La última paralización, por errores detectados y cambios sugeridos, puede que sea razonable,  seguramente lo es, pero es una más entre las malas decisiones y omisiones en la obligación de estudiar, conservar y dar a conocer el yacimiento arqueológico de Zonzamas.

A esta desidia de décadas se le ha sumado esta misma semana un atentado contra la Piedra del Majo. A raíz del atentado, el Cabildo ha dicho que “los grabados rupestres y el resto del patrimonio precolonial constituyen un legado cultural de incalculable valor que enriquece el patrimonio de toda la humanidad”.

La preocupación, más que enunciarla, hay que demostrarla, con medidas efectivas de seguridad y de divulgación. Estaría bien que la población entendiera por sí misma ese incalculable valor en una visita al yacimiento como Museo de sitio o una publicación que resuma el sintetice el valor de lo que se ha encontrado allí en los últimos cuarenta años. Hasta ahora, eso no ha ocurrido.

Por otra parte, en ese afán por privatizar hasta el conocimiento, parece que no ha habido dinero ni planificación para que sea la iniciativa pública o las universidades quienes lideren esa investigación y tenga que ser una empresa privada la que lo haga desde hace diez años, con los resultados a la vista. 

No se entiende que se presuma de costumbres, pasado y nacionalismo y no se apoye una investigación rigurosa, con medios suficientes, para este y otros yacimientos. Ya son varias generaciones las que se lo han perdido. Menos mal que ya tenemos un edificio para el Museo arqueológico. La lástima es que no sirva como Museo arqueológico.