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El arte rescata la memoria de la persecución de la homosexualidad

Este martes se celebra el Día internacional por los derechos de las personas LGTBIQ+ y el divulgador cultural Diego Flores recorre Canarias con la exposición ‘Ni vagas ni maleantes’

María José Rubio 0 COMENTARIOS 28/06/2022 - 20:33

Este martes se celebra el Día internacional por los derechos de las personas LGTBIQ+ y se cumple un año de la aprobación de la Ley canaria que consagra la igualdad social y la no discriminación por la identidad de género y las características sexuales. Su entrada en vigor espoleó al divulgador cultural Diego Flores, que resalta que uno de los objetivos de la ley es recuperar la memoria del colectivo LGTBIQ+ (lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, intersexuales, queers y quien no se define con ninguna de estas definiciones).

En colaboración con su hermano, el fotógrafo Sebastián Flores, surgió la exposición Ni vagas ni maleantes, con la que está recorriendo el Archipiélago –con parada reciente en Lanzarote- para rescatar del olvido la historia cercana de persecución de la homosexualidad en las Islas. Diego es majorero y pensó que el mejor ejemplo es Tefía, donde acudía a campamentos de verano de chico en el actual albergue, que antes, en el franquismo, era un centro de encarcelamiento y trabajos forzosos bajo la denominación de Colonia Agrícola Penitenciaria.

Diego, impulsor de la entidad Axis Mundi, dedicada a prestar servicios relacionados con la cultura, el patrimonio y el ocio educativo, con su hermano Sebastián, se puso en marcha en septiembre del año pasado, con una exposición fotográfica guiada que aborda desde el arte la represión y los castigos que sufrió la comunidad homosexual en Tefía.

Ni vagas ni maleantes muestra mediante 15 imágenes la memoria LGTBIQ+ durante el franquismo. Para Diego, es importante recalcar la idea de que en Tefía no solo eran recluidos gais, sino también lesbianas y transexuales, que para el Régimen eran la cúspide de la homosexualidad.

La conocida como Ley de vagos y maleantes se dictó en 1933, en plena Segunda República, pero fue modificada por Franco para incluir la represión de los homosexuales en 1954. Así, se equiparaba a los homosexuales con los “rufianes y proxenetas” y con quienes vivían “de la mendicidad ajena” y se les internaba “en un establecimiento de trabajo o colonia agrícola”. “Los homosexuales sometidos a esta medida de seguridad deberán ser internados en instituciones especiales y, en todo caso, con absoluta separación de los demás”, imponía la ley.

“De los presos de Tefía, se puede asegurar que 20 lo fueron por homosexualidad”

El actual albergue de Tefía, en Fuerteventura, fue una Colonia Agrícola Penitenciaria durante el régimen franquista, entre 1954 y 1966. La exposición que está recorriendo las Islas refleja desde el arte los castigos a los que eran sometidas las personas recluidas. “De entre los presos que hubo en Tefía, podemos asegurar que 20 personas fueron condenadas por homosexualidad y que vivieron el duro régimen del centro, que los hacía más vulnerables a sufrir castigos y diferentes tipos de violencia”, explica Diego Flores.

En la ruta guiada que ofrece, la segunda imagen que se observa se titula Detenido y detenida y hace alusión a hombres gais, bisexuales y mujeres trans. “Estas últimas”, explica Diego, “tenían que vivir de forma obligatoria bajo una identidad que no les correspondía como hombres, en el caso de que fueran detenidas por expresarse. Debido a esto, desconocemos cuántas personas trans fueron condenadas por homosexualidad. Para el franquismo, todos eran homosexuales y había que rehabilitarlos”, destaca.

En el centro y a la derecha, piezas ‘Detenido por maricón’ y ‘Detenida por maricón’.

Las lesbianas no existen

El tercer tramo de la exposición proyecta dos imágenes: Las lesbianas no existen y Los hombres trans no existen. Si en la dictadura franquista se invisibilizó el papel de las mujeres, la situación de los hombres trans también fue silenciada hasta el punto de no tener derecho a su identidad. A los homosexuales, de forma genérica, se les llamaba ‘violetas’. La imagen Pobre y preso refleja la pobreza de las personas recluidas. Muchas acudían a un proceso judicial sin defensa ni recursos económicos. Flores destaca que la misma ley franquista encarcelaba a homosexuales “con rufianes, mendigos, proxenetas o quienes explotaran a menores o enfermos mentales o lisiados”.

Homosexualidad contagiosa es la sexta parada de la sesión, que habla del poder contagioso de la homosexualidad. “No está claro si se produjo esa separación de los reclusos homosexuales, aunque los testimonios que nos han llegado confirman que cualquier expresión de afecto con cualquier preso era duramente castigada”, destaca Flores.

Otro castigo que se imponía a las personas presas era la prohibición de volver al lugar en el que residían, para que no tuviesen las mismas relaciones. “Sin embargo, sabemos del testimonio de Octavio García, quien estuvo preso en Tefía y que consiguió burlar este castigo yendo a firmar a Telde mientras que seguía residiendo en Las Palmas de Gran Canaria cuando salió de Fuerteventura”.

En el octavo tramo de la visita guiada aparece Hambre, en donde se pone de relieve las penurias que pasaban. “Algunos tuvieron que prostituirse para poder obtener una mejor alimentación”, señala Diego. “En Tefía, los presos recluidos fueron obligados a trabajar en la cantera y construir muros, gavias, aljibes y tareas agrícolas en la zona. Oficialmente, la colonia tenía como objetivo rehabilitar al preso y enseñarle un oficio, aunque en la práctica se trató de un régimen de castigo”, resume el responsable de la exposición, que apunta que la pena se podía extender durante tres años.

La mujer en casa hace alusión al papel de la mujer de esos tiempos. Su único papel, asignado en el franquismo, era ocuparse del hogar y ser sumisa. Muchas sufrieron represión y amar a otra mujer era impensable. Maricón de mierda es una fotografía que describe lo duro que fueron los primeros años en Tefía, por la crueldad de los castigos.

Reeducación y rechazo

Por último, Peligrosa social visualiza el tránsito de la Ley de vagos y maleantes a otra norma, que también privaba de libertad a las personas homosexuales y aplicaba el “internamiento en un establecimiento de reeducación”, según disponía la Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social, de 1970. “Fue a raíz de esta nueva ley cuando en España empezó a surgir un movimiento por los derechos de las personas LGTB, sobre todo en Cataluña”, recuerda Diego, que destaca que en la reivindicación han sido relevantes las mujeres trans, que “han mantenido una posición de lucha fundamental para haber logrado los derechos que tenemos ahora”.

A pesar de la muerte de Franco, en 1975 se seguía deteniendo a homosexuales, como recoge la prensa de la época en Canarias. En el Archipiélago, la primera manifestación por los derechos de las personas homosexuales se remonta a 1978, en el parque García Sanabria de Santa Cruz de Tenerife. “Ese año se despenaliza la homosexualidad en España”, concluye Diego Flores.

PRIMERAS UNIONES HOMOSEXUALES

Aunque se piense que las primeras uniones entre personas del mismo sexo se hicieron a partir de julio de 2005, cuando se legalizó el matrimonio entre parejas homosexuales en España, la historia tiene, con muchos matices, otros ejemplos. La unión de Elisa Sánchez y Marcela Gracias es uno de ellos. Estas dos mujeres gallegas se casaron a principios del siglo pasado. Para no levantar sospechas, Elisa se hizo pasar por hombre, rapándose el pelo y utilizando el nombre de Mario. En junio de 1901 contrajeron matrimonio. Poco les duró la felicidad. Fueron descubiertas, detenidas y acusadas de falsedad documental y travestismo. No obstante, el primer matrimonio gay documentado se remonta a 1061, entre Pedro Díaz y Muño Vandilaz, vecinos de Rairiz de Veiga (Orense). Prometieron cuidarse mutuamente, compartir sus bienes y trabajar por igual. No fue el único caso en Europa pero sí la unión más antigua.

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