Rafael Morales es el nuevo presidente del organismo que agrupa a bodegas y viticultores. Reclama mejorar el reparto de las ayudas europeas, alerta del riesgo de abandono del campo por la falta de relevo generacional y ve con buenos ojos un canon que ayude a mantener La Geria

- ¿Con la inestabilidad que ha atravesado el Consejo Regulador en los últimos meses, cómo decidió presentarse a las elecciones y luego a presidirlo?

- Hubo una serie de problemas que desconozco y no me quiero pronunciar. Un grupo de amigos decidimos presentarnos en representación de los viticultores. Siempre he estado vinculado al campo, aunque me he dedicado a la enseñanza privada.

- Si hay cerca de 1.700 viticultores censados, ¿por qué votaron tan pocos en las elecciones?

- Es cierto. Me extrañó que no votara ni el 10 por ciento. Uno de los objetivos es que el Consejo se abra más hacia los socios, que la gente participe y traslade sus inquietudes y los problemas del campo, que vean el Consejo no sólo para pedir la ayuda y ya está.

- La visión que tienen las bodegas del Consejo Regulador a lo mejor no es la misma que la de los viticultores.

- Creo que ahora hay un equipo más uniforme. El viticultor y el bodeguero tienen que estar unidos porque dependemos unos de otros, no debe haber enfrentamientos. Las promociones que se hagan para vender el vino lo más caro posible deben repercutir también en el viticultor, subiendo los precios de la uva.

- ¿En la actualidad el precio de la uva es justo para el viticultor?

- Se debe luchar por conseguir un precio de la uva que sea rentable también para el viticultor, tiene que haber rentabilidad porque nadie está dispuesto a trabajar la viña por amor el arte. Ahora la viña está trabajada por gente mayor y se debe apostar por las nuevas generaciones. Según los viticultores, hay quien sigue sin poner precio cuando entregan la uva. Ningún negocio funciona así, da la sensación de que tu trabajo no vale nada. Es como si te llevas la compra y le dices al del supermercado que ya pasarás a pagarle a un precio arreglado a si te gusta o no.

- La mejora del reparto de las subvenciones a la producción, con 200 millones al año de los que 140 van para el plátano, ha sido un caballo de batalla del sector.

- Dentro de nuestros objetivos destaca que el reparto del Posei (Programa comunitario de apoyo a las producciones agrarias de Canarias) sea lo más equitativo posible, no que el plátano, por ejemplo, tenga grandes ventajas sobre la viña. Debe haber un reparto más justo, no que el 70 por ciento de las ayudas sean para el plátano y nosotros nos quedemos siempre con las migajas.

- ¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrenta un viticultor en Lanzarote?

- El primero es el trabajo que lleva, porque es artesanal, no se puede mecanizar, y mantener los hoyos es muy laborioso. Mi padre era agricultor, y su gran interés era que estudiara una carrera y que no me dedicara a esto porque sabía lo duro que es. También se debe crear una mesa de trabajo con instituciones y asociaciones vinculadas al sector primario para marcar unas pautas. No puede ser que presentes un proyecto, nadie se pronuncia y tampoco te dan una solución alternativa.

- ¿Hay riesgo de que La Geria sufra un abandono?

- El interés de mantener la viña es por el paisaje de Lanzarote. Las instituciones deben pensar que si la viña se abandona el turismo se resiente. Se ha pensado en un canon. El turismo viene y ve un paisaje protegido, pero se necesita mantenerlo y eso tiene un coste. Que caiga todo sobre el agricultor, que es el que está trabajando, hay que valorarlo.