Buscar la coherencia en las decisiones de los partidos políticos es un ejercicio inútil no solo por el resultado (ya conocido) sino por el objetivo en sí mismo. En primer lugar porque la coherencia significa una actitud consecuente con los principios que se profesan, y la primera dificultad es conocer cuáles son esos principios. En segundo lugar, porque la política se hace sobre la realidad y la realidad se mueve. A pesar de esto, no todo vale, y cada cual tiene su vara de medir.
Pero si quien busca la coherencia es una formación que lleva gobernando años y años con cualquier otro partido en las instituciones de la Isla (por ceñirnos a Lanzarote), el ejercicio es de un cinismo indisimulable. Se queja Coalición Canaria de que el PP pacta con el PSOE “contra natura” o que es desleal a sus votantes con ese pacto. Es cómodo decir eso desde un partido que ha mantenido la presidencia en el Cabildo desde 2009 pactando con PIL, PNL, PP y PSOE. De hecho, es más complicado ser desleal cuando la lealtad solo se tiene con el poder.
Es un caso digno de estudio el hecho de que CC se haya mantenido colocada en el centro político durante años a pesar de que lleve al menos dos décadas aplicando políticas de la derecha pura y dura y de que quienes llegaron a la coalición desde la izquierda abandonaron esa franja en el mismo momento en que entraron. Será que, efectivamente, la política es más sentimiento que razón.
No es frecuente convocar una rueda de prensa para no tener nada que decir, como hizo CC esta semana, aunque es sabido que en situaciones de shock se actúa por automatismos. Quizá es mucho pedir aún que los nacionalistas hagan un ejercicio de autocrítica o de reflexión y se pregunten (y se respondan) cómo es posible que PSOE y PP hayan preferido pactar entre ellos que pactar con ellos y aparecer como la única excepción de un pacto que parece que va a gobernar Canarias con un presidente que tiene una séptima parte de los parlamentarios y con el apoyo necesario de dos diputadas del partido que venía a regenerar la política. Hasta ahora, los nacionalistas saltaban con red (que sostenían PP y PSOE, cada uno desde una esquina) y se mantenían con otra red (clientelar).
La respuesta tiene mucho que ver con la manera de ejercer el poder y tiene mucho que ver, en Lanzarote, con Pedro San Ginés, en quien se cumple esa máxima de que la forma es el fondo. San Ginés tiene serios problemas con la realidad y con el entorno (con el suyo y con el nuestro) y CC, en realidad, se ha metido en un serio problema con San Ginés. Y si no lo quiere ver pues ya tiene otro problema más.
San Ginés presume de haber salvado a la isla de la ruina: de los Centros, de Inalsa, de Zonzamas... Son profecías autocumplidas. Si su legado en diez años de presidencia es el Museo Atlántico, la privatización del agua, el Museo arqueológico (sin abrir), el Saborea Lanzarote y los parques eólicos, no compensa el tiempo que ha perdido en querer llevar razón en todo tipo de enfrentamientos y pleitos sin sentido y, sobre todo, no compensa el tiempo que ha perdido la Isla en tomarse el futuro en serio haciendo políticas que compensen a las generaciones futuras y no a sus amigos actuales.
Entró en el Cabildo en 1999 y ha gobernado dieciséis de esos veinte años. Llegó a la presidencia gracias a una moción de censura impulsada, como dijo el que entonces era su compañero José Torres Stinga, por un lobby empresarial. En una década no ha sabido salir de ahí, ni del lobby ni del Cabildo. Ahora, si tiene suerte, le buscarán un puesto en el Gobierno, fuera de su hábitat insular, de su hábitat natural. Eso exige unas dotes de contención de las que carece. Estén atentos a sus pantallas.
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Comentarios
1 Curto Sáb, 15/06/2019 - 08:53
2 Anónimo Sáb, 15/06/2019 - 19:03
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