Matías Reyes

Árboles artificiales. Árboles simulados

Atribuyen al arquitecto Juan Palop el diseño de un parque urbano en Naos, muy cerca de la planta de biogás autorizada por el Gobierno de Canarias y que cuenta, además, con las bendiciones del equipo de gobierno liderado por el PP de Ástrid Pérez.

El proyecto ha sido recuperado por CC y presentado al Cabildo de Lanzarote para su consideración. Afectaría a nueve mil metros cuadrados, y debería tener la conformidad de la Autoridad Portuaria pues parte del parque estaría en suelo de su titularidad. El proyecto contaría con “árboles verticales con jardinería vertical local”, que no se bien en qué se traduciría, tanto en lo referido al concepto de “vertical” como el de “local”, y no le arriendo la ganancia cuando el permanente tiempo del norte lleve hasta el lugar y hasta el propio puerto deportivo los efluvios de la actividad generada en la planta de biogás. Diría que la querencia por las extravagancias no tiene límites.

Cuando la ciudad de Las Palmas creció hacia el mar, principalmente en la zona de San Telmo, no se tuvo reparos en plantar toda suerte de vegetación en esos rellenos, y si alguien albergó alguna duda sobre si ese suelo tendría la capacidad de albergar arbolado, el tiempo transcurrido nos muestra cómo de bien se han desarrollado en todas estas décadas. Parte del suelo de Puerto. Naos ha sido ganado al mar, y no sé si esta es la razón para no pensar que en ese suelo pueda acoger arbolado (natural).

Ni comparto ni entiendo lo de los árboles artificiales, como tampoco aquello de las Bioesquinas que el mismo arquitecto propuso en el marco de “Arrecife, capital de la Biosfera”, que vienen a ser unas estructuras sobre cuya parte alta plantar elementos vegetales. Diría que, de nuevo, hablamos de árboles artificiales. Con un coste elevadísimo, en torno a los trescientos mil euros por instalación, para unos discutibles resultados en cuanto a la transformación que supondría para el espacio urbano, aún hay quien se apunta al carro de demandar su instalación, a pesar de lo insostenible de la inversión. La construcción y el mantenimiento de esas estructuras que pretenden suplir las bondades de un ejemplar vegetal no parecen de recibo, pues la sostenibilidad comienza en lo económico. Para mí que con lo que cuesta una Bioesquina como las propuestas se arbola una calle completa y el beneficio se extiende a toda una vía, suponiendo que una Bioesquina tenga un beneficio y, en caso afirmativo, tocaría saber para cuántas personas y a cuánta superficie. También, pienso si la relación entre el coste y el supuesto beneficio guarda alguna relación de proporcionalidad, pues estamos hablando de doce millones de euros para culminar el proyecto tal y como ha sido propuesto. A ver si lo que está detrás va a ser inventar estructuras que conlleven la realización de proyectos por los que facturar.

Arrecife no necesita más ocurrencias de nuestros gobernantes, ni especialistas en estructuras que hacen árboles artificiales y resultan tan poco sostenibles. Arrecife demanda un jardinero, un paisajista o algo de esa cuerda que a lo que acuda es a los recursos que la naturaleza pone a nuestra disposición para regocijo estético, espiritual y mental, de manera que complemente la tarea urbanística.

“Arrecife, espacio de salud”, sería una magnífica medida para vender la ciudad a sus habitantes y a sus potenciales usuarios. Y ya que no podemos ser una modélica capital de la Biosfera, ni estamos en disposición de vender un singular conjunto de interés urbanístico ni histórico; ya que no podemos ser un destino gastronómico total, ni comercial, la aspiración podría pasar por que plantemos toda la ciudad de árboles, al tiempo que el sol y el viento sean los que alimenten el proceso de desalación de agua y las que generen la energía que consumimos. Lo cierto es que, ni a corto ni a medio plazo, parce existir otra salida para revertir el estado de una ciudad tan injustamente maltratada, y se demanda la obligada reflexión de lo que debe ser el espacio público, pues, más que de un sosegado proceso, la cosa parece ir de opiniones que descalifican otras opiniones y, así, no hay manera de avanzar. No se percibe que al ayuntamiento de la capital le interese lo más mínimo tal debate ni nada parecido a un proceso de participación, y “el que quiera opinar que se presente a las elecciones”, dirán. Para gestionar -así de mal- el municipio, ya se han venido apañando solitos nuestros alcaldes de todos los colores políticos durante un montón de décadas.

Comentarios

Es un fenómeno paranormal que personas con sentido común se transformen en cuanto acceden a cargos públicos y empiecen a adoptar decisiones que escapan a la lógica.
Arrecife apesta. Nunca apestó tanto. Apesta a desidia, a dejadez, a ignorancia. Hace calor, no hay sombras. La calle real pierde su arbolado porque pasan los camiones de basura y rompen las ramas. No se puede descansar. Los gritos de la gente alcoholizada a media tarde, a media noche. Es ruina. Locales cerrados, se traspasan. La alcaldesa feliz por su gran obra, abrir la avenida al tráfico. La presidenta del cabildo y su lacaya, felices por dejar que se pudra el patrimonio nauseabundo que tenemos. No es un jardín vertical lo que hace falta, ni árboles que den sombra. Hace falta un gurfin curtido del solajero y la marea que sepa hablar poco y hacer mucho. Pero nadie le vota. Queremos bocachanclas. En fin, que no hay futuro.
Juan Palop y su equipo diseñaron un proyecto de urbanismo muy ambicioso para la ciudad de Arrecife, centrado en la gestión del agua de la lluvia. Se presentó al consejo de la reserva de la biosfera donde se debatió. Marcos Bergaz apostó por el uso de árboles (esas plantas grandes), pero con un tono crítico, como no podía ser de otra manera, tratándose de una propuesta liderada por CC. Ese es el problema de esta isla. Se trae a un urbanista de prestigio y como lo trae el otro ya no me gusta y pongo palos en las ruedas. Claro que se pueden criticar los árboles artificiales, pero con fundamento. El proyecto de puerto Naos se puede consultar aquí: https://lpastudio.net/work/#item2 No son grandes árboles artificiales como en Singapur, sino pérgolas en forma de la copa de un árbol. En cuanto al suelo, es cuestión de crear jardineras y llenarlas con sustrato que no tenga un alto nivel de salinidad. Tenemos el antiguo ejemplo de las pérgolas en el Ramirez Cerdá. Recuerdo que este proyecto se presentó mucho antes de la idea de poner una planta de biogás en plena ciudad, aunque tampoco veo razón para pensar que se permitiría su funcionamiento si emitiera gases, que tampoco son nocivos para las plantas. El mayor obstáculo ahí es el viento, sean árboles artificiales o no. Dependiendo del diseño, también el mantenimiento. No me parece una extravagancia el proyecto en cuestión. No puedo decir lo mismo del muro de Puerto Naos. En cuanto a las bioesquinas, no se trata simplemente de crear sombra. Llevan incorporados sistemas urbanos de drenaje sostenible (SUDS) para paliar el problema de las inundaciones tras las lluvias. Eso se lleva gran parte de la inversión. Para preservar las palmeras existentes y tener sombra rápidamente, las pérgolas alrededor de esas palmeras no son mala idea, sobretodo si tenemos en cuenta el coste de plantar bien un árbol en un suelo urbano compactado, algo que Juan Palop sabe hacer porque en su proyecto colaboró GreenBlue Urban. Además que en Canarias es difícil y caro encontrar y plantar árboles de gran calibre que puedan dar un efecto inmediato. Tampoco hay que olvidar que las pérgolas impiden que la vegetación crezca demasiado. No se puede decir lo mismo de los ficus rubiginosa que recientemente se plantaron cerca del colegio La Destila. Las bioesquinas también tienen elementos en hormigón y servicios como wifi y cargadores para bicis eléctricas. Es verdad que el precio es muy alto, pero hablamos de una obra hidráulica y una obra de paisajismo. Usar el dinero para poner 30 árboles a lo largo de toda una calle no daría los mismos beneficios y, debido a la falta de espacio, esos árboles causarían problemas con las fachadas a menos que se eliminen los coches y se planten en medio de la carretera, quizás sustituyendo la movilidad en coche por la movilidad en bicis y scooters de movilidad. Eso es lo que ha maltratado y matado a Arrecife: el coche y la cultura del coche. Precisamente esa es una de las mayores crítica que se le puede hacer al proyecto de las bioesquinas: el ruido y olor a tubo de escape del tráfico colindante. Otra crítica es el coste y complejidad de mantenimiento de los SUDS, sobretodo si llegara a entrar en ellos aguas con mucha tierra y basura (no podemos descartar aguas fecales) o si en un futuro llegara la Malaria a Canarias. Por último, la fase de construcción de esos SUDS podría afectar al área de protección de raíces de árboles o palmeras existentes y limitaría el volumen de suelo que tienen para enraizar, aunque desconozco si se ha tenido en cuenta en el proyecto (no suele ser habitual). Tampoco hablamos de bioesquinas o árboles. Arrecife necesita tanto cubierta vegetal, como infraestructura hidráulica, como lugares comunales para la ciudadanía. Si vamos a criticar las propuestas existentes, hagámoslo con fundamento y dando ejemplos donde se ha conseguido más con menos. En cuanto a que el motivo pueda ser el de inflar facturas, eso se puede decir de cualquier infraestructura diseñada por arquitectos urbanistas de este nivel. Y eso por no hablar de la fase de ejecución, ahi tenemos el caso del Islote de Fermina. Es cuestión de exigir transparencia y actuar democráticamente desde el principio hasta el final. Creo que la tuya no es una crítica basada en sospechas objetivas, sino resultado de lo pasado con Achenbach, Jason deCaires, Coalición Canaria, y Marina Rubicón. No por eso podemos decir automáticamente que todos los profesionales que hayan colaborado con CC son sospechosos hasta que se demuestre lo contrario. Con eso sólo vamos a conseguir que nadie quiera trabajar en Lanzarote. Necesitamos una política menos tóxica porque está destruyendo nuestro futuro. Tener lugares donde la gente se pueda reunir cómodamente para hablar de, entre otras cosas, de urbanismo y de política, podría ayudar a conseguirlo. Ojalá esos espacios pudieran surgir orgánicamente por iniciativa de la gente como ocurre en otras ciudades. Para que eso ocurra debe cambiar la actitud del ayuntamiento y sus ordenanzas. Me disculpo a quien lea esto por la falta de párrafos, que por desgracia no son posibles en los comentarios de este diario.
Lo que está ocurriendo con la remodelación de la calle El Greco donde no se contempla plantar un solo árbol y se ha reducido el espacio de la isleta verde del final de la calle es descorazonador y muestra un ayuntamiento entregado al cemento. A ver si alguna de las constructoras monta una empresa de jardinería para que lo verde entre en la agenda del ayuntamiento y de los arquitectos que hacen los proyectos...
Pero V/\, tú quien eres? Que de tonto no tienes un pelo? Se que eres ventus arborum, pero realmente quién eres? Necesitamos alguien como tú en la vida pública. Anímate y haznos un favor.

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