Oscartienealas

Fanalfabetismo (o el Efecto Justin Bieber)

No es la primera vez que ocurre. Una periodista alabada por la izquierda (o por la derecha) comete el imperdonable error de criticar a la izquierda (o a la derecha) y de repente, como por arte de magia, deja de ser independiente, cool, brillante y profesional. Con un sólo artículo de opinión, entrevista o comentario radiofónico la susodicha pasa de ser “una de las nuestras” a convertirse en familiar directo de Satán, o peor aún, en asalariada del “partido contrario”.

La primera vez que fui consciente del nivel de radicalismo de los “fans” de izquierdas (a los de derechas ya los tenía calados desde hacía años), fue tras la entrevista televisiva que Ana Pastor realizó al líder nacional de Podemos. La señora Pastor hizo lo que mejor sabe hacer, meter estopa sin importarle quien tiene enfrente, y con su habitual destreza consiguió que el entrevistado, a pesar del bagaje mediático y del talento expresivo que gasta, titubeara por primera vez ante una cámara mientras esquivaba los golpes como podía. Pastor había conseguido exactamente eso en infinidad de ocasiones frente a políticos de casi todos los colores del pastel español, convirtiendo Twitter en un graderío festivo cargado de vítores y socarronería que vibraba cada vez que conseguía dejar en evidencia a algún representante del PSOE o el PP. Pero esta vez la reacción en las redes fue muy distinta, ya que los que antes le aplaudían semana tras semana ahora querían enviarla directamente a la hoguera. La retahíla de improperios fue de órdago, y lo más suave que se le llamó aquella noche fue traidora.

¿Traidora? Si amigos, así es el fanalfabetismo, cuando uno critica públicamente a Justin Bieber en cualquier red social recibe instantáneamente un tsunami de insultos por parte de miles de adolescentes cabreadas, y la versión adulta de esta reacción (a la que llamo Efecto Justin Bieber) se reproduce casi de manera exacta cuando una periodista como Ana Pastor demuestra que ser independiente no significa ser de izquierdas, ya que ser independiente es simplemente eso, ser independiente y punto.

Ha vuelto a pasar, en esta ocasión le ha tocado recibir a Cristina Pardo, que en un artículo de opinión publicado en www.eldiario.es y titulado “El sentido común”, ha relativizado el “discurso oficial” de la izquierda en torno al asunto de los tuits de Guillermo Zapata. El resultado ha sido el mismo. ¡Que decepción!, ¡Es una vendida!, ¡Es casta!, ¡Arde Roma!

El problema aquí no es tanto el vetusto concepto de izquierda Vs. derecha, ni mucho menos las filias y fobias que pueda generar el PePeismo o el Podemismo, el problema está en el fanatismo, esa miopía intelectual que ya sea en nombre de Dios, la justicia, España, el Rey, la libertad, el Führer, el capital, el honor o la república, nos ha llevado en demasiadas ocasiones hacia el retroceso más vergonzoso y sangrante. Personalmente me declaro independiente y progresista, pero ojo, como en el caso de la independencia periodística, política o intelectual, quiero recalcar que el progresismo no es exclusivo de la izquierda (ni de la derecha), considero el progreso como una vía abierta y flexible hacia el bienestar social donde sobra el fanatismo político (y sí, también la música de Justin Bieber).

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