Manuel Español

Francisco Cabrera Matallana: 85 años después

Poco a poco caen las hojas del calendario para desaparecer de las agendas impresas, pero las memorias que se guardan en nuestro interior, no tienen caducidad y quedan las sonrisas cargadas de melancolía y hasta de amor y esos sentimientos que nunca jamás se han de borrar.

Me encuentro ahora mirando y sintiendo ese mar lanzaroteño que invade nuestros corazones. Lanzarote se abre a todos que con la sensibilidad más profunda se extienden por sus paisajes y penetra con una intensidad muy profunda. Así lo entendió el genial escritor portugués Jose Saramago, acompañado de Pilar, su mujer, cuando se deleitaban con la observación de las aguas oceánicas. Un día le preguntaron por la forma de sentir estas tierras, y la respuesta fue clara: “Lanzarote no es mi tierra, pero es tierra mía”. Fueron diecisiete años los que estuvo allí viviendo hasta el instante de su último suspiro.

El amor a la tierra propia, donde se enraizaron los más fuertes sentimientos fue también el guion sin pausa que movió a Francisco Cabrera Matallana a dar una lección pasional continua a su Lanzarote del alma.

Así lo entendieron sus hijos, que siguen con fidelidad las enseñanzas del padre. Es el caso de Daniel Cabrera Panasco, autor de unos estudios profundos cargados de un intenso cariño, que se ha traducido en un libro sumamente entrañable y prodigo a la vez minucioso en la exposición de conocimientos.

“Francisco Cabrera Matallana-85 años después” es el título de una publicación de obligada lectura para todos los españoles canarios y en especial los lanzaroteños que amaron y siguen queriendo una tierra tan especial como hermosa.

Acabo de escuchar “Sombras del Nublo” con Alfredo Kraus y los Sabandeños, que se emplean a fondo con sus voces de oro cargados de emoción. Así se me han humedecido los ojos en un ejercicio de completo amor hacia esos aires canarios que también dicen hacia dentro y hablan hacia fuera los momentos más intensos que han llegado y llegarán.

Así lo entiende Daniel, “en el recuerdo de todos los lanzaroteños que en defensa de sus ideas fueron internados en un campo de concentración de Barbastro.

Los hechos sucedieron en torno al año 1935 hasta 1943, cuando vivió un periodo muy convulso en este país todavía llamado España. El mismo autor del libro confiesa con un amor filial muy intenso, lo que le ha movido en su metódica labor de documentación ha hecho prevalecer. “Es evitar que el terrible episodio vivido por mi padre caiga en el olvido tras el paso de las generaciones, y también rendirle tributo por haber cumplido con su deber cívico -que es lo más importante en una sociedad democrática-, en este caso en defensa del orden constitucional y legal que estaba vigente, aun poniendo en riesgo su vida".

Aquella aventura con el viaje De Francisco a Madrid a la edad de diecisiete años y que finalizó con el Servicio Militar de Franco, “pasando por su estancia en el campo de concentración de Barbastro, un itinerario del que ya se han cumplido 85 años”.

En cuanto al deseo de síntesis del libro, Daniel Cabrera, que estudió la carrera de Derecho en Zaragoza y se casó en Biescas (Huesca), se muestra muy significativo en el momento de citar al poeta aragonés José Antonio Labordeta: “Habrá un día en que todos Al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad”.

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