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Zapatería Félix: El ocaso de un linaje artesano

Foto: Felipe de la Cruz.
Myriam Ybot 12 COMENTARIOS 04/02/2018 - 08:50

Un cálido olor a cuero y el runrún de la máquina de coser reciben a la clientela de la Zapatería Félix, un negocio de reparación de calzado que ha sorteado crisis, se ha adaptado a gustos y modas y ha dado sustento a tres generaciones de la familia Hernández gracias a un trabajo minucioso y preciosista y al trato afable y cordial que se dispensa por igual a propios y a extraños. Pero cien años después de que el abuelo Marcial abriera en Mácher, la jubilación de Félix podría poner fin en Lanzarote a un oficio artesano, instalado en la modernidad por los nuevos gustos por el reciclado y las técnicas de rectificación ortopédica.

Félix Hernández Saavedra dice de su infancia que se crió en zapatos. No en vano proviene de un linaje de artesanos del calzado que comenzó con su abuelo Marcial Hernández Déniz en el pueblo de Mácher, allá por 1915. "Entonces no había comercios de zapato nuevo, no había fábricas y todo se hacía artesanal, las alpargatas, los arneses, la bota de campo...".

El patriarca se encargó de enseñar el oficio a sus once hijos e hijas, quienes se dedicaron a la empresa familiar de manera desigual; algunos cosían zapatos, remendaban chaquetones o restauraban cintos durante el verano, cuando el campo no daba ni los buenos días, o a ratos, en los parones de sus empleos. Solo Félix acabó sumando a las enseñanzas de Marcial unos cursos de cortador y montador por correspondencia que se impartían desde Barcelona y abriendo en Arrecife en el año 1949.

Atrás quedaba el cuartel en tiempos de guerra, que compartió con César Manrique. Y por delante, la miseria: "Eran tiempos de enorme necesidad, no había ni cuero. La gente le traía las botas militares a mi padre para que las desmontara y aprovechara la caña, menos deteriorada, para hacer calzado nuevo", rescata Félix hijo de la memoria familiar.

Poco a poco, con el florecimiento económico del Puerto y la instalación de las conserveras, la situación económica general mejoró para todos. Según relata el maestro, su padre llegó a tener 13 operarios en sus mejores rachas. "Se decía que no había negocio del ramo comparable al suyo en Canarias, salvo el de los hermanos Pardo, en Las Palmas".

En el tránsito de un siglo entre Mácher y la capitalina calle Hermanos Zerolo, con parada en Luis Tres Guerras, la evolución ha sido rápida y notable, también para la zapatería manufacturada. Los oficios artesanos forman parte fundamental de todas las culturas pues cada sociedad se escenifica y reconoce a sí misma en una urdimbre de usos, costumbres, hábitos antiguos o adquiridos, modas y utensilios propios de cada época.

De Félix Hernández Saavedra podría afirmarse que es un puente entre dos tiempos, entre dos mundos, pues igual cose un zapato de vaqueta, modelo inglés años 30, como levanta los cuarenta centímetros lentejuelados de una bota de drag queen.

Como símbolo de ese pasado que no termina de irse, preside la zona de trabajo una Singer del año 1889 que timonea con pericia la esposa de Félix, María del Carmen Rodríguez Dorta, en una especialización de tareas en la pareja que ha nacido de forma natural, sin imposiciones ni jefaturas. "Cada uno de nosotros nos encargamos de una parte porque si no, vaya lío".

La cosedora, adquirida a un reparador ambulante gallego que acertó a pasar por Mácher en tiempos del abuelo fundador, es la joya de la corona del negocio "y funciona como el primer día, aunque el mantenimiento ha costado más que la propia máquina", comenta el maestro mientras lanza una mirada de ternura hacia el aparato.

También exhibe con orgullo una herramienta para hacer incisiones, la pata de cabra, "una pieza original de más de cien años traída de Cuba y tallada en palosanto". Mientras muestra la pieza, pulida y brillante, canturrea: "Te tiro la horma, te tiro el martillo y la pata de cabra y también el cepillo...", una antigua tonadilla criolla sobre zapateros.

Zapatera por amor

Se ve que la pasión por trabajar el cuero y la piel es la savia del árbol genealógico de esta familia. María del Carmen es zapatera por amor; primero a su marido, a quien siguió los pasos entre tapas, suelas y cremalleras, y luego a un oficio que solo le da satisfacciones. "Nos llegan personas con zapatos que no son solo calzado sino objetos cargados de afecto, de la memoria de momentos importantes, una fiesta, la boda, el regalo de alguien importante en sus vidas... Y yo le digo a Felix, mira a ver, anda, si puedes arreglarlo, anda...".

El transcurso del tiempo pasado en la trasera de la zapatería nos deja ver que, efectivamente, la clientela no solo acude a entregar o a recoger sus encargos. Rara es la persona que en el encuentro -mostrador por medio- no entabla una charla amistosa, pide un consejo o intercambia una anécdota con la mujer. Ella, presurosa, busca el par reclamado en las estanterías repletas o dibuja con el dedo una reparación todavía imaginaria, sin apear nunca la sonrisa. El cálido olor a cuero y el buen ambiente que reina en el local le otorgan una cualidad acogedora y hogareña.

Hoy son decenas las personas que han pasado por la zapatería Félix pero no siempre fue así en este comienzo de siglo XXI. "Durante la crisis también hubo crisis en este sector, aunque pensemos que en los tiempos malos todo se repara y nada se tira. El calzado de PVC a dos euros nos ha dañado bastante. Aunque más daña a quien lo lleva pues ya lo advierten los podólogos: los materiales sintéticos no son buenos para la piel ni para el pie. Los materiales nobles, el cuero y la tela, incluso la goma o el cartón, son otra cosa".

El futuro

Los cuentos clásicos, esos que se repiten de generación en generación, están poblados de personajes que se dedican a la manufactura de los objetos cotidianos. Hay telares que producen tejidos mágicos, ruecas con husos envenenados, abuelas que llenan cestas de humeantes pasteles y por supuesto zapateros, entrañables artesanos de edad avanzada, buenos de corazón, que tallan muñecos o son ayudados por duendecillos amables.

En Lanzarote, el cuento de la zapatería Félix casi parece que toca a su fin, pues con la jubilación a cuatro años vista, el artesano no ha encontrado en su descendencia, el hijo, la hija, el yerno o algún sobrino, quien quiera seguir con el negocio. “Ellos tienen sus carreras, viven fuera, no parece que el oficio vaya a mantenerse en la familia”.

Pero con la desaparición de esta actividad -solo otros dos profesionales trabajan en el ramo en Lanzarote-, no se irá solo un pedazo de pasado. Tal y como advierte Hernández Saavedra, toda la ortopedia se hace a mano, con el mimo y la delicadeza que solo un maestro es capaz de imprimir en cada pieza. No caben máquinas ni estandarización.

"Cada vez trabajo más la adaptación de los zapatos infantiles y las rectificaciones de suelas. Es el momento de corregir porque tras el crecimiento muchos problemas no hay quien los arregle", asegura mientras muestra una pequeña bota con un alza casi invisible en la suela.

Este puede ser buen motivo para estimular a algunos jóvenes a aprender el oficio, un proyecto en el que Félix parece dispuesto a participar de buena gana. Otra razón, emular al palmero Manolo Blahnik en el diseño de calzado, una actividad creativa y sustanciosa si se acierta con los gustos del momento.

El propio Hernández creó tendencia un verano en Arrecife con sus "romanas", unas sandalias de cuero con tiras para anudar en el tobillo que se vendieron por cientos. O su bandolera, cómoda, moderna y muy práctica, que todavía conserva María del Carmen como recién hecha.  

Comentarios

Me han alegrado el domingo. Un artículo entrañable y lleno de recuerdos de mi infancia. Mil gracias.
Yo he ido muchas veces a Felix para reparar calzado y otros objetos... Te echaremos de menos... gracias por tanta dedicación...
Estupendo artículo, de los mejores.
Hola e leído toda la historia de zapsteria feliz y me a gustado mucho porqué yo soy fabricante de calzado y fabricó y diseño sandalias de dame y botas de caballeros y niños artesanal y cómo me gustaría e conocerlos soy d Venezuela pero la citucion qué vive mi país tuve dejar todo mi trabajo que me gusta tanto
Cómo me gusta como escribes, Myriam!! Toda una institución la zapatería de Félix Fdo.: Una de las chicas que llevó las romanas :)
Ante todo, felicitar a la familia Hernández Saavedra, por mantener esta tradición familiar. Pero si me gustaría comentarles, que antes de estar en la calle Artillero Luís Tresguerra, estuvo en la calle Riego, zona del Callejón Liso.
Grandes profesionales y muy buenas personas
Y no hay nadie de la familia que siga con la tradición?
Soy el hijo de Félix y Mari Carmen, y aunque no conozco a quien escribe, tengo que decir que el artículo es precioso.... Recuerdo desde siempre los olores de la zapatería, pero hay algo más íntimo para mí, y eso eran los sonidos..... La música de Dire Straits o Boston sonando por los altavoces, las tertulias por la ventana, el sonido de la lluvia en el techo del patio.... Millones de recuerdos, que aunque el oficio se pierda, la memoria y los recuerdos siempre estarán vivos. Muchas gracias.
Gracias a todos... Pero necesitaria la dirección de Felix...
Mis vecinos de toda la vida!!! Barberos, carpinteros y zapateros.....
Myriam, que bien escribes. Es un lujo que lo hagas aquí en Lanzarote. Excelente artículo

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