75 años del Hospital Insular y un futuro incierto
El centro hospitalario cumple 75 años sin que esté claro su futuro: no hay proyectos de remodelación del edificio y el traslado, si se va a producir, se sigue demorando
“El Hospital Insular ha señalado un antes y un después en la sanidad lanzaroteña, pero a mediados de octubre de 1951 todavía es un gran cascarón semivacío, un gigante que camina renqueante y escaso de recursos económicos”. Así lo describe Gregorio Cabrera en el libro José Molina Orosa. Luz en tiniebla (Islas de memoria, FCM).
Han pasado ocho décadas desde que el Cabildo de Lanzarote comprara un terreno en los Llanos de Naos a cinco pesetas el metro cuadrado a los herederos de Fernando Pereyra Galviaty, el germen de lo que años después sería el Hospital Insular, cuyo primer proyecto se remonta a 1944, mientras que el primer deseo del doctor Molina hay que buscarlo algunas décadas más atrás.
Hasta la apertura del Hospital Insular, Lanzarote se defendía como podía con un centro de higiene para afrontar, entre otras cosas, una mortalidad infantil de un país subdesarrollado. Se fue recaudando el dinero de distintos organismos, y antes de su inauguración, el Cabildo tuvo que buscar más fondos porque el Hospital nació pequeño para las necesidades que había. De hecho, se inauguró en precario, como describe el libro de Cabrera, con una sala de medicina general con diez camas, el asilo y la casa del niño y esperando por el pabellón de tuberculosos, y con poco personal.
El 28 de octubre se cumplen 75 años de la inauguración oficial del Hospital Insular de Lanzarote y su cumpleaños no parece que esté muy presente. El centro fue fruto del empeño de décadas de insistencia del doctor José Molina Orosa, que da nombre, sin embargo, al Hospital General, creado también por el empuje ciudadano, en este caso colectivo. Al igual que solo unos meses después de su inauguración, el Hospital ahora vuelve a caminar renqueante, debido a su edad, y su futuro es incierto, en este caso por la indefinición del Servicio Canario de Salud.
Aunque meses después de su inauguración, el Hospital aún no funcionaba como debía, se inauguró a lo grande, con la presencia del entonces jefe del Estado, Francisco Franco, que había llegado a la Isla a bordo del Crucero Canarias. Para la ocasión, se había encargado el embellecimiento de la Plaza de Las Palmas a un joven César Manrique, que haría así su primera obra en el espacio público en la Isla, en una plaza que también ha tardado tres cuartos de siglo en ser rehabilitada. César también intervino en los jardines de acceso al Hospital, pero muchos años más tarde, y realizó una escultura en homenaje al doctor Molina, que se instaló allí en 1968.
El Hospital Insular no acabó siendo lo que pretendía ser, pero por el camino acabó siendo otra cosa. Se convirtió en Hospital Geriátrico y Residencia de Ancianos y finalmente fue traspasado al Servicio Canario de salud en el año 2019. Ese año se encargó un informe que concluyó que al edificio le hace falta una reforma integral porque existen “defectos graves” en la cimentación, los pilares o las vigas que impiden que se pueda garantizar la seguridad de sus ocupantes. También se habla de corrosión estructural, aluminosis, del mal estado de las fachadas, las carpinterías, la fontanería o las cubiertas, de que hay humedades y fisuras, que el sistema contra incendios está fuera de servicio y que presenta graves deficiencias en accesibilidad, como la imposibilidad de acceso de las camas a las propias habitaciones de pacientes, o de los pacientes con problemas de movilidad a los aseos de sus habitaciones.
Ariel Bonilla, del comité de empresa, dice que no se sabe “nada de nada”
El Hospital, en su conjunto, es un híbrido entre la asistencia sanitaria y la social. Una anomalía contemporánea. Tiene una Unidad de agudos y media estancia, con unas 30 camas, otra de larga estancia, la residencia y el Hospital de Día, destinado a pacientes geriátricos que necesitan controles clínicos, recuperación y otros cuidados de manera temporal.
Las intenciones del Servicio Canario de Salud pasan por trasladar al edificio anexo al Hospital José Molina Orosa las unidades de media y larga estancia, pero el edificio no está disponible y sigue enredado en un laberinto judicial del que no se sabe cuándo va a salir. En cualquier caso, esa solución rompe con el modelo que había hasta ahora y sigue sin despejarse qué se haría con el edificio y cuándo se haría.
Comité
Ariel Bonilla, presidente del comité de empresa, dice que no se sabe “nada de nada”. “Cualquier día nos toca irnos, pero no sabemos si dentro de un mes o de un año”. Tampoco sabe si habrá o no celebración del 75 aniversario del Hospital y señala que hay trabajadores que han hecho varias propuestas, como exposiciones o charlas, “y nos dijeron que no era un buen momento”. “Se han reforzado algunos servicios, pero no sabemos más, nadie responde y llevamos así ya un año y medio”, asegura.
“Ha habido poca previsión política para resolver un espacio residencial”
Para Bonilla, “es una pena porque es una referencia a nivel nacional en geriatría y un servicio necesario por el que vamos a tener que pasar muchos de nosotros”. Lo único que parece claro, se haga lo que se haga con el edifico, es que la residencia anexa, más moderna, se quedaría, pero se deberían estudiar todas las posibilidades, desde el cambio completo hasta arreglarlo por fases”, destaca. Lo que pasa es que, de momento, no hay ningún proyecto sobre la mesa.
La plantilla del centro la conforman más de doscientos trabajadores, entre laborales y estatutarios, y hay servicios sobre los que sigue la incertidumbre, como los de cocina o la limpieza, porque en el Hospital General son servicios que están externalizados y no se sabe qué va a pasar con ellos si se trasladan finalmente al edificio junto al Molina Orosa.
Traslado
El diputado de Nueva Canarias, Yoné Caraballo, considera que el Hospital “no se debe tocar” porque para un colectivo tan sensible, como las personas mayores, además de los cuidados hay que buscar un entorno más agradable. “Son esenciales los cuidados profesionales y el entorno”, asegura. “El Hospital necesita mejoras y reformas pero es entrañable, da calidez y cercanía y las personas mayores se sienten como en casa”, asegura.
Eguía: “No se puede mantener el servicio en ese edificio en esas condiciones”
Cree que no hay que trasladar a los mayores al anexo del Hospital Molina Orosa porque el traslado va a convertir un hospital “en una planta más del Molina Orosa”. “Los cuidados ya no estarán tan especializados porque se usará seguramente al equipo volante y eso puede mermar la calidad asistencial”
Cree que debe evolucionar como hospital geriátrico e ir reformando por partes, como se ha hecho en el Molina Orosa “porque si lo cierras se va a derruir del todo”. De momento, dice que no hay partidas económicas ni proyectos de remodelación para el centro. Caraballo va a presentar una enmienda a los presupuestos para pintar una partida para remodelar el Hospital Insular.
Gerencia
Desde la gerencia del Área de Salud, Pablo Eguía afirma que “no se puede mantener el servicio en ese edificio en esas condiciones” y señala que no hay una decisión tomada aún, pero que lo que se vaya a hacer se plasmará en el Plan Director de Infraestructuras Sanitarias, que está redactando ya con vistas a las necesidades del año 2044. Y por otro, hay una solución transitoria, que es el traslado al edificio polivalente, que espera que pueda ser ocupado ya por el Servicio Canario de Salud antes de que finalice este año.
En el Plan Director se están ultimando los cálculos de esas necesidades, que aumentarán por el crecimiento de la población y el envejecimiento medio, y en base a esas necesidades se decidirá si se puede mantener el servicio en el Hospital o hay que construir otro en una parcela sanitaria fuera de ese lugar. Lo que no se contempla es reformarlo mientras continúa la actividad. Señala Eguía que el edificio tiene proyección en la fachada y en su volumen y cree que es difícil adecuar en esas condiciones ese edificio tanto a las necesidades en cantidad como a las exigencias actuales de espacio que el edificio actual no cumple. “Es difícil que encaje todo porque no daría ni para treinta habitaciones”, asegura. “Va a ser difícil reformar en esa parcela un hospital acorde a las necesidades de dentro de 20 años”, afirma, y señala que entiende las resistencias por el cariño hacia el Hospital Insular pero “los tiempos cambian y la sanidad avanza” y hay que adecuarse “a las necesidades, no a las parcelas”.
Elisa Corujo trabajó como geriatra en el Hospital Insular durante 25 años y considera que de momento “hay que salir de ese edificio” porque ahora supone un riesgo para quienes lo habitan. “Si queremos calidad hay que adecuarlo entero porque ahora mismo se está dando atención sanitaria en salones divididos por una cortina y no es digno”, añade. Para Corujo, ha habido “poca previsión política para resolver un espacio residencial o de media y larga estancia y se han pasado la pelota unos a otros” .
Habla no solo del edificio, sino del modelo de residencias y de servicio que se quiere implantar en la Isla. Considera que debería haber, al menos, una residencia por cada municipio porque Lanzarote necesita plazas en residencia, que ahora mismo no hay. Cree que también hace falta una residencia de alto requerimiento en Arrecife para evitar ingresos en el Hospital que podrían derivarse a esa residencia y “no medicalizar” a personas que no lo necesitan en sus últimos años de vida.
Respecto al Hospital Insular, dice, su discrepancia es que “se venda un producto de geriatría de agudos cuando no hay elementos de geriatría de agudos porque los tienen que trasladar al Hospital. No tiene agudos, pero se sigue vendiendo como tal. Se ha hecho demasiada propaganda de un servicio que no se da”.
Corujo considera que “Sanidad y Servicios Sociales deben darse la mano para atender a las personas con fragilidad, porque ahora son reinos de taifas y hay que poner medios para esta atención”. “Cada atención sanitaria debe ser en su espacio sanitario, y la atención social en el suyo, y ambas tienen que estar interrelacionadas, pues la una no es sin la otra y la condición humana necesita cuidados, bien en periodo de convalecencia o bien por fragilidad y síntomas complejos en los domicilios”, recalca.
Señala que hay personas que no tiene reconocida la Ley de Dependencia pero se vuelven dependientes de repente, o personas en exclusión social con problemas de salud “y no se sabe dónde meterlos”. “¿Qué hacemos con esas personas?” -se pregunta-. Cree que se necesitan unidades de media estancia para tratar de forma integral al anciano, más algunas camas para urgencia social. Considera que, con el traslado al edificio junto al Molina Orosa, el proyecto de geriatría queda resuelto, pero no se cubre la parte social “y no se ha planteado qué va a pasar con aquello hasta que se reorganice”.
En definitiva, cree que es importante “defender los niveles asistenciales con recursos dignos”, adaptar los espacios arquitectónicos a los tiempos, para dar dignidad a los cuidados y que una infraestructura de referencia como el Hospital Insular “debe de ser cuidada y continuar como bastión de la atención geriátrica, que es su característica y el apoyo para la fragilidad”. Por otro lado, “hay que dejar de tener una visión romántica del Hospital Insular para tener una idea funcional, que sea una idea funcional con dignidad. Hay que tener una alternativa que iguale la atención acorde a los tiempos que corran”.
















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1 Tierra Vie, 17/10/2025 - 08:52
2 Tierra Vie, 17/10/2025 - 08:52
3 No les importa Vie, 17/10/2025 - 08:54
4 Conejero Vie, 17/10/2025 - 09:04
5 Martín Fernánde... Vie, 17/10/2025 - 14:37
6 Domingo de Guzmán Vie, 17/10/2025 - 15:09
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8 Blanca Torres Moreno Sáb, 18/10/2025 - 14:17
9 Eva Barros Lun, 20/10/2025 - 10:58
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11 Dignidad pero s... Mié, 22/10/2025 - 17:18
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