Los descendientes del pesquero naufragado en Mala en 1973 siguen a la espera de que el Juzgado autorice la exhumación de los restos enterrados en Arrecife
“Estamos más cerca del retorno de los restos a sus familiares”
Los descendientes del pesquero naufragado en Mala en 1973 siguen a la espera de que el Juzgado autorice la exhumación de los restos enterrados en Arrecife
Los familiares de los marineros naufragados en el siniestro del pesquero Domenech de Varó, procedente del puerto gaditano de Puerto de Santa María con destino al banco sahariano, que encalló en la costa de Lanzarote hace ya 51 años, confían en que se les permita exhumar los cadáveres enterrados en el cementerio de Arrecife, con unas lápidas en las que tan solo consta una numeración. Cuerpos sin identificar que medio siglo atrás el mar devolvió a tierra tras la tragedia marítima. El Juzgado de Primera Instancia número uno de Arrecife ha admitido a trámite su petición y ha pedido el parecer del Ayuntamiento de Arrecife y del Gobierno de Canarias.
La tragedia también la vivieron los familiares de estos marineros fallecidos en el naufragio ocurrido en la madrugada del 6 al 7 de febrero de 1973. No fue hasta 50 años más tarde, el pasado año, cuando descubrieron que sus seres queridos podrían estar enterrados en el camposanto de la capital de Lanzarote. El arrastrero, con una docena de tripulantes a bordo de Cádiz, Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda y Barbate encalló en la costa de la localidad lanzaroteña de Mala.
Solo sobrevivieron dos personas: el patrón de costa del barco, Vicente Pérez Yáñez, y el marinero José Manga Rodríguez. Del resto de tripulantes, tres personas pudieron ser identificadas en un primer momento: José Bernal Ramírez, primer mecánico, Antonio Rodríguez Zaragoza, marinero, y el contramaestre Manuel Valiente, cuyos cuerpos descansan en el cementerio de Arrecife junto a los restos sin identificar de otros cinco pescadores. Otros dos miembros de la embarcación nunca fueron hallados, según explica el investigador Luis Moreno.
Fue a raíz de la decisión de Francisco Roselló, hijo del marinero Jaime Roselló Zaragoza, de origen alicantino, uno de los tripulantes, de conmemorar el 50 aniversario del naufragio del Domenech de Varó, cuando se inicia una investigación que lleva a los descendientes de los desaparecidos a contactar con la Asociación Social y Cultural por la Memoria Histórica Pesquera de Lanzarote Ángel Díaz.
Luis Moreno y el portavoz de la Asociación de descendientes del Domenech de Varó, José Manuel Pose, hijo de Julio Pose, patrón del barco naufragado, comienzan a bucear en el Archivo Municipal de Arrecife hasta descubrir que los cuerpos de los marineros fallecidos no se encontraban desaparecidos en el mar como se pensaba durante medio siglo, sino enterrados en el cementerio lanzaroteño.
Las dificultades de la época para identificar los cadáveres hallados impidieron conocer la identidad de cada uno de ellos, por lo que las autoridades locales procedieron al sepelio de los restos en nichos con números, sin que pudieran constar nombre y apellido de los tripulantes.
Fueron esas mismas autoridades locales y marítimas las que impidieron a los familiares de los marineros disponer de los cuerpos de sus seres queridos, no se sabe si por el coste que supondría el traslado de los restos o por un error burocrático. En sus manos se encuentra la copia de un documento original que confirma la decisión del Juzgado de ordenar el entierro en tierra desconocida en lugar de dar traslado a los familiares del hallazgo de los mismos. Motivo por el que, durante medio siglo, viudas y descendientes mantuvieron la creencia de que sus maridos y padres se encontraban en el fondo del mar.
Nichos donde están enterrados los marineros.
El Juzgado admite a trámite la petición de las familias de los fallecidos
Ahora son los mismos Juzgados de Arrecife los que tienen que subsanar este error y devolver a los familiares la posibilidad de identificar los restos. Desgraciadamente, no todos los tripulantes perecidos fueron encontrados, pero la esperanza de que dentro de esas lápidas se encuentren algunos de sus progenitores es el leitmotiv de la asociación, que presentó ante la Justicia un procedimiento de Jurisdicción Voluntaria el pasado 28 de diciembre en el que solicitan autorización para exhumar los nichos 70, 72, 73, 75 y 76 del Cementerio de San Román, donde se descubrió que reposan los restos de estos marineros fallecidos en el naufragio, aún sin identificar. El Juzgado dio traslado de la solicitud al Ayuntamiento, titular del cementerio, al Gobierno autonómico y a la Fiscalía.
Para llevar a cabo el costoso proceso que conlleva, la asociación cuenta con las subvenciones de las instituciones gaditanas, el Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda o la Diputación de Cádiz, así como de la Fundación Unicaja y la Cofradía de Pescadores. José Pose pudo visitar recientemente las lápidas sin nombre en el cementerio de Arrecife en un viaje a Lanzarote en el que fue recibido por las autoridades judiciales, quienes le informaron de la situación del proceso judicial. Se trata de “un caso que nunca se había dado en Lanzarote”, según le dijo el propio juez en la entrevista. “La premura de que salga adelante esta solicitud lo antes posible no es otra que evitar que caduquen las ayudas con las que contamos”, añade Pose.
“El primer paso ya está dado”, según relata. “Tenemos contratado el laboratorio LabGenetics de Madrid para desplazarse a Lanzarote para la obtención de muestras cadavéricas”. Cinco familiares han realizado ya las pruebas para el estudio genético de ADN que permita realizar los análisis comparativos una vez sean autorizados por el Juzgado. “Se han cumplido 51 años del naufragio del buque Domenech de Varó. 51 años de desazón para unas familias, algunas de ellas sanluqueñas, que siguen sin tener cerca los restos de sus seres queridos”, recuerda Pose. “Ya estamos más cerca del retorno de los restos a sus familiares”.
Comentarios
1 Lagunero Jue, 11/04/2024 - 11:57
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