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Versiones contrapuestas sobre la muerte violenta de Rosendo en el Hospital Insular

La versión de la noche del fallecimiento que relatan dos auxiliares de enfermería, investigadas en la causa, no coincide con la versión de una de las celadoras

Saúl García 0 COMENTARIOS 14/06/2022 - 07:25

El fallecimiento de Ángel Rosendo Deroes, de 52 años, en el Hospital Insular de Lanzarote el 10 de agosto de 2019, sigue sin estar claro. El Juzgado de Instrucción número dos de Arrecife investiga lo que pudo ocurrir esa noche. La familia del fallecido sigue pensando, desde el principio, que la versión del Hospital es poco creíble.

Rosendo había ingresado en ese centro hospitalario el 17 de julio “con alteraciones de conducta y agresividad relacionadas con las secuelas de una encefalitis vírica sufrida en el año 2016”. Los trabajadores del Hospital lo encontraron muerto en su cama en la mañana del 10 de agosto y la explicación inicial que recibió la familia fue la de una muerte súbita, pero los familiares encontraron restos de sangre en la habitación y denunciaron los hechos.

Un informe forense determinó que se trataba de una muerte violenta. La rotura de varias costillas le produjo un encharcamiento en el pulmón y la causa inmediata de la muerte fue un fallo de centros vitales. Esas lesiones serían compatibles con que se hubiera producido una caída.

Otro informe posterior, de dos forenses, hablaba de posible mala praxis. Dice que “ante el estado de alteración de su conducta con agresividad el día del fallecimiento no se tomaron todas las medidas posibles, incluyendo la sujeción mecánica para evitar la deambulación errática del interno y por consiguiente el riesgo de caída o precipitación accidental”.

“Una vez objetivadas las múltiples lesiones por raspado que padecía en la madrugada del día de su fallecimiento, no se informó al médico de guardia para que procediera al pertinente examen clínico y valoración del estado del paciente”, concluye.

“Por las lesiones objetivadas durante la autopsia judicial, tenemos criterio científico para concluir que el paciente padeció horas antes de fallecer signos clínicos propios de la evolución de un traumatismo con lesiones graves óseas y viscerales, que podían haberse constatado por el personal de asistencia de haber este realizado el pertinente examen clínico e informado al facultativo de guardia para que actuara en consecuencia”, dice este informe.

En el Juzgado ya han declarado algunos de los trabajadores que lo atendieron esa noche: el médico de guardia y dos auxiliares de enfermería, todos en calidad de investigados y dos celadores en calidad de testigos.

La enfermera de guardia no ha declarado por su estado de salud, pero sí lo hizo hace dos años en comisaría y aseguró que a lo largo de esa noche el paciente se cayó en varias ocasiones. Le administró un sedante y paracetamol. Dijo que sobre las 04.30 horas se levantó muy nervioso y le dio un yogur y que a las 06.10 horas se cayó en su propia habitación y la ayudaron dos auxiliares.

Las declaraciones de las auxiliares y de una celadora dejan contradicciones claras. Las dos auxiliares coinciden, pero no lo hacen con el relato de la celadora. Las primeras aseguran que el paciente tenía movilidad suficiente, que no encontraron restos de sangre y que no se quejaba de ningún dolor, así como que no tenía lesiones que llamaran la atención. Una de las auxiliares declaró que primero se encontró al paciente apoyado en el marco de la puerta de su habitación. Lo comunicó a la enfermera y lo acostaron.

En la segunda ronda, sobre las 04.30 o 05.00 horas, tan solo unas dos horas antes del fallecimiento, relata que lo encontró sentado en el asiento de la ducha, con el pijama mojado de sudor o agua. En esa ocasión le cambiaron el pijama, vino la enfermera y le dieron un yogur.

La segunda auxiliar declara algo muy similar. No tenía lesiones ni caídas, pero sí tenía “erosiones leves en las manos”. Sin embargo, el orden es diferente. Relata que lo encontraron dos veces fuera de la cama, pero primero fue en el asiento de la ducha y después en la puerta de la habitación, al contrario que su compañera. Llamaron tanto al médico como a la enfermera.

El patio

La versión de la celadora es distinta. Dice que sobre las 22.00 horas lo encontró en el patio del edificio y que le avisaron por teléfono de que estaba allí, algo que no relatan las auxiliares. El paciente estaba en el suelo y lo levantaron con la ayuda de la enfermera y una de las auxiliares. “Es difícil levantar a una persona del suelo”, declaró.

Un celador no recuerda haber recogido al paciente en el patio

Del patio, según la declaración de la celadora, no hay posibilidad de que se hubiera caído desde el exterior o desde arriba, sino que debía haber llegado allí cruzando el pasillo y bajando las escaleras. Le acostaron y le cambiaron la ropa. Tenía magulladuras en la mano y en el costado. Lo llevaron hasta la habitación en una silla de ruedas y la enfermera se quedó con él.

Esa habría sido una primera caída, pero hubo una segunda, según la celadora, sobre las 05.30 o 06.00 horas. Le dijo la auxiliar que empezara la ronda por la habitación de Rosendo porque se había vuelto a caer, y allí estaban las dos auxiliares y la enfermera. Le cambiaron la ropa y los pañales y no observó más lesiones que las que ya había visto cuando se encontraba en el patio. Dijo que “el paciente estaba bastante ansioso”, se quería ir a su casa.

Por otra parte, el segundo celador no recuerda haber recogido al paciente en el patio y tampoco recuerda, en general, al paciente. Dice que, si hubiera levantado a alguien del suelo del patio, lo recordaría. La celadora, por el contrario, lo sitúa en ese mismo lugar junto a ella.

En la documentación del Hospital analizada por el Juzgado hay una anotación para la noche del fallecimiento: “Ayer sin incidencias reportadas por parte de Enfermería al médico de guardia”. Sin embargo, el registro de Enfermería revela que esa noche se cayó sobre las 22.00 horas en la zona de velatorios y que presentaba “erosiones en espalda, mano y brazo”. La familia asegura que uno de sus familiares estuvo con él hasta las 23.00 horas y no cree que esa caída sea suficiente para explicar las heridas y los golpes que presentaba.

La familia de Rosendo. En primer plano, su madre. Foto: Adriel Perdomo.

El médico

Por último, el médico declaró que durante su guardia, que abarcaba esa noche, no recibió ninguna notificación para actuar respecto a este paciente y que es el personal de enfermería el que valora si los pacientes deben ser vistos o no por el médico. El paciente no estaba adscrito a su cuidado pero lo había visto en alguna guardia anterior. Dijo que ese día no lo vio deambular pero en otras ocasiones sí, y siempre con supervisión. Señaló que el ingreso de Rosendo en el Hospital Insular fue obligado por parte de la dirección del Hospital José Molina Orosa, porque no es un paciente de edad avanzada y “no debía estar en el Hospital Insular”.

Respecto al posible exceso de medicación, dijo que la que tomaba era por indicación de los psiquiatras y neurólogos, que la revisaron antes de su ingreso. El doctor también declaró que no le avisaron de que se hubiera caído y solo intervino cuando se le comunicó que había fallecido, sobre las 7.30 horas.

Fue avisado por la enfermera responsable del turno y le examinó de manera superficial. Solo vio laceraciones o raspaduras en los antebrazos y no vio signos de hematomas o contusiones aunque no comprobó la zona costal izquierda, que es, según la autopsia, donde se había roto las costillas, porque estaba tumbado sobre ese lado. Se limitó “a la zona que podía ver del paciente tumbado sobre la cama”, dijo.

El médico preguntó si había pasado algo y le dijeron que lo habían encontrado en la zona de velatorio con signos de laceración, que le habían curado y llevado a la cama, sobre las diez de la noche. No le informaron de que lo hubieran encontrado en el baño. Vio restos de sangre entre el marco y la puerta, preguntó por ello y, según su declaración, por eso no firmó el certificado de defunción. Dice que el jefe de guardia fue el que le dijo que notificara al Juzgado para una autopsia judicial, aunque la familia sostiene que fueron ellos quienes avisaron a la Policía.

Diligencias

El Juzgado de Instrucción número dos de Arrecife abrió diligencias, pero decidió archivar la investigación sin que se esclarecieran las causas del fallecimiento. Después, la Audiencia Provincial de Las Palmas estimó el recurso de apelación de la familia, que considera que se puede tratar de “un delito de omisión del deber de socorro sin descartar homicidio o asesinato en cualquiera de sus variantes”.

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