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Saramago: un Nobel comprometido con la Isla donde vivió

Diario de Lanzarote recuerda algunas de sus intervenciones públicas, en las que mostró su apoyo a problemas y colectivos locales al arrancar la celebración de su centenario

Saúl García 2 COMENTARIOS 05/12/2021 - 08:08

José Saramago murió en Lanzarote en junio de 2010. Su cuerpo dejó la Isla para ser incinerado en Lisboa, donde se encuentra la sede principal de la Fundación que lleva su nombre. En Tías dejó la otra, su casa museo, A Casa, y una biblioteca. A unos metros de ella, una escultura de un gran olivo con la inscripción ‘Lanzarote no es mi tierra pero es tierra mía’.

El día que se inauguró esa escultura, Pilar Del Río, su mujer, que preside la Fundación José Saramago, dijo esto: “José Saramago sintió Lanzarote, esta tierra-cuerpo, de forma tan íntima y profunda que hasta su estilo literario se modificó”.

Igual que el valor de un libro no se mide por lo que pesa, sino por lo que dice, el legado del Premio Nobel en la Isla tampoco se halla en lo material, sino en lo inmaterial: en sus palabras y en sus acciones.

Saramago atrajo grandes personalidades a la Isla y acabó dando su opinión y mostrando su apoyo a las causas que afectaban de forma decisiva al devenir de Lanzarote. Al escritorio del escritor portugués llegaban cada día cientos de solicitudes de apoyo para causas justas en todo el mundo, más de las que pudo atender, y que respondía con correos, cartas, artículos o visitas. Pero siempre tuvo tiempo para Lanzarote.

Acaban de comenzar los actos por el centenario de su nacimiento y parece pertinente recordar ese compromiso. La Isla lo reconoció como Hijo Adoptivo en 1997, y en aquel momento hizo un ruego a sus habitantes: “Por favor, defended Lanzarote. Respetad esta isla para que todo siga tal y como está y podamos vivir como hemos vivido hasta ahora”.

Cuatro años después, cuando se le concedió el Premio Canarias, insistía: “Canarias no se puede convertir en un parque de atracciones lleno de despojos”.

La lista de personalidades que atrajo es larga: desde el director de cine Bernardo Bertolucci, al que se unió Pedro Almodóvar o Josefina Molina, el expresidente portugués Mario Soares, el fotógrafo Sebastiao Salgado, a quien le prologó su libro Terra, el político Santiago Carrillo o el escritor Ernesto Sábato, entre muchos otros.

Saramago presentó en la Fundación César Manrique todos los libros que escribió desde que fijó su residencia en Lanzarote, entre ellos sus últimas ocho novelas, desde Ensayo sobre la ceguera hasta Caín, además de los diferentes volúmenes de Cuadernos de Lanzarote.

Su participación en la vida cultural de la Isla sería más que suficiente con esto, pero también dio conferencias, abrió o cerró cursos, acudió a exposiciones, llevó a cabo firmas de libros en El Puente y otros actos culturales. Entre ellos: la presentación del libro Exceso de equipaje, de su entonces editor Juan Cruz, en El Almacén, una conferencia titulada El sueño de la razón engendra monstruos, las jornadas sobre el compromiso del narrador, organizadas por el grupo de la izquierda europea en el Castillo de San José o una exposición de fotografías sobre Palestina en La Ermita de Tías junto a Alberto Vázquez Figueroa.

En 1996, los cursos universitarios de verano nacieron con una de sus conferencias que finalizó con buen humor: “Me están diciendo que vamos a cenar y, por tanto no hay preguntas”, pero animó a que le preguntaran las dudas “si algún día nos cruzamos por la calle cuando yo vaya a comprar el pan”.

En julio de 1999 repitió en El Fondeadero, y en español, el discurso que dio cuando recogió el Premio Nobel: “Me gusta mucho que, después de decir esto en Estocolmo, lo pueda repetir en Tías”, dijo.

En 1997 había asistido en Arrecife, como un ciudadano más, a la manifestación contra el asesinato de Miguel Ángel Blanco: “Quiero expresar mi entusiasmo por la cívica actitud de todos los pueblos de España, ante un acto tan cruel e inhumano como el asesinato de este joven inerme e inocente”. “A las malas palabras de ETA y Herri Batasuna los ciudadanos oponen las hermosas palabras que hermanan a los hombres y los hacen dignos de sí mismos”, dijo entonces.

La segunda muerte

Invitado por la asociación Achitacande, en el año 2000, dio una conferencia en el Casino Club Náutico en la que habló de la segunda muerte de César Manrique (tras la del cuerpo, la del espíritu), un concepto sobre el que volvió en numerosas ocasiones. Su denuncia coincidía con la aprobación de la Moratoria y, sobre todo, con el crecimiento de Playa Blanca y Costa Teguise.

Habló del exceso de coches y carreteras: “Lanzarote es el reino triunfal de las rotondas, que merecen un estudio sociológico”, dijo. Y habló del exceso constructivo o de la escasa participación ciudadana en la Isla: “No se trata de seguir viviendo como nuestros abuelos, el mundo cambia, afortunadamente, pero no podemos seguir creciendo”. O bien: “Si respetamos Timanfaya, también se tiene que respetar el resto de Lanzarote”.

“Invito a los conejeros a que luchen para no convertirse en una nueva Marbella”

La declaración de la Isla como Reserva de la Biosfera la comparó con la Carta de Derechos Humanos: “Todos estamos muy contentos de que existan, pero nadie se preocupa por ellas”. Y habló de corrupción o de dinero negro, de los que Lanzarote no estaba exento.

De forma paralela al boom de la construcción, creció la población, la que llegaba desde otras regiones de España, la de Colombia y la que comenzó a llegar en patera. Y hubo reacciones: aparecieron pintadas de ‘godos fuera’ en El Golfo y se convocaron manifestaciones xenófobas reclamando una ley de residencia.

Saramago dijo que él era godo y también dijo, por primera vez, que no sabía por cuánto tiempo iba a estar en la Isla. Hubo reacciones a esas palabras. Unas públicas, como las de Pedro de Armas: “Si no le gusta, que se marche”. Y otras privadas, que contó el Nobel años después en otra conferencia.

Así se pudo leer en La Provincia: “Un político local, que según la definición del Nobel tenía tras de sí una vida construida sobre la ilegalidad, se le acercó para suscribir sus palabras. Saramago todavía se sorprende cuando lo recuerda. ‘Se atreve a decirme a mí que estaba de acuerdo con casi todo...’”.

El racismo

Cáritas Lanzarote convocó una manifestación contra el racismo y Saramago acudió a la Calle Real, junto a un reducido grupo de personas, menos de cien. Aportó posibles soluciones: una mesa con políticos, empresarios o asociaciones sociales y rechazó achacar todos los males “a una minoría que escapa de sus casas por un porvenir mejor”. De nuevo le contestaron. El presidente de Titerroygakat, Antonio Leal, dijo: “Yo, a elementos como este, no quiero contestar, no tiene categoría”.

En uno de los cierres de los cursos universitarios de verano, Saramago dio una conferencia en la Biblioteca insular. Era el mes de julio de 2002 y estaba de plena actualidad que los ayuntamientos de Yaiza y Teguise se estaban saltando la Moratoria. “Desde aquí hago el juramento solemne de no ir nunca más a Playa Blanca”, dijo Saramago levantando la mano.

Estaba invitado para hablar de literatura, pero acabó diciendo esto: “Parece que la gente no se da cuenta del proceso de transformación rapidísima por el que pasa la población de Lanzarote hoy”. Y también: “Lo llaman progreso pero es lucro”, “estamos tan ciegos que miramos a Playa Blanca y no vemos” y “la ceguera se vuelve incapacidad cuando es colectiva”, aludiendo a Ensayo sobre la ceguera.

Al día siguiente le contestó José Francisco Reyes: “Si no quiere volver, que no venga, toda la vida hemos estado sin él”. O bien: “Lanzarote no lo ha hecho él, ni lo bueno ni lo malo, ha venido a triunfar aquí porque en su tierra no triunfó”, dijo el exalcalde, condenado después a seis años de cárcel.

Unos meses después, Saramago acudió, junto a Miguel Ríos, a la manifestación de Foro Lanzarote del 27 de septiembre bajo el lema ‘Ni una cama más’. Sosteniendo una pancarta, propuso celebrar unas jornadas de luto por la muerte de Lanzarote en la que todos los habitantes salieran con un brazalete negro a la calle para mostrar su dolor por la pérdida de la Isla.

En su participación en el documental La Isla estrellada, que denunciaba la ocupación de Berrugo por parte de un puerto deportivo, dijo aquello de que los turistas son como las abejas, que “dan la miel pero pican”.

Un problema

El 10 de abril de 2003, en la FCM, junto a Fernando Castro, José Juan Ramírez y Fernando Gómez Aguilera, presentó el libro César Manrique. Pintura y habló sobre César: “Ha sido pintor, paisajista, escritor, poeta. Esto es lo que ha sido. Ahora es un problema para los habitantes de esta isla que aún está empapada de César”.

Dijo que la Fundación estaba “cercada de ejércitos que no la quieren nada” y que “César tenía una conciencia de Lanzarote que le falta a los responsables políticos y empresariales”. “Lanzarote ha cambiado mucho, pero César sigue ahí, y ese es vuestro problema, no convertir la Isla en algo que acabó con Cesar, y para que no se acabe hay que resolver ese problema”, terminó.

“Canarias no se puede convertir en un parque de atracciones lleno de despojos”

Ese mismo año, en noviembre participó en las X Jornadas de la Mujer organizadas por Mararía, bajo el lema ‘Mujeres desafiando al futuro’. “A esta asociación no se le ha puesto fácil el camino para alcanzar la dignidad humana. En vez de una alfombra roja, se le han puesto trabas”, apuntó.

También participó en las protestas por la guerra de Irak, tanto en Arrecife como en Madrid. En noviembre de 2007 se inauguró la sala que lleva su nombre con la exposición La consistencia de los sueños. “Invito a los conejeros a que luchen para que Lanzarote no se convierta en una nueva Marbella. Espero que refuercen su conciencia para que no dejen de prestar la atención que merece el privilegio que significa vivir en una isla como ésta”, dijo.

El urbanismo y los conflictos en los tribunales seguían desbocados, y en marzo de 2009 acudió al cierre de las jornadas sobre legalidad urbanística que organizó el Cabildo de Lanzarote. En ese encuentro, dedicado a la defensa del territorio, la protección del medio ambiente y el cumplimiento de la ley urbanística, habló sobre los indios del Amazonas.

La historia versaba sobre una sentencia que obligaba a las empresas arroceras a marcharse del territorio, donde vivía una población de 19.000 personas, sus ocupantes históricos. “Resistieron a todos los intentos de corrupción. Es un ejemplo de dignidad”, señaló el escritor portugués. Y lamentó que esta actitud no sea precisamente la habitual en el resto del planeta. Al hablar del caso concreto de Lanzarote afirmó que “una parte de la población se ha dejado corromper”.

MANIFIESTOS: AMINATU HAIDAR Y EL COTILLO


Saramago con Haidar en el aeropuerto de Lanzarote.

Saramago fue una de las personalidades que apoyó a Aminatu Haidar en su huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote. Durante su último año de vida, primero envió un manifiesto de apoyo y después la visitó en el aeropuerto. En una entrevista en El País, habló sobre la activista saharaui, pero también de otras cosas: “Cuando se me habla de los canarios pienso siempre que deberían preocuparse más de sus islas, donde se producen fenómenos de corrupción que avasallan y que no despiertan aquí, parece, demasiada preocupación. Si no se preocupan por lo que sucede en su casa, ¿cómo van a preocuparse de manera eficaz de lo que sucede en el Sáhara, por muy cerca que esté? Sin duda, hay grupos que están haciendo mucho por solidarizarse con la situación, por ayudar a esta mujer y a su pueblo, pero chocan con la barrera infranqueable de Marruecos, que impide cualquier negociación. Estos colectivos hacen lo que pueden, claro. En cuanto a Canarias, repito que, independientemente de esos colectivos, lo que percibo es que los ciudadanos de las islas tienen que cambiar de mentalidad, preocuparse más por sus problemas, convertir su territorio en un verdadero archipiélago unido y acabar con una situación en que cada isla va a lo suyo”.

También envió un manifiesto de apoyo a los colectivos que luchaban en el año 2003 por evitar la urbanización de El Cotillo. En el manifiesto hablaba de “propietarios que no respetan las tierras que recibieron de sus antepasados o que compraron especulativamente”, de “políticos de piedra y ambición que se mantienen con la coartada de los votos” y de constructores “que edificarán mal y rápido, utilizando esclavos, sin consideración por nada y por nadie”.

“Ese grupo conseguirá sus objetivos si los ciudadanos no logramos frenarlos (...) Los ciudadanos de buena voluntad no pueden ceder, no podemos cansarnos. El Cotillo no puede ser destruido, Fuerteventura tiene que ser preservada, las Islas Canarias no se pueden permitir otra agresión. Hoy en El Cotillo, ayer en El Berrugo, mañana otra vez en El Berrugo y en El Cotillo y en todos los lugares donde pretendan instalar la destrucción y la muerte nos iremos encontrando, porque es nuestra responsabilidad, porque no podemos permitir que acaben con Canarias”, decía el manifiesto.

Comentarios

Leer a Saramago es sano.
Separando el nombre de Saramago del comentario,la Fundación entidad difuminada e inexistente que sólo se dedica a hacer caja con las entradas aprevechandose de su estatus,debería luchar más y mejor en respetar la arquitectura conejera tanto en color y estructura.Se están cargando la isla con modelos importados horripilantes que nada tienen que ver con nuestra idiosincrasia.

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