ENTREVISTA | José Yeray Rodríguez Quintana

“El legado del ‘Salinero’ está lleno de futuro por la actualidad sorprendente de sus versos”

Yeray Rodríguez junto a dos niños verseadores de Valsequillo en la presentación del Festival Internacional de Verseadores Ochosílabas.
Gregorio Cabrera 0 COMENTARIOS 14/08/2017 - 07:30

Se crió en las alturas, en Artenara, en la quebrada y sublime cumbre de Gran Canaria, bajo un cielo parco en aguas pero sometido a una constante lluvia de palabras. Palabras a las que terminó por consagrar su vida.

- Usted es Doctor en Filología Hispánica y profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, ¿cómo surgió su interés por el mundo de la improvisación oral, los verseadores y el repentismo?

- Pues seguramente soy todo lo primero por todo lo segundo. Me gusta decir que el amor por las letras me entró por el oído y no por el ojo, de tanto que escuché a mis mayores cuando niño. Mi infancia está vinculada a Artenara, la tierra en la que nacieron mis padres, donde, como parte del paisaje, conocí la palabra dicha y la palabra por decir y la tradición concreta de la décima, por ejemplo. De ahí viene todo. En un momento decidí dedicar mi vida profesional a la palabra, la dicha y la escrita, y esa decisión se la debo a esa infancia enormemente verbal que tuve la dicha de vivir.

- ¿Cree que esta tradición no recibe toda la atención y el apoyo que merecería?

- Esta tradición recibe el apoyo que debe recibir, que es el del pueblo que le da sentido. Nos emociona el seguimiento que distintas generaciones le dan por ejemplo al punto cubano como género más representativo de la improvisación oral en verso en Canarias. El repentismo es un arte que sin público no se entiende y mientras el público-pueblo esté ahí tendremos el apoyo y la atención fundamentales. Pero eso hay que ganárselo.

- ¿Qué singularidades aprecia en la improvisación oral en islas como Lanzarote y Fuerteventura? ¿Y cuál es su `estado de salud’ en ambas islas?

- Creo que la tradición ha tenido mayor visibilidad en Fuerteventura. En Tuineje, por ejemplo, figuras como Juan Betancor, el recientemente desaparecido Juan Ramón Rodríguez o la prodigiosa memoria de Eulalio Marrero, alentaron durante décadas el gusto por la décima y el punto cubano en el sur majorero. He recibido con agrado en los últimos días la intención del Ayuntamiento de Tuineje de recuperar el Encuentro de Verseadores que se hacía tradicionalmente por San Miguel. En el norte de la isla, poetas populares como Juanito Vera o Pedro Camacho, no necesariamente en décimas, también alientan el apego a una forma de ser y de decir. El Encuentro Internacional de Improvisadores de Corralejo, que alcanza doce ediciones, nos ha permitido rendirles memoria. Lo que sí me resulta interesante es el futuro que se abre en estas islas con dos verseadoras contemporáneas ya consolidadas como son la majorera Lydia Moreno y la conejera Yurena Cubas así como recientes iniciativas como el Festival de Canto Improvisado que se desarrolla en el Charco por las Fiestas de San Ginés. Este ano tendrá lugar la segunda edición. Todo ello sin dejar de citar nombres consolidados en la tradición como los de Marcos Hormiga o Domingo Umpiérrez. Y El Colorao, que menos mal que se dedica al timple y no a versear, que si no nos dejaba a todos callados.

- ¿Qué papel simbólico juega hoy en día la figura de Víctor Fernández ‘El Salinero’? ¿Qué representó y qué representa hoy en día?

- No cabe duda de que es una figura imprescindible para la configuración de la memoria de la isla de Lanzarote. Cumplió sobradamente la humilde pero apasionante misión que tienen los poetas populares: ponerle palabras a lo que su pueblo siente. Yo creo que fue capaz de representar ese papel y hoy es un baluarte en la memoria conejera, una memoria llena de futuro porque muchos de sus versos tienen una actualidad sorprendente. Esfuerzos como los de Antonio Corujo le han dado mayor visibilidad a su fantástica obra. Me emocionó especialmente que el pueblo conejero escogiera su nombre para el Teatro Insular. Es la mejor prueba del apego que consiguió entre los suyos más allá de su generación.

- ¿Qué labor trata de desarrollar la Asociación de Verseadores Canarios Ochosílabas que usted preside?

- Básicamente la divulgación de la tradición y todo lo que tiene que ver con su estudio y conocimiento. Desarrollamos distintos eventos internacionales en diferentes espacios pero nos preocupa especialmente la continuidad de la tradición, con lo que hemos puesto en marcha iniciativas que afectan a todas las Canarias. En Navidades o el Día de Canarias, por ejemplo, coordinamos con la Televisión Canaria una felicitación en décimas por parte de un nino de cada una de nuestras islas. Tuvimos por La Graciosa a Amaro Morales, por Fuerteventura a Marta Luis y por Lanzarote a Andrea Cabrera. Esos niños, junto a los cinco representantes de las restantes islas, estarán presentes este ano en la Romería del Pino, en Teror, en Gran Canaria, para presentar a su isla. Por ese espacio, que también gestiona Ochosílabas en lo concerniente a los niños y niñas verseadores, han pasado ya más de doscientos pequeños.

- ¿Cómo se reconoce a un verseador o verseadora? ¿Qué características y qué condiciones debe reunir?

- Básicamente se asocia a la verseadora o verseador, que es el nombre que el cultivador de esta tradición tiene en Canarias, la capacidad de improvisar en verso, siguiendo un patrón tradicional, sean pareados, coplas, cuartetas o décimas. Las características son, como se puede imaginar, varias y variadas, pero se parte de una profunda pasión por la palabra y de una serie de competencias que tienen que ver con la sensibilidad de cada cual pero también con la práctica y el dominio de una técnica.

- ¿Qué dice la tradición de la improvisación oral de nosotros, de Canarias?

- Pues dice que somos un pueblo que, pese a todo, pese a esta era digital y multimedia, tan interesante por otra parte, ha sido capaz de mantenerse fiel a su naturaleza verbal, que no pierde y que es, al mismo tiempo, memoria de lo vivido y llamada al futuro.

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