1 COMENTARIOS 19/01/2018 - 09:00

Ningún sistema electoral, por sí solo, va a agravar o a corregir los desequilibrios entre islas. Ninguno va a ser justo ni perfectamente representativo: ni el simple o simplista de un votante un voto, sin atender al territorio, ni la triple paridad ni el sistema de restos. Mantener la triple paridad bajando los topes se acercaría un poco más a la noción de equilibrio que aumentar nueve diputados más para Gran Canaria y Tenerife pero hay argumentos de sobra para defender que las islas capitalinas están infrarrepresentadas y para defender que las islas más pequeñas no deben perder la representación que tienen.

Con este sistema electoral, en anteriores elecciones el PIL se quedó sin ningún diputado a pesar de ser la segunda fuerza más votada en Lanzarote y conseguir casi 10.000 votos. No llegó al tope del 30 por ciento insular. Pero era el PIL. Y si la injusticia es inoportuna, parece que es menos injusticia. En las últimas elecciones, Ciudadanos consiguió 54.000 votos y ningún diputado. No llegó al seis por ciento total. La Agrupación Socialista Gomera consiguió 5.000, menos de la mitad de los que obtuvo el Partido Animalista. Los de Casimiro Curbelo obtuvieron tres diputados y con ellos tienen una gran influencia.

Los votos que no obtuvieron representación sumaron aproximadamente 92.000, que más o menos son los mismos que votaron a Nueva Canarias, que obtuvo cinco diputados, y la mitad de los que votaron al PSOE, que fue el partido más votado pero no el que obtuvo más escaños. ¿Es justo o injusto? ¿Es justo, como sostienen en las islas capitalinas, que el 85 por ciento de la población elija la mitad del Parlamento y el otro 15 por ciento a la otra mitad? Pues depende.

Sobre todo depende de cómo se comporten esos votantes. En La Gomera, dominada desde hace años por una política caciquil y clientelar, tienen lo que se suele llamar voz propia porque se agrupan muchos votos en un solo partido. ¿Y eso beneficia a su población? Pues a una minoría sí. En otras islas de Canarias, dominadas igualmente por una política caciquil y clientelar pero más dispersa, no pasa lo mismo.

Pero con este mismo electoral hemos pasado de tener un Parlamento con tres fuerzas en el que siempre gobernaba CC a tener uno con seis fuerzas en el que sigue gobernando CC. Y el sistema no ha cambiado. ¿Gobierna CC por culpa del sistema electoral? En parte sí y en parte porque PSOE y PP lo han permitido. ¿La culpa del desequilibrio la tiene el sistema o la tienen los que lo aplican? Porque no hay nada que impida a cada una de las organizaciones políticas a imponerse a sí mismas criterios de equilibrio territorial, y no lo ha hecho ninguna.

Se están escuchando y leyendo opiniones sobre la catástrofe que va a suponer el cambio de sistema electoral para Lanzarote, y estaría bien que alguien recopilara los beneficios tangibles de haber tenido hasta ahora la triple paridad (que ya se formuló para el estatuto de 1936 que no se llegó a aprobar) porque es difícil recordar un sólo caso en que la disciplina de voto se haya seguido por territorios y no por partidos.

Cuando se tiene la visión correcta, la única que se puede tener, aquellos que discrepan no son discrepantes, sino traidores. Y se está escuchando mucho esa palabra, de traición a la patria, en este caso a la patria chica. Se está escuchando por boca de dirigentes de CC en la Isla, el mismo partido que lleva gobernando desde hace casi treinta años, el mismo cuyos parlamentarios no han roto nunca la disciplina de voto de su partido, el mismo que ha permitido que vaya creciendo lo que se llama deuda histórica con las islas orientales y el que aprueba año tras año presupuestos que no cumplen las expectativas de Lanzarote y Fuerteventura.

La llamada a no traicionar los intereses generales de la Isla podría hacerse, por ejemplo, para el reparto de las subvenciones del Posei, para reformar las ayudas del REA a las empresas amigas, para derogar la Ley del Suelo, para reclamar más inversiones en Sanidad y que cuando bajen las listas de espera no suban en Lanzarote y Fuerteventura, para que la parada de la línea marítima en estas islas sea declarada como obligación de servicio público o para hacer una causa de guerra la vergonzosa situación de la vivienda.

Claro, que para hacer esto a lo mejor sí que hay que traicionar a alguien, y no precisamente a los votantes.

Comentarios

Se le ha ido la mano con la dosis de demagogia rancia y progre esta vez Sr. García.

Añadir nuevo comentario