En lenguaje cinegético, diríamos que Ástrid Pérez Batista está mareando la perdiz con su asunto de la declaración de persona non grata al presidente del gobierno. Pero hay una estrategia en ello. A mi entender, tal declaración la pueden hacer los gobiernos a diplomáticos extranjeros, y ello no significaría que se impidiera al afectado por tal medida la entrada al país, sino la pérdida de determinados privilegios. Si Ástrid Pérez no se ha vuelto simpatizante de las tesis separatistas catalanas debería saber que no corresponde al Cabildo tal tarea, aunque ella pretenda que obre de manera frívola y excediendo el papel que corresponde al gobierno insular. Como el asunto debe ser de primero de Derecho, igual podemos concluir que ni iba a clase. Podría haber propuesto reprobar a Sánchez, pero eso lo hacen todos cada día y no le iba a dar lucimiento. Además de buscar un minuto de gloria, la cosa pinta como que, para dar satisfacción a sus intereses personales, anda a la búsqueda de la forma de romper el pacto en el Cabildo sin que parezca que es la responsable, aunque no me cabe duda de que su intención última es otra. Ella es poco brillante, pero muy marrullera, y le descoloca el fulgor ajeno y todo aquello que en el partido escape a su control. Su impostada amenaza de llevar a los tribunales al presidente del Cabildo por haber retirado del orden del día del pleno tal iniciativa parece extemporánea debido a que no ha habido un proceso agotado que la conduzca a ello, y así lo ha manifestado el mismo Oswaldo Betancort que no debe salir de su asombro por la salida de tono. Si no imagina el motivo, de la sobreactuación de su socia, ya debe empezar a sacar conclusiones. Ástrid, como aliada, es lo peor, pues su sentido de la lealtad va siempre por detrás de sus estrategias de sostenimiento de su poder, ya no en el Cabildo, sino en el partido, por lo que sus movimientos externos siempre hay que interpretarlos en clave interna.

Si el pacto en el Cabildo se rompe porque CC no habría sido leal al desmarcarse del juego de declarar al presidente del gobierno como persona non  grata, lo siguiente, por coherencia política, es proceder en cascada a la ruptura del pacto en Arrecife. Está jugando al disimulo porque, si bien le viene de perlas cargarse a Jacobo Medina sacándole de la primera línea, como ya hizo con anterioridad, lo que realmente debe estar cavilando es  cepillarse al muy popular Yonathan de León, el alcalde de la capital, sin que realmente parezca que el movimiento es ese. Por tanto, toda la escenografía va dirigida exclusivamente para defenestrar al alcalde de su partido. No es que Jacobo y Yonathan sean ningunas lumbreras, pero capitalizan popularidad y votos, y eso a la presidenta del partido no le viene muy bien.

La jugada le sirve para sacar a De León con el fin de que no siga sumando votos, pues aunque sean para el partido, está ganando frente a Ástrid. Y lo va a justificar echando la culpa a Oswaldo. Está en modo estrategia electoralista. Lo siguiente, cuando toque, será ir ella la primera en la lista al Parlamento y a Arrecife, como ya hizo con anterioridad, y los siguientes serán personas dóciles que pueda manejar o que crea que pueda manejar. Si no le dan nada interesante por fuera, se queda de alcaldesa, siempre que los votos o los pactos lo propicien. Al Cabildo, pondrá a la actual consejera de Hacienda, María Jesús Tovar, si es que no cae antes en desgracia, y para ese momento renovará todas las caras con el pretexto de aportar savia nueva a la primera línea. Eso sí, menos la de ella, que está por encima de esas cuestiones, y seguirá medrando mientras el cuerpo aguante. Sostener semejante estrés debe compensarle, porque, si no, no se entiende tanta maniobra, tan ridícula, tan rastrera y de tan poquito nivel. Su trayectoria nos da la medida del personaje y si alguien cree que dedica algún minuto al servicio de la ciudadanía o al bien del partido, ya debe ir desengañándose. Pérez Batista es como la Pthirus pubis del PP. Perdón por la ordinariez.