REPORTAJE

Las granjas marinas de Playa Quemada son un problema

Vista de las granjas de Playa Quemada. Foto: Ramón Pérez Niz.
Saúl García 36 COMENTARIOS 07/06/2015 - 08:34

Los vecinos de Playa Quemada están preocupados por las granjas marinas que hay a pocos metros de la costa. El pasado mes de noviembre vieron cómo estaban instalando nuevas jaulas, otra hilera más. En menos de una década se ha pasado de siete u ocho jaulas a más de cincuenta, y a ocupar una superficie mucho mayor de la inicial.

Lo que empezó como una explotación de atún en cautividad de la empresa Yaizatún ahora se ha convertido en granjas de lubina y de dorada de Piscifactorías del Atlántico, una empresa con sede en Murcia. DiariodeLanzarote.com ha intentado ponerse en contacto en varias ocasiones con algún responsable de la empresa, sin éxito.

No se sabe cómo se ha llegado a esta situación. En noviembre, por carta y de forma personal, los vecinos de este núcleo costero pidieron explicaciones al Ayuntamiento de Yaiza. El técnico de medio ambiente del Consistorio, Andrés Curbelo, realizó un informe señalando que las competencias de concesión y autorización pertenecen a la Viceconsejería de pesca del Gobierno de Canarias y que la actividad debía contar con un Plan de vigilancia ambiental.

Un informe apunta a altas concentraciones de restos, deposiciones, alteraciones en la conducta de depredadores, escapes de pescado y mal olor

Tras ese informe, el Ayuntamiento solicitó una visita de comprobación a las granjas y no ha recibido respuesta. El pasado 6 de mayo, según fuentes municipales, se reiteró esa solicitud. En la carta enviada al Gobierno se pide que se compruebe si las instalaciones se corresponden con lo que se ha autorizado y que se determinen los impactos ambientales.

Además, se habla de altas concentraciones de restos de alimento, deposiciones generadas por los peces, alteraciones en la conducta de otros peces depredadores, escapes de pescado y mal olor. El Ayuntamiento de Yaiza entiende que la actividad debe contar con un Plan de vigilancia ambiental “que determine el correcto funcionamiento de la misma así como las medidas correctoras de obligado cumplimiento para minimizar los efectos negativos que se generan sobre el medio marino y sobre los vecinos del núcleo costero”.

En el pueblo no se encuentra a nadie contento con las jaulas. Un vecino, que prefiere no ser identificado, dice que está harto de ellas. Asegura que no hay manera de encontrar en ningún diario oficial el cambio de empresa ni el cambio de actividad, del atún a la dorada, ni las autorizaciones para ampliar la superficie.

Las jaulas de dorada y lubina han crecido en los últimos años, ante la preocupación de los vecinos por la contaminación y la aparición de tiburones

“No hay documentación”, dice. Las granjas afectan a la navegación, asegura, porque no se pueden acercar a menos de doscientos metros y afectan, sobre todo, a la pesca y al baño. A la pesca, porque no hay peces o porque sólo hay doradas y lubinas y al baño porque el fango del pienso que comen los peces de las jaulas se trasladas hasta la costa. “Es como si te bañaras en aceite”.

También preocupa porque desde el verano pasado rondan por la zona y por la costa varios marrajos, tiburones que no suelen acercarse tanto y que lo hacen porque de las jaulas siempre hay fugas de peces que son un almuerzo que requiere poco esfuerzo. “Tenemos miedo a que se bañe todo el chiquillaje ahora que llega el verano -asegura este vecino-, pero hable usted con el señor Eustaquio, que es quien más sabe de esto”, recomienda.

Hay marea vacía y en las rocas de la costa un joven busca carnada para vieja. “Yo no soy de aquí pero pregunte usted a aquellos de allá”. Aquellos de allá también buscan carnada de vieja. La pregunta es si hay problemas con las jaulas. “Están entrando peces grandes, peces malos”, dice uno, “pero mejor que pregunte usted a Maestro Eustaquio”, dice el otro, e indica cuál es la casa del pescador más viejo del pueblo.

En busca de Maestro Eustaquio, un joven, Dani, que está limpiando el coche, no sólo confirma los problemas de las jaulas sino que muestra varias fotos (una ilustra este reportaje) en las que se ve a un tiburón junto a la costa. “Es el segundo en un año -dice-, y aquí nunca ha habido”. Lo que tampoco hay es pesca. “No hay nada”, señala.

Maestro Eustaquio no está en casa. Ha salido a por unas cabezas de gambas, dice su mujer. Está junto a la marea alegando con un vecino, en un garaje donde guarda los aparejos de pesca, frente a la barca, varada y cubierta por una lona, con la pipa en la mano izquierda y el tabaco asomando por el bolsillo de la camisa.

-“¿Es usted el señor Eustaquio?”.

-“Soy un primo suyo”, dice con sorna.

-“¿Y qué le parecen las jaulas?”

Dice Maestro Eustaquio que donde había salmonetes, brecas, chopas, viejas o samas ya no hay nada. Hay que irse a pescar hacia Puerto Calero

-“Eso es una mierda”, dice sin rodeos. Y se explica. “Ahí abajo hay dos metros de fango. En Playa Quemada, con viento del sudeste, la corriente es para sotavento y va todo el pienso a la Playa del Pozo… ¿Y pa qué se va a bañar uno ahí, pa comer pienso?”, se pregunta. “¿Estás apuntando?”, pregunta, a pesar de que ve que el reportero escribe en su libreta.

Dice Maestro Eustaquio que donde había salmonetes, brecas, chopas, viejas o samas ya no hay nada. Hay que irse a pescar hacia Puerto Calero. “Si quiere -reta-, hacemos un experimento, echamos una nasa y la dejamos dos semanas, y eso cuando la saquemos es un pozo negro jediondo”. Este pescador, que va recordando cuál era la casa de sus padres y la de sus tíos a lo largo de toda la costa del pueblo que dicen que no es núcleo urbano, cumplirá este miércoles ochenta años y lleva trabajando en la pesca desde los siete... “y a los 14 me embarqué a Cabo Blanco”.

“Con el atún era distinto -asegura- porque el atún come sardinas y eso se va, pero el pienso que le ponen a la dorada y la lubina se queda y afecta a todo porque está todo el fondo podrido”. Las rocas, la costa, ya lo advertía el primero de los vecinos, están llenas de “verdín”, que nunca ha habido y que es un síntoma de contaminación. Los peces no tienen nada que comer y se marchan.

Y hay otro factor más que indica el interlocutor de Eustaquio. Hay fugas, o sueltas deliberadas, de doradas y lubinas, “y la lubina es como una piraña, se come los desoves de todos los peces”. Así que no hay pesca aunque se da la paradoja de que la costa de Playa Quemada se llena de pescadores en busca de doradas y lubinas que se fugan de las granjas. ¿Y los tiburones? “Han cogido uno y hay dos más, yo les vi la vela”, dice Maestro Eustaquio, que después de teorizar sobre este tipo de animales se pregunta “por qué no pusieron las jaulas en Punta Gorda”.

Comentarios

Soy pescador y fuy a pescar a playa quemada en frente de las jaulas..y me quede es plantado bi una aleta de tiburón muy grande.y e visto muchas en alta mar.pero no como esta. Estaba a cinco metros de la orilla.. (Quien quiere que sus hijos se bañen en esa costa)
Ya esta bien.si no nos hasen caso y las quitan o tras la dan a otro lugar .OS mando las fotos de los moustros marinos que an traydo las jaulas a playa quemada..haber que piensan los bañistas de bañarse rodé a dos de tiburones
Hay familias canarias que viven de ese trabajo ni que fuera una petrolifera la cuestion siempre es quejarse.
mi cuñado fue mordido por un tiburón mientras nadaba en la Arena en Playa Quemada esta !!!

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