Me duele la playa chica porque en ella me crie. El verla como la destrozan por el afán de un empresario, siempre el mismo, de hacerse más rico con el consentimiento de la clase política isleña, me duele. Si pudiera, derribaría, no la obra, que también, sino los despachos donde se toman esas decisiones con sus responsables dentro. Nada me encantaría más que ver saltar por los aires a quienes destrozan la isla.

Hoy, 20 de mayo, se cumple un mes del día en que, una multitud de personas de Lanzarote, salieron a la calle a gritar, alto y claro ¡basta ya! ¿Y cuál ha sido la respuesta de los políticos de esta isla? continuar con lo que parece que es lo único que saben hacer, destruir la isla. Toda la clase política que en hace escasos días, 20 de abril, se manifestaron estar totalmente de acuerdo con las peticiones de los miles de manifestantes ¿dónde están ahora? ¿Dónde están los socialistas y sus discursos de isla saturada? ¿dónde están los de Coalición Canaria y sus alegatos de que ahora sí se van a tomar medidas? ¿dónde está Podemos más haya de hacer de segundo de a bordo en el municipio de los destrozos? A los del Partido Popular, ni están, ni les espero. ¿dónde está la Fundación Cesar Manrique? ¿Dónde están los medios de comunicación? ¿dónde están todos los que salen un rato a las calles a protestar? No puede ser que treinta días después del grito unánime de Canarias en contra de la destrucción de nuestra tierra, el de siempre, con el beneplácito de los de siempre, se proclame califa de esta tierra y plante su real cagada, en forma de Kiosko, en los riscos de nuestra tierra.

Termino con unos versos de Nicolás Estévanez:

La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y una fosa.

Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora.

Pues en todo eso, en nuestra patria, se ha cagado este "Señor" y los políticos que lo consienten.