Alex Salebe

Salas acogedoras

Pasaba por la fachada de un hotel y decenas de jóvenes agolpados tras cintas de distanciamiento social parecían esperar un famoso (a). Mientras operarios terminaban de tender una alfombra azul y policías organizaban vallas de seguridad me acerqué a uno de los chicos a preguntar a quién esperaban: “a Rubius”, y agregó al verme mi cara de despiste total, “es un youtuber”, y sí, nada menos que Rubén Doblas Gundersen, el creador de contenidos número uno de España con más de 40 millones de suscriptores. Aunque no parezca, es toda una celebridad de internet que incluso ha ocupado páginas de entrevista en la revista Time.

Los jóvenes a su rollo, disfrutando de lo que les gusta y apasiona, como hicimos todos en nuestros años mozos. Mi mujer y yo optamos por un plan de mucho menos masas, pero arriesgado porque apenas teníamos referencias del espectáculo musical y de la sala que lo acogía, solo que formaba parte de la agenda de propuestas culturales Madrid en Vivo.

Allí nos plantamos, entrando bajo la lluvia, en la pequeña sala de música independiente para ver y escuchar a cuatro músicos blancos tocando y cantando músicas negras. La voz líder y flautista, Elena Castejón, que después del concierto nos contó que también era psicóloga, acompañada de dos guitarristas, un bajista y un batería, dan vida a la banda Elena and Brothers.

La interpretación cercana de blues, soul, funk e interesantes fusiones musicales me recordó otra sala igual de pequeña y acogedora de Barranquilla llamada La Cueva. Esta con un bagaje cultural y patrimonial mucho más amplio que la joven madrileña Contra Club, de solo 20 años, porque en La Cueva, ya en los años 50, se reunía el conocido Grupo Barranquilla para intercambiar libros, comentar obras literarias, parrandear y debatir con tertulianos de la talla del escritor Gabriel García Márquez o el pintor Alejandro Obregón, entre otros intelectuales.

Y me acordé en Contra Club de La Cueva, ahora reconvertida en bar, restaurante con orquesta de música afroantillana los fines de semana y espacio para bailar, porque en las salas pequeñas se da la cercanía de los gozones con el artista así no tengan la fama de grupos de trayectoria internacional ni los millones de seguidores del Rubius.

Es cierto que grandes espectáculos y artistas de renombre necesitan grandes escenarios por los altos costes de producción, pero a cambio de la decepción de tener que ver a esos artistas en el mismo recinto a través de pantallas de vídeo, las salas pequeñas ofrecen cercanía, comodidad, precios accesibles y diversidad de géneros musicales para disfrutar a lo bien. El mismo concepto de la indie, de la música independiente, nos hace el llamamiento como manual de supervivencia: Hágalo usted mismo.

Comentarios

En Lanzarote ahora mismo no hay ninguna sala de conciertos, si no me equivoco. Merecería un artículo eso.

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