CULTURA

De cadáveres museísticos y otros ‘coitus interruptus’ culturales

Las últimas noticias sobre cambios o cierres de espacios culturales en Lanzarote son una excusa perfecta para rememorar, con mucha ligereza y sin ningún ánimo de rigurosidad, iniciativas museísticas que han ido quedando en la cuneta en tiempos recientes

El que iba a ser el Museo de Sitio de Zonzamas, abandonado. Foto: Adriel Perdomo.
Mario Ferrer 9 COMENTARIOS 13/09/2020 - 09:33

Como el abanico cultural es muy amplio, aclaremos desde el principio que solo vamos a recordar algunos museos o centros culturales, puesto que el listado de festivales, congresos, empresas, eventos, premios, becas o proyectos artísticos que solo sobrevivieron unas pocas ediciones es tan extenso que sobrepasa con mucho la intención de este modesto artículo.

Puntualicemos también que el terreno de la emprendeduría cultural, tanto privada como institucional, es muy dado a las idas y venidas. En la oferta cultural casi nada es inmutable, tanto en Lanzarote como en Pekín, y, por otra parte, el hecho de que una idea quede en proyecto o simplemente en intención, no implica que sea un fracaso. El concepto de éxito es bastante relativo por estos lares.

Empecemos, así, con dos ejemplos de planes que no llegaron a fraguar, pero que terminaron dando resultados muy positivos. El primer e ilustre caso es el del arquitecto Fernando Higueras, quien experimentó con gusto en Lanzarote, proponiendo ideas al mismo tiempo imposibles y geniales, como la Ciudad de las Gaviotas que iba en el Risco de Famara, los Rascainfiernos en La Geria o el famoso proyecto del hotel en Playa Blanca, que no se llegó a construir, pero cuya maqueta terminó ni más ni menos que en el MOMA de Nueva York, expuesta como dechado de arquitectura vanguardista.

El segundo ejemplo de proyecto no realizado que terminó provocando admirables consecuencias fue el de Agustín de la Hoz con la Cueva de los Verdes. El escritor pidió al Cabildo repetidas veces que se acondicionara dicha gruta para fines de investigación y divulgación histórica a principios de los sesenta, una época en que para muchos no era más que una oquedad volcánica sin mucha utilidad. De la Hoz, dotado de una personalidad barroca y potente, fue tan insistente que al final el presidente José Ramírez accedió a intervenir, aunque con una propuesta completamente diferente a manos de Jesús Soto, dando pie, ni más ni menos, que al comienzo de los CACT.

Hablando de los CACT, recordemos que su padre artístico, César Manrique, falleció dejando varias intervenciones a punto de empezar, tanto en Lanzarote como fuera, y otras muchas que no pasaron de la fase de bosquejo o croquis, como el llamativo Monumento de La Paz, consistente en cruzar dos misiles de las antiguas super potencias de la Guerra Fría en la zona de Timanfaya, como recuerdo de los peligros de las armas nucleares. Sin dejar los CACT de lado, quizás deberíamos recordar que la Casa-Museo del Campesino nunca ha logrado tener una verdadera, madura y estable propuesta museológica y de actividades en torno al mundo rural de la Isla, a pesar de la riqueza etnográfica y social que este atesora. O que el Jardín de Cactus tardó varios lustros en abrir sus puertas tras ser ideado por Manrique.

Entre los proyectos malditos por excelencia de la Isla está el del Museo Arqueológico. Hubo un primer paso en el Castillo de San Gabriel desde los años setenta (otro espacio maldito), con una interesante muestra de colección arqueológica en un museo pionero que abrió en los setenta. En los años 90 se ideó e incluso se empezó a construir un museo de sitio en Zonzamas, con proyecto arquitectónico del estudio Menis (quien escribe estas líneas recuerda ir a cubrir como periodista aproximadamente en 2004 o 2005 una conferencia de prensa in situ del director general de Patrimonio de Gobierno de Canarias y Carlos Espino, entonces consejero del Cabildo de Lanzarote, convocada para anunciar que probablemente el museo se iba a abrir antes de lo previsto, en 2008 calculaban...).

Y finalmente el conato del famoso caserón de la calle Fajardo de Arrecife, que recientemente ha cerrado las puertas de su primera y única sala temporal dedicada a la arqueología. Digo famoso porque su compra generó una buena controversia política, por los recelos que provocó en la oposición el precio de la vivienda y el hecho de que el presidente del Cabildo había mantenido cierto affaire amoroso con la hija de la dueña. En todo caso, el Museo Arqueológico se ha intentado; acciones tan demandas y en principio tan pertinentes para la Isla como la creación del Museo del Mar o un Museo de la Historia de Lanzarote ni siquiera han llegado a plantearse con cierta consistencia.

Lanzarote, la isla que parió la original y exitosa fórmula de los CACT, ofrece una buena lista de cadáveres museísticos. Además de los ya mencionados, existieron otros como el Museo de Arrecife, en el Castillo de San Gabriel; el Museo Palacio Spínola o el Museo del Emigrante, en el Castillo de Guanapay, que se cerraron o se transformaron tras años abiertos, así como otros espacios dedicados a las ramas de ciencia: Museo de Cetáceos, en Puerto Calero; Centro Científico-Cultural Blas Cabrera, en la Casa de los Arroyo de Arrecife o Casa de los Volcanes, en los Jameos del Agua. Por otro lado, han sonado gran cantidad de ideas respecto a nuevos museos estas últimas décadas. Recordemos algunas solo por ilustrar: El Cabildo acordó crear un museo dedicado al Marqués de Herrera en los años sesenta, Manrique pensó en un Museo de Arte Popular con Millares y Escobio en los setenta, se habló de un Museo Militar en el Castillo de Santa Bárbara en los ochenta, otro en memoria de Pancho Lasso y Aquiles Heitz a principios del siglo XXI, uno para el camello más recientemente…

También ha habido emblemáticos centros artísticos o expositivos que han alternando épocas de esplendor con largas etapas de inactividad o cierre temporales (El Almacén, la Casa de la Cultura Agustín de la Hoz, el MIAC o la Casa de la Cultura Benito Pérez Armas, por no hablar de la irregularidad de la programación de los centros socioculturales de los pueblos y barrios), cuando no definitivos (como Los Aljibes, durante una etapa explotados como sala de exposiciones por el Cabildo y una amplia lista de galerías de arte privadas. Por citar solo algunas: Punto de Encuentro con el Arte en Arrecife, la Galería de Puerto Calero, la Galería Yaiza, la que tuvo Marina Rubicón, Espacio Dorfi y un largo y extenso etcétera).

Mencionando el tema de los cierres definitivos o temporales, todavía no está muy claro qué pasará con el Museo Atlántico. Lo que sí se sabe es que muy cerca de donde su hundieron las polémicas esculturas de Jason de Caires, en Isla de Lobos, se proyectó un Jardín Botánico del Desierto, pero su autor intelectual, Günter Kunkel, renunció abruptamente a la iniciativa en los años setenta porque creía que era una simple pantalla ideada por el promotor, para edulcorar un proyecto turístico especulativo en un espacio natural de alto valor.

Y ese es un asunto peliagudo que al menos debe ser mencionado: la cultura y el arte como blanqueadores o verdeadores de iniciativas de especulación urbanística, turística o política, tal y como argumentan los sectores ecologistas de Lanzarote respecto al mencionado Museo Atlántico y el puerto deportivo Marina Rubicón.

Conviene no olvidar tampoco que la historia del arte universal está plagada de grandes y alabadas obras encargadas por sátrapas, dictadores o reyes que no pasarían ni de lejos los mínimos estándares éticos del siglo XXI, empezando por casi todo el arte encargado por la iglesia cristiana, verdadera columna central del arte occidental durante los últimos 2.000 años.

Respecto a la lista de museos o proyectos de espacios culturales que nacieron con polémica, en los años noventa del siglo pasado, el Museo Africano llenó páginas de periódicos, con el ideólogo del PIL a la cabeza, Manuel González, quien tuvo su peculiar vendetta, liderando la también controvertida demanda que declaró ilegal la Casa de las Cúpulas de la Fundación César Manrique, la institución privada que, por otro lado, ha logrado mayor prestigio cultural probablemente de Canarias y que, además de la sede del Taro de Tahíche, ha conseguido poner en órbita un espacio en Arrecife (la sala José Saramago) y la Casa-Museo de César Manrique en Haría.

“La gran pérdida reciente proviene del proceso de semi aculturación, derivado del choque entre el turismo de masas y el mundo tradicional previo”

Juan Gopar lideró el ambicioso y discutido proyecto Maretas también en los años noventa del siglo XX. Con el apoyo del PSOE, pero la oposición de la mayoría de los partidos y de importantes sectores culturales, así como de la opinión pública, el plan no salió hacia adelante, aunque los históricos y enormes aljibes subterráneos situados en las puertas de Argana han vuelto a sonar para nuevas iniciativas. Algo parecido ha pasado con varios islotes de Arrecife, (el del Francés, el de las Cruces, el de El Quemado y sobre todo el del Amor o Fermina, verdadera tumba de millonarias inversiones), que han sido escenario de multitud de propuestas que no han fraguado. A la marina de Arrecife parece que le pasa como a las salinas de la Isla, que cíclicamente ven pasar aventuras infructuosas que no llegan a arrancar.

Como decíamos al principio, este texto reconoce sin pudor su falta de exhaustividad en este repaso rápido pero, con la misma humildad, nos gustaría sugerir algunas de las principales causas de tanto difunto museístico: división política, escaso apoyo social, falta de solidez económica o debilidad en la propuesta museológica. O sea, no descubrimos ninguna fórmula mágica nueva, la combinación de amplia cohesión sociopolítica, estabilidad financiera y acierto en los fundamentos museológicos da mayores probabilidades de éxito, en Lanzarote y en Pekín.

PD: Si el objetivo último fuera reflexionar sobre cadáveres culturales en nuestro armario de los que arrepentirse, por nuestra parte está claro que la gran pérdida reciente proviene del proceso de semi aculturación derivado del radical choque entre la implantación del turismo de masas y el mundo tradicional previo.

En el último tercio del siglo XX se planteó la absurda e innecesaria dicotomía entre modernidad turística y preservación de la cultura anterior, afectada durante décadas por cierta aura de pobrefobia o aporofobia, ya que efectivamente provenía de una sociedad muy pobre en lo material, pero altamente singular en lo antropológico. Y así destrozamos numerosos tesoros que no tenía sentido perder. Solo por ejemplificar, citemos algunas mermas en el terreno arquitectónico: la gran mareta de Teguise, la recova de Arrecife, el quiosco de la música o los cientos de ejemplos de viviendas populares, casonas, salinas, molinos, restos arqueológicos... Y eso por no nombrar la degradación de decenas de espacios naturales cuasi vírgenes que ahora nos darían gran rentabilidad social y turística si se hubieran conservado mejor. Llegados a 2020 merece la pena, pues, hacerse la pregunta con tranquilidad y sosiego: ¿era imprescindible tanta pérdida para alcanzar un modelo socioeconómico que se ha mostrado tan inestable en los últimos lustros?

Comentarios

Touché
Nadie recuerda que Lanzarote dispone de un Museo Aeronáutico. Unicamente tres en España. Gracias a un grupo de trabajadores de aeropuertos, (alguno ya fallecido), sin incentivos económicos de por medio, que se empeñaron en conseguirlo y también gracias a la entidad AENA que lo financió y mantiene. Pero eso si, no intervino ningún político y de ahí el éxito
¿pero alguien tiene alguna duda de que nos han gestionado unos indocumentados? El problema es que tenemos unos partidos políticos donde no prima ni la capacidad ni el trabajo. Lanzarote y casi cualquier administración seria, debería tener un plan a medio-largo plazo, por ejemplo, Lanzarote2030, con proyectos claros, objetivos, presupuesto...pero no se le puede pedir peras al olmo, así nos va.
Y los políticos todavía se jactan de ser Reserva de la Biosfera y amigos de Cesar Manrique. Vaya panda de inútiles.
Esto es lo que los politicastros llaman cultura, sería interesante saber quienes se llevaron la pasta. Inútiles y corruptos.
Ampliar carreteras y construir hoteles, no se oye otra cosa en esta isla. Conservación del territorio, sacar a los coches de Famara, proteger los volcanes del desastre de la fiebre senderista irresponsable, museos, cultura... De eso nada.
Excesiva bulimia cultural para un peñón tan chico como Lanzarote, con un tejido social tan reducido para consumir cultura. Sobran ocurrencias.
Me parece un acertado artículo, aunque discrepo con lo de la Cueva de los Verdes. Ciertamente si seguimos dependiendo de la clase política poco llegaremos. Una asociación independiente sería lo conveniente, pero mira por donde, cada vez que se ha intentado hacer una, siempre viene el político para intentar romper o separar. Los políticos actuales no están a la altura, por tanto la sociedad se cansa de proponer porque les etiquetan.
Llama la atención que la mayoría de los comentarios reduzcan el problema a los políticos. ¿No son acaso estos reflejo, consecuencia, de una sociedad carente de suficiente valores cívicos y culturales? Si se obvia esta pregunta, denostar a los políticos es torpe manera de ignorar las responsabilidades colectivas. Dicho de otra manera; mientras no mejore los valores sociales no lo harán los políticos "legitimados" por los votos de tantos y tantas lanza...bobos.

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