Samuel C. Figueras

Arquitectos blanqueándose

Tengo la mejor y la peor opinión de la profesión de arquitecto, y se debe a que de sus iniciativas profesionales sale casi todo lo que ocupa el espacio en el que vivimos, las viviendas de pueblos y ciudades, los edificios públicos, los adosados, y hasta las plazas duras, tan de moda hace algunas décadas. Son los protagonistas de todo esto que se llama Arrecife, por ejemplo. Debido a sus competencias profesionales suelen estar en el hilvanado de leyes, normas y ordenanzas, y, por estar, hasta los encontramos en tramas de corrupción. Y quieren estar en más sitios y lo desean tanto que algunos hasta compadrean para que sea posibilitado por ley. ¿Saben que la única comunidad autónoma de este país que ha recogido que los colegios de arquitectos formen parte de los órganos que autorizan las intervenciones sobre el patrimonio es Canarias? En ningún otro lugar del Estado español han tenido semejante ocurrencia de meter ningún colegio profesional en ninguna ley, porque de Ceuta para arriba saben lo que es un colegio profesional y cuáles son sus fines. No conformes con firmar los proyectos, que es lo que corresponde, quieren garantizar que nadie ponga un pero a los de la profesión en los temas del patrimonio cultural, ¿y saben desde dónde se gestó el asunto?, pues desde Lanzarote. Siempre tan originales. Se trataba de neutralizar a los “integristas” de patrimonio y salvar la autonomía de la profesión en las intervenciones en inmuebles protegidos, sin injerencias, de nadie, y esa fórmula adoptó rango de ley.

Aunque la nueva ley de patrimonio de 2019 fue aprobada con el acuerdo de todos los grupos políticos con representación parlamentaria, nunca ha estado claro quién incorporó a la ley esa singularidad, si fue a través de CC o del PSOE, pues el recorrido del documento legislativo fue largo y tortuoso. A ninguno de aquellos les hizo nunca mucha gracia que los dictados del patrimonio fueran contra su idea de desarrollo. No es que como colegio profesional les interesara la preservación de nada, porque de haber sido así, lo que la ley habría recogido es que en las comisiones insulares estuvieran arquitectos especialistas en la intervención sobre el patrimonio, no un colegio profesional que en lo que está es en la defensa de los intereses de sus asociados.

Siempre se entendieron mejor los arquitectos con los políticos desarrollistas -esos que siguen abundando por las islas- que las instancias del patrimonio cultural con la clase política. Por ello, hacían piña y tan bien les fue contra determinada idea proteccionista del patrimonio que le dieron rango de ley a su presencia en los cabildos insulares. Aún así, alguna comisión de algún cabildo, que discrepa de la medida ha incorporado un arquitecto técnico a la misma para neutralizar la influencia del representante de aquel colegio profesional. Ahora, dice el colegio de Lanzarote, que está por salvar el patrimonio. Sí, lo comparto, para hacer no sé bien qué sobre él, y no porque entiendan que deben prevalecer determinados criterios de intervención, sino para que no haya ninguno. Es como reclamar para sí un lienzo con una vieja pintura, no para devolverle su esplendor, sino para  repintarlo tal que el Ecce Homo de Borja aquel que repintó la buena de Cecilia y que dio como resultado la caricatura que ya conocemos y que hace irreconocible el objeto de culto.

El colegio de arquitectos de Lanzarote, COAL, ha contactado con un periodista de actualidad por una obra publicada en 2022 con el título de España fea. Se trata de Andrés Rubio. Rubio dice lo que dice -también narra los aciertos- sobre las convulsiones arquitectónicas, los desmanes y destrozos urdidos desde los estertores del franquismo hasta la actualidad, poniendo en evidencia el silencio cómplice del gremio de la arquitectura. Lanzarote aparece retratada, ya imaginan que no como ejemplo de nada. De la mano del COAL, Rubio debe haber sido paseado por la isla, y me parece estar viendo al colegio echar balones fuera con cada escenario que no resultara propicio a las alabanzas, y defender su propia teoría de la debacle lanzaroteña, que no tendría a ningún arquitecto como protagonista, pues ya se encarga de velar por los intereses de la profesión, aunque mejor le iría si velara por la calidad de la obra de sus asociados.

Hay que decir que las buenas obras arquitectónicas son buenas y ya está, y suele haber unanimidad sobre el asunto aunque a veces sean objeto, no tanto de discusión por su diseño, como por su oportunidad en determinada localización. Sobre buenas obras en la isla, contabilizamos muy pocas. La propia Escuela de Arquitectura de Gran Canaria, manda a su alumnado para que visiten dos. Antes había una más, pero con el Gran Hotel no acabó el fuego, sino los arquitectos que lo remodelaron. Se lo cargaron, decididamente. Spínola y Trapero, los autores del inmueble original, hicieron un buen edificio en los años sesenta, y Chesa y Mena hicieron lo que hicieron, y sin mediar una cortés comunicación a Enrique Spínola González, que fallecería en 2011.

¿Entienden el por qué de la afirmación de que son los causantes de lo mejor y de lo peor?

+Patrimonio, el proyecto que el COAL colocó al Cabildo, y del que cíclicamente habla en los medios, es la excusa del negocio que tienen entre manos, postulándose como los salvadores de lo poco que queda, un nicho interesante para arquitectos creativos y sin prejuicios en el que la clave de bóveda es lo de la “flexibilidad en la intervención”, esto es,  sin los corsés que la propia ley impone, sin los rancios proteccionistas del patrimonio dando el coñazo, sin historiadores, sin evaluaciones inconvenientes que condicionen sus ocurrenciasEsta tesis la compran casi todos, desde los alcaldes y la alcaldesa hasta los propietarios sufrientes. Es lo que tiene la cosa, que casi todo es opinable. Menos sus posturas, aunque nos tengamos que tragar todo esos insufribles proyectos, vacíos y sin criterio, que van llenando hasta el aburrimiento el espacio que nos toca habitar hasta llegar a ese, ya tangible, Lanzarote fea. A este paso, tampoco nos quedará patrimonio para el regocijo espiritual, ya porque lo demolieron, ya porque nos lo cambiaron.

Comentarios

Cuando alguien trata de aportar o criticar, ya sea constructiva o no, desde el anonimato, sus argumentos pierden legitimidad. Y es una pena, porque el tema y la situación merecen ser debatido con todas las cartas sobre la mesa. Evidentemente, este comentario también pierde la supuesta seriedad al estar "firmada" por un integrista anónimo. Seguiremos debatiendo en el metaverso. O en la barra de un bar, que al menos hay algo que tomar.
Efectivamente, no puedes pretender dar lecciones a los demás, cuando te puede la pereza o el miedo, para dar tu nombre. Una de esas dos razones, o la suma de las dos, son las únicas posibles para no ejercer un derecho normal y corriente, como la libertad de expresión.
Los argumentos, las ideas, las propuestas, si no tienen cara, "pierden legitimidad" para algunos. Hay que ser tonto para defender eso. Pero requetetonto.
El integrista parece de esos que desde su anonimato, no soportan no reconocer al autor de un artículo y no poder meterle, figuradamente un hachazo desde que asome su cabeza. Y encima censuran que no dé la cara, suponiendo que firme con pseudónimo.
Nuestro voto democrático es anonimo y no por eso pierde legitimidad
Es un disparate culpar a los arquitectos , urbanistas o paisajistas de la vomitiva ciudad de Arrecife cuando va para 40 años que no se aprueba un plan de ordenación y el que está en vigor , de 1991 , nunca se desarrolló ( unidades de actuación, sistemas generales, nada ) mientras se toleraba la construcción ilegal masiva o se modificaba " puntualmente " el plan para facilitar los negocios de amigotes. Es injusto culpar a la profesión de arquitecto de todo esto . Ha sido la hediondez de políticos de esta tierra la que ha arruinado y sigue arruinando esta ciudad y esta isla.
Critica totalmente legítima y constructiva. Bien por el/la anónimo/a que lo haya escrito.
Me ha gustado muchísimo este artículo, muchísimo, he disfrutado intensamente los comentarios sobre la calidad arquitectónica del Gran Hotel I...coincido en lo de la fealdad y la corrupción con que se hace Arrecife, soy un ignorante absoluto de la ley de patrimonio del 19 y me ha gustado el enfoque. Como ciudadano de la Isla yo solo he rehabilitado mi casa, y mientras lo hacía, que ha sido toda mi vida, he notado la ausencia de un servicio público de patrimonio, próximo, eficaz... gracias x el texto quien quiera que seas ( que me da lo mismo) espero que no te aplasten

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