Mariluz Fajardo

El papel de la prensa. El que es y el que juega

Edmund Burke fue un filósofo, político y escritor británico que desarrollo su actividad en la segunda mitad del siglo XVIII, llegando a ser diputado en la Cámara de los Comunes. Una personalidad curiosa con inquietudes por la política, la filosofía, le ética y hasta la estética. Según declaró, sus intervenciones estaban guiadas por la humanidad, la razón y la justicia, y no solo por consideraciones legales. Plena vigencia tiene, por su atinado título, un escrito fechado en 1770, “Pensamiento sobre la causa de los descontentos actuales”.

A Burke se le atribuye la primera referencia de la prensa como “cuarto poder”. En ese momento, la prensa no iba más allá de diarios de escasa difusión y de panfletos, ejerciendo un papel fiscalizador de la actuación de los poderes públicos sin la influencia perversa del poder político y económico. Su misión era llevar al público la información sobre la actuación de los gobernantes, de modo que pudieran ejercer sus derechos políticos con un mínimo de conocimiento. De aquello queda poco o casi nada. Hoy nadie se ruboriza al ver a presuntos periodistas vender la gestión que lo gobernantes realizan, defendiendo, sin el menor rigor intelectual, cualquier actuación; soslayando promesas incumplidas, contradicciones, o quiebras de los principios que, en campaña, juraron defender.

Resulta patético y desalentador como la prensa (ya sea escrita, digital, o de radio y televisión) se alinea con el gobernante de turno o con la oposición política. Las tertulias de periodistas se han convertido en una extensión del debate político y asemejan más una delegación de los partidos políticos que representantes de la prensa, de modo que unos fiscalizan al poder y otros a la oposición y nadie se ocupa de la veracidad, de la objetividad, de la ecuanimidad. Los intereses están por encima de los principios. Casi nadie es fiel a la verdad. Es cierto que la verdad tiene muchas caras, y la labor de la prensa sería ofrecerlas todas. La información es poder, pero desinformar tiene un efecto mucho más efectivo, de ahí que no haya peor mentira que una verdad a medias.

Internet abrió la puerta a que la información circulara con más rapidez y con menor control de los poderes políticos y económicos. El coste de difusión de la información es muy poco comparado con los medios tradicionales. Ahora bien, si pretendemos ejercer la profesión y obtener un sueldo todo cambia. Pocas personas están dispuestas a pagar por recibir información a través de los canales de internet. Así que al periodista digital le queda ejercer una labor altruista, o estar a expensas de la publicidad publica y/o privada y ahí topamos directamente con los intereses del gobernante de turno o con los intereses comerciales del empresario que quiere vender su producto y no quiere que se le relacione con determinadas informaciones. Esta realidad se aprecia tanto en los medios de ámbito nacional como locales.

Los medios de comunicación de Lanzarote son especialmente sensibles a la influencia del poder político. La información local no es un negocio precisamente rentable y sí, por el contrario, es una vía para granjearse enemigos en el ámbito empresarial y político. Denunciar casos de corrupción de nuestros gobernantes, o, por ejemplo, ataques (por gestores públicos y particulares) al medio natural de esta supuesta reserva de la biosfera por aquellos que están llamados por razón de su cargo a promoverla (por ejemplo, las extracciones de jable con un vehículo del Ayuntamiento de Teguise y otro del Cabildo) no es fácil en una isla donde el poder se ejerce de forma despótica, donde la libertad de prensa es una quimera que solo se entiende si beneficia al poder.

Al gobernante local le gusta conocer la precariedad en la que viven los medios de comunicación insulares y de la necesidad que tienen de los fondos públicos (obtenidos a través de la publicidad institucional) para sobrevivir. El mensaje es siempre el mismo: “no publiques nada que me perjudique y menos si son artículos destinados a crear un estado de opinión en la ciudadanía que afecte a mi imagen pública”. O te sometes o se corta el grifo de la publicidad institucional. Al final no es más que un problema de seguridad derivado de su falta de solvencia en su tarea y del temor de perder el poder. Esto se traduce en la pérdida de los privilegios y del sueldo, no necesariamente en ese orden. Da igual la procedencia del gobernante (PSOE, PP, CC) todos apoyan la libertad de prensa cuando les beneficia y perjudica al adversario.

Un verdadero demócrata sabría que sin libertad de prensa no hay verdadera democracia. Los medios de comunicación libres permiten informar a la ciudadanía con independencia del poder político y contribuyendo a formar la opinión pública para que pueda ejercer libremente sus derechos políticos, pero, de ser reivindicada por estos, sólo se hará cuando se está en en la oposición. ¿Cuántos medios de comunicación de Lanzarote pueden soportar esa presión? Pocos.

Leer la mayoría de los medios de comunicación insulares nos ofrece un panorama desalentador. Impera la autocensura, cuando no la censura directa. Lo malo no es lo que se publica, sino que lo que se deja de publicar se hace a sabiendas de que podría perjudicar al gobernante que les da de comer. Por eso, sobre todo en periodos sensibles como los preelectorales, y, principalmente, cuando la gestión pública es deficitaria, toca recortar las opiniones ajenas y las intervenciones propias que cuestionen esas intervenciones “perjudiciales”.

Atribuyen a Obdulio Varela, también conocido como el “Negro Varela”, uno de los jugadores que más contribuyó al triunfo de Uruguay sobre Brasil en la final del campeonato de fútbol de 1950, una frase memorable una vez retirado completamente de la vida pública hasta el punto de que pocos sabían dónde vivía: “Los diarios traen solo dos verdades: la fecha y el precio”. Poco falta para que así sea a la vista de algunos escenarios tan poco propicios a nada que no sea el relato de parte.

 

Comentarios

¡Qué despropósito! ¿El pensamiento de Edmund Burke guiado por “la humanidad, la razón y la justicia”? ¿En qué casposo texto leyó eso? Burke frente a la amenaza de la “cochina muchedumbre”, como se refería los sectores populares, desarrolló un pensamiento liberal conservador con profundas raíces reaccionarias; “iglesia y rey”. Me atrevo modestamente a señalar que hubiera sido más adecuada la elección de Tom Paine, opuesto a Burke desde el ala liberal democrática. ¡Ay, doña Mariluz; siga escribiendo pero ilustre y lea con más cuidado! Y, por último, erradique pretensiones de meternos miedo con sus conocimientos...
D. Ambrosio no se ofusque. Burke esta mas presente hoy en la política inglesa que Tom Paine. Me parece entender que la autora lo cita solo para fijar la época en la ya se decía que la prensa era el cuarto poder. Por lo demás el articulo me parece atinado y muy presente en la realidad de los medios de comunicación insulares. En la biosfera insular no hay tanta libertad de prensa como presumen algunos diarios digitales.

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