La contaminación atmosférica provoca una de cada ocho muertes en Europa. Al hollín procedente del tráfico y la industria, en Canarias se añade otro agente contaminante: las partículas ultrafinas de polvo que emite el vecino desierto del Sáhara cada año y que, por primera vez, se han asociado al desarrollo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias. A bordo de la calima viajan también hongos y bacterias, la mayoría inocuos, y los peligrosos genes de resistencia a los antibióticos.

Nueve y media de la mañana, Arrecife, capital de la Reserva de la Biosfera de la isla de Lanzarote. El tráfico en la principal avenida de la ciudad es alegre, pero bastante más comedido desde la pandemia de COVID-19. Algunas furgonetas de reparto aparcan en doble fila, sin apagar el motor, para cargar y descargar mercancía.

Según el Instituto Canario de Estadística, casi el 34 por ciento de los vehículos matriculados en este municipio son diésel, el carburante más contaminante, sobre todo cuando se emplea en vehículos anteriores a 2009 y en todoterrenos. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer determinó hace ocho años que el humo de los motores de gasoil causa cáncer de pulmón debido a los óxidos de nitrógeno que emiten a la atmósfera. La quema de este hidrocarburo es la principal fuente de hollín, un contaminante asociado a enfermedades cardiovasculares y respiratorias.

También funciona con diésel la central eléctrica de Punta Grande, en el pueblo de Las Caletas. Esta infraestructura es fundamental para cubrir la demanda de electricidad de la Isla, que se ha triplicado en los últimos 25 años, generando un importante daño colateral: en 2019 esta pequeña población a orillas del Atlántico superó los límites de ozono troposférico establecidos por la Organización Mundial de la Salud durante 107 días. Este tipo de ozono se crea cuando los óxidos de nitrógeno reaccionan con la luz solar, cerca de la superficie terrestre.

Uno de los principales núcleos turísticos de la Isla, Costa Teguise, muy próximo a la central eléctrica, también superó las recomendaciones de la OMS durante 78 días. Ocurrió lo mismo en Arrecife, a cinco kilómetros de la central, donde se registraron 60 días de contaminación atmosférica superior a la aconsejada. Así lo recoge el informe La calidad del aire en el estado español durante 2019, elaborado por Ecologistas en Acción con datos tomados de las estaciones de medición de calidad del aire.

Las estaciones de Lanzarote no miden el hollín ni las partículas ultrafinas, uno de los contaminantes del aire potencialmente más peligrosos para la salud, ya que “pueden alcanzar el flujo sanguíneo y afectar a diversos órganos”, tal y como explica la web del Ministerio para la Transición Ecológica. A pesar de esta evidencia científica, la ley todavía no exige su medición. “Es posible que sea más grave para la salud la contaminación que no se está midiendo que la que se está midiendo”, declaraba Sergio Rodríguez a Diario de Lanzarote.

Los riesgos de la calima

¿Qué ocurre cuando inhalamos polvo del desierto en suspensión? La calima es cada vez más habitual en el Archipiélago canario y hasta ahora se asociaba únicamente con alergias y problemas de asma.

A principios de año cambió la consideración que tenemos de este fenómeno natural: se publicó el primer estudio que asocia la exposición a aerosoles de polvo del desierto con un aumento del riesgo de sufrir, a largo plazo, una enfermedad cardiovascular o respiratoria. Un grupo de científicos codirigido por el cardiólogo del Hospital Universitario de Canarias Alberto Domínguez y el físico Sergio Rodríguez, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), concluyó que la calima provoca inflamación en el tracto respiratorio que recorre la faringe y los bronquios.

Llegaron a esta conclusión tras analizar el esputo de 270 pacientes que acudieron a la consulta de cardiología del centro hospitalario, después de los episodios de calima que ocurrieron entre los meses de julio y noviembre de 2017. Para evitar señales falsas, descartaron las muestras de pacientes afectados por otras dolencias (tabaquismo, asma) y se concentraron en 40 pacientes con cardiopatía isquémica coronaria crónica.

Así descubrieron que el polvo sahariano había aumentado las concentraciones de dos biomarcadores de procesos inflamatorios en el tracto respiratorio de los pacientes. Esta inflamación puede contribuir al engrosamiento de las paredes de las vías respiratorias y, a largo plazo, provocar una pérdida de la función pulmonar. Además, una exposición prolongada a la calima podría dañar la mucosa que recubre las vías y derivar en el desarrollo de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica.

Microorganismos

La calima también puede transportar muchísimos microbios, la gran mayoría inocuos. Pero entre ellos se pueden colar algunos potencialmente patógenos para los seres humanos, bacterias que pueden causar enfermedades a personas con el sistema inmune dañado, hongos que agravan las alergias o virus entéricos causantes de enfermedades gastrointestinales. “Cada día respiramos millones de microorganismos que nuestro cuerpo es capaz de neutralizar y no tienen ningún efecto sobre nuestra salud”, asegura la bióloga Cristina González, especialista en el campo de la aerobiología e investigadora del Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias.

Mucho más preocupante es la presencia de genes de resistencia a antibióticos en muestras de aire, que han sido detectados en numerosos estudios y que resultan un grave quebradero de cabeza en entornos hospitalarios.

“Es la pandemia silenciosa de nuestro tiempo. La transmisión aérea no es la más frecuente, pero requiere de un programa de control y vigilancia para evitar la dispersión de estos patógenos tan peligrosos”, advierte la científica.

Cada año, los desiertos del planeta emiten 5.000 millones de toneladas de polvo. Sólo el desierto del Sáhara genera más de 1.000. En cada gramo de polvo viajan adheridos miles y miles de microorganismos. ¿Cómo logran sobrevivir a su viaje trasatlántico y a la radiación ultravioleta? Unos entran en estado de latencia hasta que encuentran un medio favorable. Otros usan la pigmentación para protegerse, igual que la piel del ser humano se broncea para que la radiación no alcance capas internas del cuerpo. Constituyen un ecosistema microscópico que era desconocido hasta hace dos décadas.

Según el Grupo de Estudios de Contaminación Atmosférica de Izaña (Tenerife), dependiente del CSIC, Lanzarote ofrece la mejor ubicación del archipiélago canario para instalar un observatorio atmosférico que evalúe las consecuencias de la contaminación y establezca mecanismos de control para mitigarla.