Ana Carrasco

Legados

Me voy deshaciendo poco a poco de una parte de mis fotos, a nadie le interesará tenerlas. Mi vínculo con el futuro se ha extraviado, mi única hija ya no está. Puede que alguna sobrina guarde alguna imagen para conservar un recuerdo de la que fue su tía. Pero mis sobrinas, ni siquiera, necesitarán fotos para recordarme, mucho menos las centenas de fotos que a lo largo de la vida han revelado mi existencia.

Casi todo lo que he acumulado ya no comportará valor sentimental, ya nadie dirá la frase "era de mi madre". "Por tanto, casi todo lo mío será donado antes que otros lo hagan por mí. Prefiero responsabilizarme de la que fui, ir haciendo poco a poco ese trabajo de despojo para evitar el mal trago y tedio que conlleva vaciar una casa. Acumulamos demasiadas cosas para llenar vacíos existenciales, para satisfacer nuestras aficiones, para materializar los caprichos, para canjear por objetos los picos de ansiedad.

Me toca soltar lastre y navegar ligero, sabiendo que mi legado no estará en esas fotos, ni en mis libros, ni en mis escritos, ni en mis plumas, ni siquiera en las caras de mujeres que he dibujado. Mi más preciado legado será mi comportamiento, cómo traté a los otros, cómo he cuidado el lugar que habito, lo que he hecho teniendo en cuenta a las siguientes generaciones. Y entonces, me cuestiono preguntándome cómo seré recordada por aquellos que me sobrevivan. ¿Los que me conocieron aprendieron alguna cosa de mí, los he inspirado, he cuidado bien a los que me han rodeado, la ciudad que habito, los sitios visitados? ¿He cuidado de los otros seres vivos que hacen habitable este planeta? Y como mi vida ha estado muy unida al territorio donde nací, al trabajo desarrollado para y por esta isla de Lanzarote, a lo que me ha importado mucho y me sigue importando, me pregunto cómo serán recordados dentro de 20, 30, 50, 100 años los políticos que hoy nos gobiernan, cómo desean ser recordados. Si fuera periodista les haría esta última pregunta.

Leo con curiosidad "El buen antepasado" de Román Krznaric. Esta reflexión ha surgido a raíz de sus textos. "Legado" era el mensajero del Papa enviado a tierras lejanas con un asunto importante. Tiene razón Krznaric cuando escribe que una persona que deja un legado es un embajador intertemporal del presente que envía un regalo al futuro lejano.

Vuelvo hacia atrás la mirada. Estoy agradecida, he tenido la suerte de disfrutar del legado de muchas personas: de José Ramírez Cerdá, de todos aquellos que defendieron el malpaís de La Corona, del legado de Nicolás de Páez, de Jesús Soto al que admiré, de los colectivos que defendieron esta isla y llevaron sus pancartas al salón de plenos del Cabildo, de quienes construyeron los Centros de Arte, Cultura y Turismo, de quienes construyeron aljibes y la primera potabilizadora, de quienes plantaron higueras y sorribaron malpaises y laderas, del legado de Enrique Pérez Parrilla y de Fernando Prats; de doña Soledad González Martín, que en paz descanse, vecina de La Degollada, mujer de carácter, que tuvo el arrojo de defender La Degollada junto a su marido, Pedro. Miro hacia atrás y encuentro sentido y generosidad. Muchos fueron los embajadores que regalaron futuro a los ya nacidos y no nacidos. Pero en este mismo territorio de grandes legados, algunos se empeñan en legarnos la distopía: contenedores quemados cada noche, monturrios de escombros, basura en cualquier sitio, más cemento y más piche, destrozos de enarenados, más CO2, menos futuro...

Cuando científicos, economistas, pensadores e investigadores coinciden en que estamos ante una emergencia, cuando el sentido común nos dice que tenemos que cambiar urgentemente de paradigma y se sigue creciendo en más infraestructuras turísticas, en más carreteras, en más presión sobre nuestros ecosistemas, qué regalo le quieres hacer al futuro. Dice Roman Krznaric que la clase política gobernante suele negarse a considerar el futuro como una responsabilidad, que el tiempo se ciñe al ciclo de una urna electoral o la última encuesta de opinión. Y no le falta razón. Tampoco, cuando cree necesario rediseñar la democracia, y defiende una "democracia profunda" que legitime propuestas como los custodios del territorio, las asambleas ciudadanas, los derechos Inter generacionales y de la propia Tierra, los gobiernos descentralizados, la humildad de la vastedad del tiempo o el "pensamiento catedral". Y por qué no, una Ley de Generaciones Futuras.

Si yo fuera política y algún periodista me hiciera la pregunta de cómo quisiera ser recordada, le constataría: por haber intentado planificar esta isla pensando en el futuro. Un aforismo de Ludwig Wittgenstein dice así: "Negar la responsabilidad significa no educar a los hombres para la responsabilidad".

 

P.D. Artículo dedicado a Doña Soledad, se fue y no me enteré. Me hubiera gustado haber podido acompañar a su esposo, Pedro Gutiérrez y familia en tan duros momentos.

Comentarios

¿Cómo querer ser recordado? ¿Ser recordado? ¿No es una pregunta arrogante y distópica, sin sentido? Y, en todo caso, ¿cuánto dura el recuerdo humano para quienes somos nadie, aún siendo todo? Nada, vanidad de vanidades. Preguntas erróneas que solo pueden conducir a la frustración.
Por gente como tú merece vivir y luchar por esta tierra, grande Ana!!!
Precioso artículo. Ander haztelo mirar.
Excelente artículo.
Habrá reforma democrática si la mayoría así lo decide, no porque los expertos digan que es necesario. En fin, pura ideología.
Muy buen artículo, como de costumbre. Excelente legado sería dejar lo mejor de nosotros en otros anónimamente.
Estupendo, claro. Me ha hecho reflexionar. Gracias
Gracias por recordar a Soledad y a Pedro de La Degollada.

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