Rubén Acosta, fotógrafo

“En una boda con 200 personas felices me convierto en un invitado con cámara”

Foto: Felipe de la Cruz.
Myriam Ybot 1 COMENTARIOS 12/08/2015 - 08:06

Rubén Acosta (Lanzarote, 1976) es el pregonero de las fiestas de San Bartolomé 2015, un reto que afronta como el resto de decisiones de su vida, con optimismo y el convencimiento de que imprimir un sello personal y alejarse de los convencionalismos son sinónimos de éxito. Así lo hace desde hace años en sus proyectos fotográficos, con su editorial Ediciones Remotas y como fotógrafo de bodas, sector en el que brilla con nombre propio gracias a su capacidad para captar instantes, sensaciones y atmósferas.

- Lo hemos pescado entre viajes, embarcado en la segunda fase de «La costa afortunada». ¿Qué tiene en común y qué diferencia el proyecto actual del iniciado en 2005?

- «La costa afortunada» es un proyecto fotográfico sobre pueblos en la costa de Canarias y la relación de sus habitantes con el lugar, la orilla, el límite. Son fruto de la autoconstrucción, algunos con problemas legales y otros no. Me interesa la formación de comunidades y la relación del hombre con el mar. El resultado de este trabajo fue una exposición llamada Arquitectura y paisaje que se expuso en el Círculo de Bellas Artes y en la sala municipal de arte de Arrecife. Una parte de esa exposición se llevó al Museo de Arte Contemporáneo de Salamanca y finalmente fue adquirida por la fundación Coca Cola. En esta segunda fase estoy aportando un componente más social, no tan arquitectónico; hay retratos, interiores de casas y muchas localizaciones nuevas.

- «La costa afortunada» forma parte, entonces, de lo que denomina Proyectos personales, no tanto alimenticios como de aprendizaje o experimentación...

- Exacto, yo cojo vacaciones para sacar adelante estos proyectos. Cuando empecé me propuse una fecha límite, 2015, que cumpliré porque solo me queda La Palma; cuando termine, mi idea es publicar un libro.

- Sin embargo, no puede negar cierta cuota de riesgo en cualquiera de sus actividades. Le hablo de poner en marcha una editorial en los tiempos de la tinta electrónica o remangar a una novia para fotografiarla en la marea...

- Empecé fotografía por los proyectos personales y eso me aportó mucho a nivel profesional. En los trabajos comerciales suelo acertar más cuando aporto un sello personal a lo que hago. Cuando pongo todo de mí y me apasiono, el resultado final suele ser mucho mejor valorado y es uno de los motivos por los que me buscan.

- ¿Ediciones Remotas, su «negocio» editorial, responde a esa definición o solo es una forma de hablar?

- Pues sí, por ahora no hemos tenido pérdidas ni hemos puesto un euro de nuestro bolsillo; con unos proyectos financiamos otros. Cuando Mario (Ferrer) y yo empezamos con esta aventura, pensamos que iba a ser más complicada de lo que finalmente ha sido. Defendemos trabajos que nos apasionan y en ocasiones, desastres teóricos han terminado saliendo muy bien. Hemos vendido más de 7.000 libros desde que empezamos con Ediciones Remotas. Hemos sacado segundas ediciones, estamos traduciendo al inglés y al alemán... Los productos culturales para el turismo eran una carencia importante en Lanzarote y hemos ocupado ese espacio con éxito.

- Tras el auge del amor libre ¿hay una revival del romanticismo que se traduce en muchas bodas?

- Creo que la gente se casa igual que antes pero ahora las bodas se hacen más visibles. Además, en el pasado los protocolos eran muy rígidos y hoy se busca hacer cosas nuevas. El otro día hice una boda en Málaga con una pareja que tenía el clásico perfil de no casarse nunca. Lo llamaron fiesta del querer y reunieron a mucha gente en torno a ellos. Últimamente estas ceremonias son más bien una fiesta que se regala a los amigos, muchas veces dispersos, a quienes se ofrece una jornada que nunca se olvida.

- ¿Cómo gestiona cada experiencia?

- Me localizan mucho por el boca a boca pero además trabajo con wedding planners, con los que a veces colaboro aportando mi experiencia. Algunas parejas me llaman con la idea muy clara y otras se dejan llevar. Me ha pasado incluso que se ha retrasado la fecha de la boda para que yo hiciera las fotos. Respecto al resultado, intento pasar muy desapercibido, voy captando momentos y dejo que la ceremonia fluya. Para eso, trato al mismo tiempo de no resultar alguien extraño que hace fotos desde fuera. En una fiesta donde hay 200 personas felices te acabas integrando. Me meto dentro de lo que pasa, tanto física como emocionalmente, me convierto en un invitado con cámara y eso facilita mucho el trabajo como yo lo entiendo.

- Tiene obra en colecciones de museos y fundaciones dentro y fuera de las fronteras canarias, lo cual es notable en alguien de su edad. ¿Cuál es su receta del éxito?

- Ayuda tener referencias que no sean solo locales, o solo regionales, o solo nacionales. Me interesan fotógrafos americanos, europeos, de muchos lugares ajenos a Canarias. Creo que eso ayuda a alimentar la ambición y la inquietud. Por ejemplo, mi aspiración respecto a las bodas nunca fue quedarme aquí y de hecho ya he salido fuera en varias ocasiones. Para alcanzar ese objetivo he trabajado duro, me he formado fuera en workshops especializadas en este género... Aunque es cierto que los límites son cada vez más difusos y aplico técnicas de fotos de moda, de arquitectura o de paisajes a las bodas.

- ¿Tiene una espinita clavada con el cine o lo ha descartado definitivamente?

- Estudié comunicación audiovisual y empecé a trabajar en la producción y dirección de cortos, pero como dijo alguien, me atrapó el poder silencioso de las imágenes y la libertad de la fotografía. A veces echo de menos movimientos y sonidos pero mantengo la narrativa en mis trabajos, que no son una colección de imágenes bonitas solamente. Siempre trato de contar una historia, recojo detalles que ofrezcan sensaciones y atmósferas.

- Su último salto al vacío es el compromiso de responsabilizarse del pregón de las Fiestas de San Bartolomé 2015. ¿Cómo afronta este reto?

- Pues lo cierto es que no tengo referencias previas ni sé lo que es un pregón así que lo haré como lo hago todo, como pienso que debe ser y como pienso que yo debo hacerlo. Será un pregón muy visual, con imágenes y texto. Y haré hincapié en la capacidad de las personas para hacer cosas. La fuerza de la gente anónima, la suma de vecinos y vecinas que se unen y afrontan proyectos, como por ejemplo, organizar las fiestas de un pueblo.

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