Mariem Díaz Fadel

Nos hemos vuelto locos y locas

Esto va de lo que va, y lo que unos y unas llaman micromachismos, no sé ni lo que alcanza, porque he dejado de entender nada de lo que escucho. De los territorios conocidos y transitados me quedo con que la mujer no llega donde debería, y podría hacerlo porque sí o porque sus capacidades sean recompensadas con tareas de responsabilidad allá donde corresponda. Porque lo que sabemos es que un montón de hombres inútiles llegan a los más altos puestos, pero la mujeres inútiles no suelen hacerlo -aunque la política sí lo propicie-, eso sí, las mujeres con aptitudes rara vez son recompensadas. Tan hartas estamos que ya estamos pidiendo llegar, porque sí, lo mismo que llegan, porque sí, los hombres. No por nuestra valía, sino por un mero ejercicio de igualdad de oportunidades y por disfrutar del mismo nivel de incompetencia.

Sobre dónde me pierdo, lo explico: dicen que en la niñez, bien temprano, la sociedad se ha encargado de poner a cada niño y a cada niña en su sitio, y es en ese lugar conocido, que establece desde una visión tradicional y contra los tiempos que corren, qué papeles corresponden a unos y a otras, y, tan a fuego marca que, de manera general, se aceptaba tal situación con cierta resignación e incluso con convencimiento de que es lo que correspondía.

Leía, hace ya varios días, cómo un periodista comenzaba su crónica de esta manera: “Hoy estabas vestida muy guapa”, y añadía: Este inquietante mensaje de origen desconocido apareció en las redes sociales de la mujer que lo recibió como una sombra, como esas nubes negras imprevistas que acaban con lo que hasta entonces era un día radiante...

Manifiesto que se me salen los ojos de las órbitas por lo leído, pues, a continuación, se cuentan cosas, que efectivamente son de juzgado de guardia, y a mí lo que me sale no es juzgar ambas cuestiones como hechos punitivos. Lo de que a una le digan que estaba muy guapa, no entra en mi diccionario de ofensas y agravios, donde sí entra un tono amenazador, una torta, una imposición por ser mujer, así como todo aquello que considero de mi sentido común, por lo que me extraña enormemente que un periodista, en lo que yo considero como un exceso de ser complaciente con el sector ultrafeminista, lo califique como un inquietante mensaje.

Las mujeres de toda condición que conozco y que han tenido acceso a ese mismo artículo, firmado por Gregorio Cabrera, lejos de normalizar un hecho machista, ni tan siquiera califican aquella frase como tal. Es más, lo han escuchado dirigido a ellas, les complace escucharlo, y hasta valorarían como un plus de excitación desconocer la identidad del remitente de tal apreciación sobre un momento de su belleza. Y, para mayor hondura, las mujeres se dirigen este tipo de galanterías entre ellas. La criminalización de aquel, llamémoslo piropo, sólo podría tener sentido si tras haberlo manifestado, se abusa, golpea o mata a la mujer. Seguro que los cientos de mujeres que han sido asesinadas o maltratadas, recibieron en algún momento anterior de su vida alguna declaración de admiración o de amor de su maltratador, pero ello no tiene que ver obligatoriamente con que cada vez que un hombre la verbalice, tenga por ello un perfil maltratador. Afirmar que cualquier declaración de esta naturaleza es un paso previo a ejercer un sometimiento sobre la mujer, es mucho suponer y una auténtica barbaridad. Hablo del marco de la cortesía, de la admiración, del cortejo, del pulso sexual, de lo que quieran que no lleve aparejado violencia, y que queda implícita en la naturaleza humana, en las muestras de erotismo de galantería, de educación…

En ese marco de lo que para algunas son inconveniencias, el término “mi niña”, puede resultar poco correcto para dirigirse a unas trabajadora, pero en Canarias, hemos pasado de esa fórmula habitual a “mi amor”, “cariño”, “cielo”, que usan más las mujeres que los hombres y que van dirigidas a cualquier desconocido/a. Si por “mi niña” tuviéramos que encerrar a alguien, auguro que las calles y comercios canarios estarían vacíos sin remisión. Me queda por saber si un “mi niño”, dirigido por una mujer o un hombre hacia otro hombre tiene las mismas connotaciones terribles que algunos y algunas pretenden, y si los hombres van a empezar a ir al juzgado porque sus compañeras de trabajo ponen en su red social lo guapo que es o lo tremendo que está. Vuelvo al inicio, que es que no entiendo nada, ni creo que estemos por el camino indicado, confundiendo el culo con las témporas, la churras con merinas, la gimnasia con la magnesia… Locos y locas todos y todas. Pero de atar.

Comentarios

“Hoy estabas vestida muy guapa” puede ser un mensaje de un acosador. No es un mensaje bienvenido, sobretodo si la persona que lo recibe ha tenido que lidiar con este tipo de gente.

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