Antonio Lorenzo

Carmelo

Nunca he sido partidario de leer esas crónicas necrológicas en las que, sobre todo en el caso de los políticos, ocupan paginas y paginas ensalzando, muchas veces en demasía sus virtudes y ocultando esos pecadillos que, como mínimo, todos tenemos. Solo una vez me ocupé de un gran amigo y colaborador leal que, cuando compartimos tarea, nunca elogió lo que pude hacer bien y sí me echó en cara lo que pude hacer mal. Mi recuerdo de Gonzalo Pérez nunca se borrará.

Hoy me veo casi en la obligación de ocuparme de la desaparición de una persona muy popular en Arrecife. El miércoles cuando no vi su singular imagen junto a los escalones del antiguo Banco Hispano, alguien me dijo que la noche anterior un lamentable accidente de tráfico cerca del aeropuerto acabó con Carmelo.

De su filiación yo sabía que se llamaba Carmelo, y nada más. Él de mí tenía confusión pues aplicaba mi apellido como nombre y siempre me saludaba con un simpático: “Hola Lorencito”.

Recuerdo esa imagen singular desde su casi niñez, cuando rodeado de chicas que se disputaban el empujar su coche de ruedas, marchaba por nuestra calles creo que, en algunos casos, camino del colegio. Más tarde ese acompañamiento era casi exclusivo de una muchacha que supongo su posterior compañera que, al parecer, estaba junto a él en el fatal desenlace.

Fui pocas veces su cliente, pero recuerdo su cara de satisfacción cuando le comenté que el número que me había dado estaba premiado con el reintegro. En su trabajo mañanero siempre estaba rodeado de amigos y clientes y después, finalizado su trabajo en la calle Real, lo vi en muchas ocasiones allá cerca del Hotel Lancelot, haciendo girar las ruedas de su coche y avanzar por la acera.

Admiro profundamente a esas personas que, superando un impedimento físico, hacen que su vida sea normal. Admiro a quienes, después de un grave achaque, te los encuentras por la calle o por un paseo, superándolo y, después de un titánico esfuerzo, casi recuperan su capacidad.

Uno de esos hombres que superó un impedimento fue Carmelo a quien, desgraciadamente no volveremos a ver en su puesto diario de la calle Real.

Comentarios

Te felicito por poder volverte a leer.Aunque el tema no sea de lo más agradable,pero la historia de los pueblos, no lo hacen los grandes, sino la gente sencilla que los forman.

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