Alex Salebe

Historias escritas que resisten en archivos digitales

La no ficción cada día nos enseña que es tremendamente increíble, basta con leer la prensa o ver lo justito de tele para abonarnos gratis a la renovación diaria de sorpresas. Hechos reales que ahora tenemos el provecho de captarlos en tiempo real y con la prerrogativa de recordarlos cuando queramos y a la hora que queramos gracias a la memoria digital; y al alcance de un clic.

La última semana de diciembre de 2020, casi 15 años clavados después de  haber publicado la crónica ‘Una aventura a lo Julio Verne’, fechada el viernes 30 de diciembre de 2005, murió en Lanzarote, a los 85 años de edad, el protagonista de la historia, Vicente Cabrera, trabajador entonces de los servicios de limpieza de calles del municipio de Yaiza, en el sur de la Isla de los Volcanes.

Son de esas historias que en el ejercicio del periodismo nunca se olvidan, primero,  porque parecen arrancadas de la fantasía y, segundo,  porque el personaje declara los hechos con tanta elocuencia y aportando sinnúmero de detalles sustanciosos, que  facilita la tarea de lograr un texto seductor y poco intervencionista. La clave es dar con el protagonista e identificar dónde está la historia, que lo demás es trabajo de “carpintería”, que mal acabado, también puede echarse a perder.

Cuando supe del fallecimiento de Vicente Cabrera,  localicé de inmediato esa crónica donde narro la historia del tormentoso viaje de este lanzaroteño, a los 18 años de edad, de la costa oeste africana a Colombia. Lo hizo en una embarcación de tres velas y nueve metros de eslora  con la que cuatro aventureros pretendían llegar a Estados Unidos; él sin saberlo y engañado por los tres marineros mayores acompañantes que le dijeron que iban a salir a pescar, aunque ya en mar abierto se enteró que la idea era alcanzar el sueño americano.

Pasaron por varios puertos del Caribe para llegar el 15 de noviembre de 1954, no a Estados Unidos, sino al Cabo de la Vela, en el norte de Colombia, en la península de La Guajira. Para no alargar más el cuento, Vicente, además de buscarse la vida trabajando, también encontró el amor en Sudamérica, el de una joven portuguesa, María Luisa, que terminó siendo su mujer, pero que increíblemente ya había conocido en Gran Canaria antes de zarpar a tierras lejanas. Ella era dependienta de una dulcería que Vicente frecuentaba en la ciudad de Las Palmas.

María Luisa acabó en Colombia porque nuestro personaje, por esas cosas del destino, trabajó con su hermano en una compañía pesquera italiana en el Cabo de la Vela, vio por casualidad una foto de la chica y a partir de allí empezó a fraguarse su unión.

Toda una historia fantástica imposible de olvidar. Vicente regresó 36 años después a establecerse nuevamente en Lanzarote ya con su mujer y cuatro hijos. 

En el buscador del portal digital Jable, que guarda más de siete millones de páginas de prensa y revistas de Canarias repartidas en 234.616 ejemplares, escribí la palabra ‘Guajira’ y en apenas treinta  segundos accedí a mi crónica publicada en la edición de papel del semanario La Voz, a página completa, con dos fotos, en un archivo pdf que se puede leer e imprimir.

Los archivos de prensa digitalizados son de  indiscutible utilidad para la memoria histórica de los pueblos y la educación, para rememorar y conocer acontecimientos trascendentes, y descubrir personajes anónimos que con su quehacer diario construyen la identidad de los pueblos, nada menos que su cultura.

Aplaudo el esfuerzo de la Biblioteca de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria que creó el proyecto Jable en 2008  “con el propósito de ofrecer a la comunidad universitaria en particular, y a la población canaria en general, acceso a un enorme corpus de prensa histórica y moderna, boletines, gacetas, revistas y otras publicaciones seriadas de información general o legal”. La historia hay que recordarla y conservarla a través de documentación escrita y audiovisual de incalculable valor patrimonial. La tecnología cada vez ofrece mayores posibilidades, pero aún faltan más iniciativas públicas y privadas de conservación y divulgación.

Comentarios

Es honor,muchas gracias por hacer este relato de el abuelo vicente❤️❤️

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