Adrián E. Cabrera

Bien, ¿y ahora qué?

El anuncio por parte del Cabildo de Lanzarote de la consignación de dos millones de euros para el tratamiento de las palmeras es una buena noticia. Lo es por varios motivos, porque se da respuesta a una situación que dura décadas y que tiene como protagonistas al Cabildo y a los siete ayuntamientos; porque ha sido un dilatado periodo de dejación con responsabilidad para todos los colores políticos. Porque, además, se trata de una primera intervención de calado en temas medioambientales que debería tener continuidad con otras acciones que se encuentran fuera de agenda y que tienen al territorio como protagonista. Lo grave ha sido que la afección del palmeral insular no es una enfermedad silenciosa, sino que tiene una serie de manifestaciones apreciables desde los primeros estadios de la enfermedad, y que es en esos momentos cuando se puede actuar con un razonable éxito. Pero nadie ha querido mirar.

Durante todos estos años, han desaparecido a ojos de todos un notable conjunto de palmeras en el casco de Tías y de Puerto del Carmen, en Playa Honda, en Arrecife… y no ha sido repentino, sino que las señales eran perfectamente apreciables. Esas manifestaciones relacionadas con la aparición de determinadas hojas secas en lo que es un proceso anormal en la vida de una palmera, se ha dejado pasar, y en muchas ocasiones se eliminaban esas hojas para ocultar el daño, sin que se actuara sobre cada ejemplar enfermo. También es cierto que al área de medioambiente de la institución insular no es que le haya temblado el pulso para autorizar la tala de muchas palmeras justificado por estar afectadas por la diocalandra, sin plantearse nada más. Decía alguien que si se cuantificara económicamente el valor de mercado de cada palmera, atendiendo a su porte, como poco, cada ejemplar adulto estaría entre los tres y los cinco mil euros. Fuera del aspecto monetario, la degradación del paisaje, no parece poderse cuantificar. 

Esa evidencia ha sido -y es- clamorosa en Arrecife en toda la Vía Medular o en las cunetas de la carretera que conduce al Muelle de Los Mármoles.  Hay un espacio que aparentemente no ha dado muestras de daños, hasta que la evidencia se ha hecho presente de forma reciente, uno es en la carretera que discurre por la zona industrial de Arrecife que conduce a San Bartolomé que cuenta con extraordinarios ejemplares de muy buen porte y que ya se encuentran muy dañados. Otro es toda la carretera general entre San Bartolomé y el Monumento al Campesino, que igualmente se comienza a observar señales inequívocas de afección, y de no actuar con rapidez, los ejemplares tienen los días contados.

Ahora toca saber, cuándo se comenzará y cómo lo va a hacer el Cabildo, pues si se limita a la contratación de una empresa que acometa semejante tarea de aplicación del tratamiento, ejemplar a ejemplar, sin que realice un seguimiento con personal propio que garantice que la intervención es la correcta y que  efectivamente se realiza, la cosa podrá no tener éxito. Hay que saber que de tratarse con endoterapia, a cada ejemplar adulto se le debería aplicar en cada actuación varias bolsas de producto, valorando posteriormente cuántas actuaciones más se precisan.

Digo lo que digo, que si esto va a ser un negocio para algunos, y el Cabildo no supervisa, pues no va  a servir de mucho. Vender humo en FITUR estresa mucho y después no quedan ganas de nada hasta la próxima edición de la feria en 2025.    

 

Comentarios

Lo correcto sería realizar un inventario de árboles (incluyo palmeras) cada 3-5 años donde se incluya una evaluación visual del riesgo de cada planta y de su estado de salud. Las intervenciones puntuales que dependen de lo que proponga el gobierno de turno no es una gestión seria de la infraestructura verde. Ya existe una ley desde 2007 que obliga a hacer lo que han empezado a hacer ahora con esta partida de 2 millones. Hace años que ha habido dejación de funciones en todos los niveles: en formación para podador de palmeras dejan que los alumnos se copien en los exámenes (debería hacerlos la consejería como se hace para los exámenes para aplicador de fitosanitarios), el SEPRONA no multa las podas ilegales (incluso las que se llevan a cabo en el palmeral de Haría), los mismos ayuntamientos hacen cepillados de estípite que no solo son muy perjudiciales sino ilegales (solo es legal la limpieza de estípite, que es eliminar las tábalas que se desprendan fácilmente con la mano y en ningún caso se puede usar corvellot). Tampoco se ha llevado el control necesario de los focos de infección de la diocalandra como estipula la ley del 2007; solo ahora se empieza a realizar porque hay una partida de 2 millones. ¿Acaso hacen falta partidas extraordinarias para cumplir una responsabilidad ordinaria desde 2007? Desde 2007, ¿qué han presupuestado desde el Cabildo para cumplir la ley del 2007, dos o tres charlas y un folleto informativo? También ha fallado el riego de las palmeras, sobre todo por la falta de agua depurada consecuencia del paro turístico durante la pandemia. ¿Tan difícil era conectar el agua desalada a la red de riego de agua depurada? El ayuntamiento de Yaiza, en alguna ocasión, regó sus palmeras con cubas de agua. ¿Por qué no el resto de ayuntamientos acorde a las necesidades del palmeral? ¿Porque quedaría mal regar palmeras mientras agricultores pierden sus cosechas por falta de agua de riego? La razón que se han muerto tantas palmeras no es la diocalandra, y eso es evidente porque la diocalandra está en Lanzarote como mínimo desoe 2007. Es un insecto que debilita a la palmera, pero raramente la mata como sí hace el picudo rojo, que nunca llegó a ser plaga en Lanzarote. Lo que ha causado la muerte de tantas palmeras en tan pocos años ha sido la falta de agua; lo que los políticos han llamado "estrés hídrico", que es como decir que el "cansancio ocular" es el causante de los suspensos después de estar los colegios sin luz durante años. Hemos perdido tantas palmeras en tan poco tiempo porque se ha unido la falta de lluvia, la ausencia de riego durante la pandemia, y luego los cortes de agua de canal gestión. La diocalandra, plaga desde 2007, lo ha acelerado, pero no ha sido la causa principal y por lo tanto de nada servirá inyectarle pesticidas a las palmeras. Sería como intentar salvar a una persona que se muere de sed dándole vitamina C para tratar el escorbuto. Canarias debe actualizar su ley del 2007 (¿cómo es posible que Canarias sea la única CCAA que permita el uso de trepolines en palmeras?), exigir que quienes poden palmeras posean la certificación European Tree Worker y multar tanto a personas como a instituciones cuando se incumpla la ley. No puede ser que, por ejemplo, todas las palmeras en la avenida de Playa Honda tengan sus estípites cepillados y el SEPRONA no haya denunciado al ayuntamiento y a la empresa que contrató. Visto lo visto, me pregunto si en el fondo la gente no quiere palmeras y la política y quienes les vigilan, por populismo, han hecho la vista gorda. Pero incluso si ese fuera el caso, lo inteligente sería debatirlo y acordar una solución (por ejemplo trasplantar las palmeras en los bordes de las carreteras para crear grandes zonas verdes sin coches). No tiene sentido dejar que se mueran las palmeras porque no las queremos y luego gastarnos 2 millones de euros para llenarlas de pesticidas para que duren un poquito más. ¿Por qué? Ni siquiera tiene sentido como pelotazo, ya que el dinero está en la tala de palmeras. 2 millones sale entre 50 y 100€ por palmera. Por esa cantidad no talas una palmera. En todo caso, esos 2 millones son para disimular que hacen algo mientras mantienen cerrada la llave del agua (si es que hay agua, porque el gran pelotazo es crear escacez de agua para luego vendernos la solución). Es curioso cómo las palmeras acaban siendo un reflejo de nuestra sociedad.
Y ahora qué? Pues a cobrar por talarlas jajaja
Leo con atención su comentario y discrrpo de que sea la falta de riego la que las mata, y no la diocalandra. Muchas, incluso propiedad de particulares, a las que no les ha faltado el riego han tenido idénticas manifestaciones y han muerto irremisiblemente.
Que existan palmeras que han muerto a causa de la diocalandra y no por la falta de riego no significa que la mayor causa de muerte del conjunto de la población de palmeras en Lanzarote no sea por falta de riego. Por ejemplo, que fuera de las residencias de ancianos murieran ancianos por COVID-19 no quiere decir que en las residencias de ancianos fuera inevitable la muerte de tanta gente. Además que no siempre está claro si la causa de muerte fue la diocalandra o la multitud de otros patógenos comúnmente asociados a la diocalandra que también afectan al sistema vascular de la palmera, como puede ser el Fusarium oxysporum o el Thielaviopsis paradoxa. Existen varias explicaciones posibles para esas palmeras que mencionas. Primero que hayan tenido periodos de sequía donde la palmera se debilitó y permitió el avance de la diocalandra hasta un punto de no-retorno (donde la energía de la palmera va a reparar su sistema vascular y no a producir compuestos químicos que frenen el avance de la diocalandra o incluso a producir hojas y raíces nuevas). Hemos tenido muchos cortes de agua últimamente y durante la pandemia muchos locales turísticos redujeron al mínimo sus costes de mantenimiento, incluyendo el riego y la fertilización. Segundo, las palmeras tienen variabilidad genética que las hacen más o menos susceptibles a la diocalandra. Es posible que algunas palmeras hayan muerto por tener una gran susceptibilidad a la diocalandra a pesar de estar bien mantenidas, y quizás ahora sean más habituales estos casos debido al incremento de su probabilidad a ser expuestas al insecto por el debilitamiento masivo de otras palmeras mal cuidadas que ha fomentado la multiplicación y expansión de la plaga. También hay que considerar que si esas palmeras no han recibido un incremento del riego para compensar la falta de lluvias y mayor frecuencia de calimas, o bien estuvieron regadas en exceso anteriormente o bien tienen un riego insuficiente actualmente. Otro factor es la salinidad en el agua de riego, ya que es posible regar una palmera con agua abundante y que esta se muera de sed si el nivel de salinidad está por encima de su tolerancia. Sin un estudio serio es imposible determinar la causa principal (y por lo tanto justificar una inversión de varios millones de euros), pero no tiene sentido que, en los 17 años que lleva la diocalandra declarada como plaga en Lanzarote, perdamos tantas palmeras de la isla justo después del cero turístico causado por pandemia de la COVID-19. Por último hay que destacar que en la última década se ha incrementado mucho la práctica ilegal del cepillado de estípites (por ser muy rentable para el podador), la cual aumenta la demanda de agua de la palmera por dos razones: primero porque el menor aislamiento térmico se traduce en una mayor evapotranspiración, y segundo porque la falta de tabalas y seaso reduce la humedad ambiental que puede captar la palmera. Este efecto se multiplica cuando las galerías causadas por la diocalandra quedan expuestas al sol y al viento a ras de estípite. Además, es posible que el microhábitat creado por las tábalas y el seaso (junto al "canopy soil") den cobijo a organismos perjudiciales para la diocalandra, como podrían ser ciertas especies de hongos o nematodos. Aparte, la gran mayoría de los podadores no desinfectan adecuadamente sus herramientas y materiales de trepa, la mayoría llegando incluso a usar motosierras que en la práctica son imposibles de desinfectar. Eso extiende hongos patogénicos muy graves como el Fusarium y el Thielaviopsis (este último puede causar la caída repentina del cogollo, con el peligro que supone a peatones y vehículos). Algunas labores de poda en palmeras organizadas por el Cabildo para gente desempleada incluso empleó a gente sin la acreditación de podador de palmeras. La única solución real a la diocalandra es usar marcadores moleculares para identificar aquellas palmeras con una resistencia natural al insecto y luego reproducirlas. Cuantos más individuos resistentes se identifiquen (no solo en Canarias sino a nivel internacional) más variedad genética podremos conservar. Dejando que se sequen y tratándolas todas con pesticidas (lo cual no es sostenible ni económica ni ambientalmente) se dificultará mucho esa labor. Es un método que ya se ha usado en otras especies de palmera: https://doi.org/10.1111/ppa.13774 Canarias debe liderar el proyecto por la sencilla razón que la palmera Canaria representa a nuestras islas. Cuando esta plaga se extienda a países como EEUU o EAU, o bien nos mirarán como inútiles que se han quedado de brazos cruzados mientras muere su símbolo vegetal, o nos llamarán para comprar cultivares resistentes. Entre tanto, apliquemos la lucha integrada de plagas. Eso significa que, antes de aplicar fitosanitarios, nos aseguremos que las medidas culturales sean óptimas (poda sólo de hojas secas dejando tábalas largas, riego y fertilización adecuados, no usar trepolines, no cortar raíces para hacer zanjas, etc.). E igual que se ha hecho en el Real Jardín Botánico de Madrid, usemos métodos preventivos como el uso de mallas protectoras para ejemplares de gran valor, como por ejemplo, si no es demasiado tarde, la palmera inclinada en Jameos del Agua. Depender en exclusiva de la endoterapia es como no ponerse condón porque tienes antibióticos para la gonorrea. Ni siquiera sabemos que efectos tendrán los residuos de pesticidas (y los sus derivados por fotólisis) que acabarán en los dátiles y en los mismos insectos de diocalandra de los que se alimentan varias especies en peligro de extinción (con el riesgo de feminización de machos, embriotoxicidad, etc. que podría acarrear). El benzoato de emamectina que quieren usar para la endoterapia (Revive II de Syngenta) es letal para las abejas en dosis muy bajas. ¿Vale la pena? Solo desde la perspectiva cortoplacista. 26 años lleva la diocalandra en Canarias.
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Que existan palmeras que han muerto a causa de la diocalandra y no por la falta de riego no significa que la mayor causa de muerte del conjunto de la población de palmeras en Lanzarote no sea por falta de riego. Por ejemplo, que fuera de las residencias de ancianos murieran ancianos por COVID-19 no quiere decir que en las residencias de ancianos fuera inevitable la muerte de tanta gente. Además que no siempre está claro si la causa de muerte fue la diocalandra o la multitud de otros patógenos comúnmente asociados a la diocalandra que también afectan al sistema vascular de la palmera, como puede ser el Fusarium oxysporum o el Thielaviopsis paradoxa. Existen varias explicaciones posibles para esas palmeras que mencionas. Primero que hayan tenido periodos de sequía donde la palmera se debilitó y permitió el avance de la diocalandra hasta un punto de no-retorno (donde la energía de la palmera va a reparar su sistema vascular y no a producir compuestos químicos que frenen el avance de la diocalandra o incluso a producir hojas y raíces nuevas). Hemos tenido muchos cortes de agua últimamente y durante la pandemia muchos locales turísticos redujeron al mínimo sus costes de mantenimiento, incluyendo el riego y la fertilización. Segundo, las palmeras tienen variabilidad genética que las hacen más o menos susceptibles a la diocalandra. Es posible que algunas palmeras hayan muerto por tener una gran susceptibilidad a la diocalandra a pesar de estar bien mantenidas, y quizás ahora sean más habituales estos casos debido al incremento de su probabilidad a ser expuestas al insecto por el debilitamiento masivo de otras palmeras mal cuidadas que ha fomentado la multiplicación y expansión de la plaga. También hay que considerar que si esas palmeras no han recibido un incremento del riego para compensar la falta de lluvias y mayor frecuencia de calimas, o bien estuvieron regadas en exceso anteriormente o bien tienen un riego insuficiente actualmente. Otro factor es la salinidad en el agua de riego, ya que es posible regar una palmera con agua abundante y que esta se muera de sed si el nivel de salinidad está por encima de su tolerancia. Sin un estudio serio es imposible determinar la causa principal (y por lo tanto justificar una inversión de varios millones de euros), pero no tiene sentido que, en los 17 años que lleva la diocalandra declarada como plaga en Lanzarote, perdamos tantas palmeras de la isla justo después del cero turístico causado por pandemia de la COVID-19. Por último hay que destacar que en la última década se ha incrementado mucho la práctica ilegal del cepillado de estípites (por ser muy rentable para el podador), la cual aumenta la demanda de agua de la palmera por dos razones: primero porque el menor aislamiento térmico se traduce en una mayor evapotranspiración, y segundo porque la falta de tabalas y seaso reduce la humedad ambiental que puede captar la palmera. Este efecto se multiplica cuando las galerías causadas por la diocalandra quedan expuestas al sol y al viento a ras de estípite. Además, es posible que el microhábitat creado por las tábalas y el seaso (junto al "canopy soil") den cobijo a organismos perjudiciales para la diocalandra, como podrían ser ciertas especies de hongos o nematodos. Aparte, la gran mayoría de los podadores no desinfectan adecuadamente sus herramientas y materiales de trepa, la mayoría llegando incluso a usar motosierras que en la práctica son imposibles de desinfectar. Eso extiende hongos patogénicos muy graves como el Fusarium y el Thielaviopsis (este último puede causar la caída repentina del cogollo, con el peligro que supone a peatones y vehículos). Algunas labores de poda en palmeras organizadas por el Cabildo para gente desempleada incluso empleó a gente sin la acreditación de podador de palmeras. La única solución real a la diocalandra es usar marcadores moleculares para identificar aquellas palmeras con una resistencia natural al insecto y luego reproducirlas. Cuantos más individuos resistentes se identifiquen (no solo en Canarias sino a nivel internacional) más variedad genética podremos conservar. Dejando que se sequen y tratándolas todas con pesticidas (lo cual no es sostenible ni económica ni ambientalmente) se dificultará mucho esa labor. Es un método que ya se ha usado en otras especies de palmera: https://doi.org/10.1111/ppa.13774 Canarias debe liderar el proyecto por la sencilla razón que la palmera Canaria representa a nuestras islas. Cuando esta plaga se extienda a países como EEUU o EAU, o bien nos mirarán como inútiles que se han quedado de brazos cruzados mientras muere su símbolo vegetal, o nos llamarán para comprar cultivares resistentes. Entre tanto, apliquemos la lucha integrada de plagas. Eso significa que, antes de aplicar fitosanitarios, nos aseguremos que las medidas culturales sean óptimas (poda sólo de hojas secas dejando tábalas largas, riego y fertilización adecuados, no usar trepolines, no cortar raíces para hacer zanjas, etc.). E igual que se ha hecho en el Real Jardín Botánico de Madrid, usemos métodos preventivos como el uso de mallas protectoras para ejemplares de gran valor, como por ejemplo, si no es demasiado tarde, la palmera inclinada en Jameos del Agua. Depender en exclusiva de la endoterapia es como no ponerse condón porque tienes antibióticos para la gonorrea. Ni siquiera sabemos que efectos tendrán los residuos de pesticidas (y los sus derivados por fotólisis) que acabarán en los dátiles y en los mismos insectos de diocalandra de los que se alimentan varias especies en peligro de extinción (con el riesgo de feminización de machos, embriotoxicidad, etc. que podría acarrear). El benzoato de emamectina que quieren usar para la endoterapia (Revive II de Syngenta) es letal para las abejas en dosis muy bajas. ¿Vale la pena? Solo desde la perspectiva cortoplacista. 26 años lleva la diocalandra en Canarias.
Creo que maneja información y criterios para enriquecer un debate. La pena es que todo el personal anda en otras cosas. Que no hay debate alguno, vamos. Así le va a la isla y a peor vamos. Gracias por sus aportaciones.
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Las palmeras no son como los árboles en su capacidad de sellar heridas y compartimentalizar pudriciones. Si le metes semejante lanza para escuchar como mastica el picudo rojo (que actualmente no es una plaga en Lanzarote) vas a crear una vía de entrada tanto para hongos como para el oxígeno que requieren para desarrollarse dentro de la palmera. Además, por las fotos donde se ven las distintas alturas a las que han instalado el sensor, se deduce que un solo sensor no es capaz de monitorear toda la palmera. Por úlimo, existen varios tipos de trampas que son mucho más baratas y efectivas para la detección precoz de plagas y no requieren una instalación tan invasiva para la palmera (que además atrae al insecto por la liberación de kairomonas del mismo agujero que haces para meter la lanza del sensor, igual que cuando se usan trepolines).

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