Carlos Xabier Cerqueiro Lancina

Cerco a las pseudoterapias

Algo se mueve en el mundo de las pseudoterapias. La Organización Médico Colegial (OMC) acaba de crear un Observatorio contra las pseudoterapias, uno de cuyos fines es evitar que en el sistema nacional de salud las utilice (se han identificado al menos 139) por no estar contrastadas por la ciencia. Tengamos presente que el Código de Deontología Médica indica que “no son éticas las prácticas inspiradas en el charlatanismo, las carentes de base científica y que prometen a los enfermos la curación, los procedimientos ilusorios o insuficientemente probados que se proponen como eficaces, la simulación de tratamientos médicos o intervenciones quirúrgicas y el uso de productos de composición no conocida”.

Posteriormente, decide llevar a la fiscalía decenas de páginas de internet que publicitan pseudoterapias peligrosas, con el objetivo de cerrarlas. Entre ellas, la que publicita un tipo de lejía (MMS o milagroso mineral suplemento) para curar el cáncer y la denominada bioneuroemoción, que considera el cáncer como algo emocional. El Ministerio de Sanidad recuerda que los centros de técnicas sanitarias no convencionales son denunciables si en ellos no existe un médico, pero el sector es un descontrol, con falsos terapeutas a veces recomendando dejar tratamientos basados en la evidencia y provocando que sus adeptos se incorporen tarde a ellos. Triste es el reciente caso del niño italiano fallecido por ser tratado de una otitis exclusivamente con homeopatía, a lo que los homeópatas de nuestro país responden que no hay que abandonar los tratamientos farmacológicos. Ya saben, por si acaso.

Poco después, el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid “fulmina” las secciones pseudocientíficas, que no cuentan con el aval científico, por no aparecer en la legislación como especialidades médicas. El Colegio de Las Palmas ha seguido esta estela y el Consejo de Colegios de Médicos de Catalunya recuerda especialmente a los pacientes de cáncer, el colectivo más sensible a las pseudoterapias, elaborando una lista de medidas que de no cumplirse implicarían la inhabilitación.

Al poco, la Real Academia Nacional de Farmacia publica su informe de posicionamiento sobre los “medicamentos” homeopáticos y sentencia: “no hay pruebas científicas que justifiquen su utilización clínica”. Al venderse en farmacias, los potingues homeopáticos gozan de prestigio, y es por eso que la acción, o inacción, de algunos farmacéuticos es, probablemente, una de las causas de que la mitad de los españoles crean erróneamente que la homeopatía funciona, a pesar de ser una estafa en toda regla.

Así las cosas, el pánico se apodera del sector. Tras muchos años de lucha en redes sociales, intervenciones en medios de comunicación (y muchas charlas de bar), explicando lo que son las pseudoterapias, diferentes colectivos ven como ahora las instituciones responsables hacen algo al respecto. Las organizaciones de homeópatas responden que estas disciplinas deben ser impartidas por médicos, obligados a seguir las normas deontológicas (olvidando el artículo 26 del Código Deontológico que cita el charlatanismo). Para ellos, la homeopatía es parte de la medicina “porque nosotros la impartimos”, sin que de los estudios clínicos importen, como uno muy fresquito que, irónicamente, financiado por la Clínica Homeopática de Manchester, vuelve a concluir que la homeopatía no se distingue del placebo.

Y ahora le toca al reiki. En muchos hospitales, incluso públicos, los voluntarios del reiki se mueven libremente, hasta con bata blanca, accediendo incluso a recintos vetados a los familiares de pacientes sometidos a quimioterapia, ante su perplejidad. Resulta que en la Comunidad de Madrid se acaba de prohibir en los hospitales públicos, una decisión basada “exclusivamente en criterios técnicos y médicos”. Una asociación de terapias alternativas emitió un comunicado, enfadadísima, porque se les había informado “por mail en dos líneas sin más explicación”. Dada la inutilidad de esta actividad sobra una línea y media. Esta misma asociación advertía a los practicantes de las terapias complementarias de tener cuidado con los periodistas.

Los políticos deben tomar ahora la iniciativa, y no es una cuestión de ideologías, sino de proteger a los ciudadanos de personas que pueden hacer mucho daño a los pacientes y al sistema de salud pública, uno de los mejores del mundo. En marzo, partidos, representantes de la Asociación para Proteger a los Enfermos de las Terapias Pseudocientíficas(APETP) y de los sectores de las pseudoterapias tuvieron una serie de tomas de contacto en el Congreso. Ciudadanos ya había propuesto obligar a los médicos a denunciar a sus colegas, a lo que se habían opuesto PP, PSOE y Podemos.

No fueron buenas noticias que el PP se reuniera con el lobby homeopático en el Congreso y evitara pronunciarse al respecto, pero posteriormente ha hecho suya la petición de la APETP de ejercer un mayor control sobre las pseudoterapias. El grupo de Ciudadanos le preguntó al Gobierno qué medidas iba a tomar para proteger a las víctimas de pseudoterapias, pero quizá fue Izquierda Unida la pionera aprobando en 2012 una resolución de rechazo a la homeopatía y las terapias pseudocientíficas. El PSOE, por su parte, en su programa del 2015 proponía regular las “terapias naturales”, aunque desde aquí pensamos cómo se pueden regular tratamientos para la salud que no son eficaces, no son éticos, son engañosos y costosos económicamente para el paciente, y que pueden ser perjudiciales. Es necesaria más contundencia.

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