerteventura es rica por su tierra fértil, aunque sufre los efectos de los fenómenos meteorológicos y su falta de agua impide un mayor aprovechamiento agrícola. Es necesario que se pongan en juego todos los medios que la ciencia tiene para buscar agua, ya sea por medio de pozos, destilerías o presas...”.

El Plan fue acogido con “elogios y esperanzas contenidas”, en palabras del investigador Carlos Santiago Martín Fernández, pero este propio autor señala que “pasaron décadas sin que se ejecutaran las principales obras contenidas en el Plan y, entre la burocracia y la no aplicación real de lo establecido, la euforia inicial fue progresivamente sustituida por el pesimismo”. El resultado fue una docena de pozos, algunas obras sanitarias, la cesión de maquinaria agrícola, pero poco más, muy lejos de la anunciada lluvia de obras hidráulicas para lograr una reconversión agrícola.

La Ley 63/1967 acabó definitivamente con esta iniciativa. A esas alturas, ya Fuerteventura empezaba a mirar más al turismo como tabla de salvación, mientras Franco encaraba la última etapa de su vida.

Comentarios

Qué casualidad que Abascal también esté aquí en estos dias.....
Supongo que habría una pre-reprentación de la pre-Fundación que controla la ISLA.

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